PRIMER AMOR

CAPITULO 30.5

El mirador se alzaba majestuosamente sobre la ciudad, brindando una vista panorámica que quitaba el aliento. La ciudad se extendía a lo lejos, un mar de luces destellantes que bailaban en la oscuridad de la noche. El resplandor de las estrellas y la tenue luz de la luna añadían un toque mágico al escenario, haciendo que el lugar pareciera un cuadro en movimiento.

Dean, siempre previsor, había colocado estratégicamente algunos focos que realzaban ciertos puntos de interés en la ciudad, acentuando sus contornos y dándoles vida. A nuestro lado, una cobija suave y mullida nos invitaba a sentarnos y disfrutar de aquel espectáculo visual.

- Supuse que te daría algo de inspiración para pintar.comentó Dean mientras sacaba una cámara instantánea con un gesto juguetón.
-También traje esto.Puedes tomar fotos para que captures lo que te dé inspiración.

Acepté la cámara con una sonrisa, emocionado por la idea de inmortalizar esa belleza en imágenes. La primera foto fue un intento espontáneo de capturar la escena, pero Dean, atrapado desprevenido, dejó escapar una risa contagiosa.

- Espera, no estaba listo!. - exclamó en tono divertido. Nos reorganizamos y decidimos tomar una foto juntos, con la ciudad centelleando al fondo. La cámara imprimió el momento en un papel, y no pude evitar pensar que esa foto sería un tesoro especial en mi colección.

El tiempo voló mientras nos divertíamos tomando más fotos de la espectacular vista. Las luces de la ciudad, como estrellas caídas, pintaban un paisaje urbano que destilaba encanto y misterio. A cada clic de la cámara, sentía que capturaba un pedacito de esa magia nocturna.

Cuando finalmente dejamos la cámara a un lado, nos recostamos en la cómoda cobija, abrazando el silencio de la noche y la belleza que nos rodeaba. La inspiración fluía dentro de mí, como si cada instante en aquel lugar hubiera desbloqueado una puerta creativa que desconocía además la calma me hacía desconectar de mis problemas.

- Gracias por traerme aquí. - le dije a Dean, con gratitud en mi voz. -Este lugar es asombroso y ha encendido algo en mí, algo que creo que plasmaré en mi arte.

Dean sonrió y asintió, como si supiera desde el principio que este lugar mágico cumpliría su propósito.
-Siempre supe que encontrarías inspiración aquí. - dijo en tono sereno. -La belleza de este lugar es contagiosa y despierta la creatividad en cualquiera que se atreva a contemplarla.

En ese momento, supe que aquel mirador se quedaría grabado en mi memoria para siempre, y que las fotos que habíamos tomado serían más que imágenes; serían ventanas a un mundo de emociones y recuerdos que nunca desvanecerían.

- Quiero que sepas que entiendo que es a veces es difícil abrir tu corazón con las personas que conoces, no es fácil contar tus miedos o problemas, mi papá siempre decía que es más fácil hablar con un extraño porque no te conoce así que no te juzgará. - comentó Dean.

- Pero tu no eres un extraño. - contesté.

- Lo sé. -dijo con una extraña mirada.
- No me interesa que me cuentes a mi lo que te pasa, no me refiero a que no me interesa no pongas esa cara, si quieres contarmelo puedo ser un hombro en el que llores, mi hombro e fuerte, pero descubrí que misión es hacerte reír no llorar. Quiero que me vuelvas a sonreír .- continúo.

Eso me confundió un poco, pero la manera en que lo dijo, con esa mirada dulce y en el mágico lugar en el que nos encontrábamos, no me permitió pensar con claridad. Nos quedamos mirando un rato, y fue en ese momento cuando mis ojos se fijaron en sus labios. Eran suaves y perfectamente delineados, con un delicado tono rosado que contrastaba sutilmente con su piel clara. Parecían tan suaves al tacto, como si estuvieran envueltos en una caricia eterna. Su forma era ligeramente inclinada hacia arriba en las comisuras, dándoles un aspecto delicadamente seductor. El brillo natural que los envolvía los hacía brillar con una discreta tentación, invitándome silenciosamente a acercar mis labios a los suyos.