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—Te noto diferente— le dijo Pete. De manera inocente y sin intención de nada. Arm intentó disimular, ahora sentado en el sofá principal de la casa de Vegas.

—¿Enserio? Estoy igual, eres tú el que está diferente— ambos se sonrieron. —Vegas te ha cambiado.

—Vaya, así que tú si conoces a mi novio, pero yo no al tuyo— Pete sonrió, divertido.

Lo que no sabía era que Arm sabía muchas cosas más de Vegas que el mismo. Secretos. Secretos que el aún no conocía.



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—Y está viviendo aquí en Chiang Mai— continuó Pol. —Está aquí y por eso he venido.

—¿Cómo sabes que está aquí?— preguntó Vegas.

Entonces Pol guardo silencio. Este silencio se hizo largo entre los dos. Necesitaba meditar su respuesta.

Una respuesta que traería miles de recuerdos. Los peores de su vida. Recuerdos para él. Recuerdos para Vegas. Pero tenía que decírselo antes de que fuera demasiado tarde. Antes de que pudiese pasarle algo a Pete.

—Vive aquí. Y tú lo conoces...



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Pete intentó disimular. Pero había visto las mismas marcas más de dos veces.

—No es nada— le dijo Arm. Tragó saliva y se cubrió los moretones del brazo con la chaqueta.

—¿Quién te hizo eso?— preguntó Pete, realmente preocupado.

Entonces Arm prefirió callar por un momento.

A pesar del tiempo Pete seguía significando mucho para el. Seguía confiando tanto en Pete que empezaba a creer que también necesitaba saber la verdad.

Verdad que Arm ya sabía y que le había costado muchísimo afrontar. Los ojos se le volvieron acuosos. Queriendo llorar tan fuerte como pudiese.

Desahogarse tanto.

—Abusaron de mí.


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—Sé que ha sido el hermano de Porchay.

Porchay.

Y entonces todo se volvió borroso. Como si un inmenso huracán hubiera atravesado su vista.

Como si algo se hubiese quebrado frente a sus ojos. Como un jarrón, uno lleno de recuerdos, de secretos, de miradas, de llantos, de lágrimas, de insultos, de miedo, de rabia, del peor momento de su vida. Del que se sentía avergonzado.

Nunca podría remediarlo.

Vegas endureció los pómulos.

—No tienes pruebas.

—Se está vengando, Vegas.

—¡No! – gritó él.

—Tiene una casa en el lago ¿lo recuerdas? Aquella que está justo al lado de la de mis padres, es ahí en donde me he quedado con Arm todo este tiempo.

—Es imposible ¡Maldición! eso pasó hace tanto tiempo— Vegas tragó saliva.

—Él fue el imbécil que se atrevió a tocarlo. Lo vi el mismo día Vegas, no había nadie más en el lago que nosotros y él— intentó hacerlo entrar en razón. —Se está vengando— lo miró. 

Vegas colocó sus manos sobre su nuca. Esto, esto no podía estar pasando. —Por lo que hicimos con su hermano.



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Pete se puso una mano en los labios.

—¿Pol lo sabe?

—Sí, por supuesto— las lágrimas caían sobre sus mejillas. A Pete le dolía la garganta de tanto aguantarse el llanto.


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—También tenía que contarte esto, no quiero pensar en que Pete sea...

—No— respondió Vegas. —No tiene ni idea de lo que le pasaría si llega a ponerle un solo dedo encima.

—Entonces acabemos con esto— le dijo Pol. —Que sepa que se ha metido con la persona equivocada.

Vegas asintió. Y de esa forma caminó hasta su casa. Con un punto claro. Lo que le habían hecho a Arm era imperdonable.

Y sabía que a Pol le había afectado más que nunca. Por eso demostraría que nunca nadie debía meterse con ellos. No debían meterse con ellos y mucho menos con las personas más importantes de sus vidas. Lo demostrarían, sin duda alguna.

When you're gone •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora