C11

98 15 0
                                    

—¿Qué estas bebiendo?— preguntó Pete. Una vez en casa de Vegas. Ken estaba aún despierto viendo la televisión. En ese momento no le importaron las diferencias. Y mucho menos que hace unas horas le había tenido temor o algo así. Solo quería hablar con alguien.

—Vodka— contestó él. Y tomó del vaso una vez más. —¿Vegas, no viene conmigo?

—No— respondió, aun molesto. —Ha preferido quedarse con la zo... con su amigo.

—¿Tawan?— Ken esbozó una sonrisa cómplice.

—¿Tienes otro vaso?

—Sí, en la alacena.

Pete abrió la botella y cogió el vaso, para luego cerrarlo y seguir con la conversación.

—Sí Tawan— puso los ojos en blanco. Odiaba el solo hecho de recordar su nombre. Había tenido que soportar toda una noche con sus estúpidas insinuaciones hacia Vegas.

Había tenido que soportar observar como es que se le pegaba siempre, le tocaba. Y por último, tener que aguantar como Vegas parecía no poder apartar sus ojos de ese tipo.

—¿Te cae mal?

—¿Debería caerme bien? Es un

—Dilo.

—¿Zorra? ¿puta? Que se yo. Pero Vegas tampoco se queda atrás.

—¿Él también es una zorra?— Pete rio al escuchar esa pequeña pregunta.

—Es un idiota— Pete tomó del vaso. Aunque odiaba el sabor de esa bebida, necesitaba ahogar esa furia que tenía dentro con algo.

—¿Qué hizo?

—¡Lo miraba siempre!

—Celos...— Ken rodo los ojos.

Pete se sintió ridículo. Al menos por un momento. Pensándolo bien había quedado mal con aquella familia. La misma que como le había contado, había ayudado algunas veces a Vegas en su niñez.

—No puedo creer que tengas celos de Tawan.

—Ya, basta— le dijo Pete.

—Vegas esta loco por ti— le dijo él. Sincerándose. Realmente lo sabía. Realmente lo notaba. Esta vez no se trataba de una simple aventura que traía a su casa por un día, follaban y luego adiós. Sentía que estaba vez era importante para Vegas.

—No lo defiendas ¿okay?

—Está enamorado de ti, te lo juro— le volvió a decir. —De otra manera no, estarías...

Eso le enfrió la sangre por completo. Pero parte de esa enorme sinceridad era cierta. Vegas se moría por el. Tanto, que no se atrevería a hacerle daño nunca.

De pronto se escucharon las llaves abrir la cerradura de la puerta principal. 

Es él... pensó Pete. De inmediato se tomó lo que pudo del vaso y dejó lo que quedaba sobre la pequeña mesa de centro. Volteo a ver a Ken y se disculpo con la mirada, Ken solo lo miró y asintió entendiendo.

When you're gone •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora