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Pete abrió la puerta del auto y salió corriendo de ahí. Vegas de inmediato terminó de desvestirse para ir tras el.

—Come here— le dijo una vez fuera del auto.

—Ven tú— le dijo Pete. Llamándolo con las manos, Vegas se fijó en ellas eso solo hacía que se estremeciera más por dentro.

Pete retrocedió unos pasos, alejándose de Vegas, y llegando a tocar el agua del lago con la punta sus pies. Un espasmo le recorrió el cuerpo.

—¿Vas a meterte solo?— le preguntó. Pete le dio la espalda, se metería de una buena vez antes de que sintiera más frío. Vegas relamió los labios. —Mmm que vista— se sobó las manos, observando el bonito culo de Pete. Con unas finas braguitas que solo lo hacían mas apetecible. Cuanto quiso quitárselas en ese momento.

Vegas quedo fuera del lago. Pete era precioso, en todas las facetas, pero algo que a él le gustaba muchísimo era verlo mojado. En el sentido literal de la palabra. Cubierto de agua. Un Dios afrodisiaco. Suyo y nada más que suyo. Decidió entrar también, aguantándose el frío. Empezó a buscarle, palpando. Hasta sentir la cintura de Pete bajo el agua.

—¡Vegas!— dijo luego de salir del agua.

—Ah, eras tú...— dijo él riendo. Se hundió en el agua para perder el frío también.

—¿Quién mas, tonto?— le dijo, lo vio salir del agua, fue entonces cuando lo abrazó por el cuello, colgándose de él y enredando sus piernas tras la espalda del mayor.

—Nadie— le acomodó el cabello tras la oreja, su cuello estaba libre, para él, para su boca. Lo besó de inmediato escuchando un pequeño gemido de entre los labios de Pete. —Solo tú.

—Me habías dicho algo antes de venir aquí— Pete le sonrió.

—Sí— le respondió él. Apretó sus piernas para que le abrazaran más la espalda. Necesitaba liberar esas inmensas ganas que traía dentro de él. Lo necesitaba. Se había acostumbrado a su delicioso sabor, a sus gemidos, a lo bien que se sentía cuando le hacía el amor, lo tocaba y de inmediato estaban los dos besándose, comiéndose la boca. La manera en la que se amaban era única. —Creo que sabes perfectamente como estoy ahora.

—La verdad no— mintió.

—Pensé que sí— bajó la mirada, encontrándose con el precioso torso al descubierto. Su tibia lengua recorrió parte de este. Pete se mordió el labio, apretó la espalda de Vegas al sentir su lengua. —Necesito.

—No lo digas, solo hazlo— suavemente besó los labios de Vegas. —Yo también lo necesito.

Él sonrió. De inmediato bajó a Pete de su cuerpo, ahora abrazándole la cintura, posicionó sus manos sobre sus caderas, bajando por ellas hasta el límite. Le bajó las bragas. Pete se retorcía por dentro, todo esto le enloquecería quería sentirlo dentro de el, follandolo. De inmediato hizo lo mismo que él, bajó la ropa interior de Vegas, mientras ambos se hundían en el agua de nuevo.

—Y si alguien viene.

—Sh!— lo cayó él. Besándole los labios. —Nadie pasa por aquí a estas horas y si viene alguien, que suerte va a tener de ver esto.

—Eres un.

—¿Tonto?

—Sí— le acaricio el cuello. Él lo aferró ante su cuerpo. Acercó su erección a la de Pete. Sentía lo caliente que estaba todo haya abajo, amaba esto, joder, jamás se arrepentiría de todo lo que había hecho por Pete. Nunca. Arriesgaría su vida las veces que fueran necesarias.

Le levanto de nuevo haciendo que Pete enredará sus piernas en sus caderas, y entró en el de forma dura.

When you're gone •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora