—¿Y adonde vamos?— preguntó Pete, mientras Vegas conducía.
—Es una sorpresa.
—Una sorpresa— dijo sonriente.
—Me gusta ver tu rostro cuando te sorprendes, es gracioso— le dijo él. Pete lo miró mal, mientras él reía con gusto. —Estoy bromeando.
—A mí me gusta ver tu rostro cuando tienes ganas de.
—No, no ahora por favor.
—¿Por qué no?
—¿De verdad me veo gracioso?
—Sí— esta vez él le miró mal. Pero le gustaba.
—Entonces quiere decir que ahora me veo gracioso...— le dijo, inquietándolo. Se sonrojo levemente. Mientras se acomodaba en su asiento "incomodo".
—Tonto— susurró.
—Es la verdad.
La luna se asomaba. Y él tenía el lugar perfecto. Estacionó el auto frente al lago. Siempre le había gustado ese lugar. Era especial. Era único. Visitaba ese lugar desde los doce años y hace mucho que no había vuelto a ir. Pete observó el lugar.
—¿Te gusta?
—Me gustas tú, tú y todo de ti— fue entonces cuando él lo besó en los labios. No podía aguantar ni un solo momento más sin verlo junto él, haciéndole el amor, viéndole retorcerse por lo mucho que amaba que él lo llenara con su dura escencia. Pero sobre todo, con su amor.
—¿Quieres ir?— le preguntó entre besos. Metió sus manos bajo la camiseta de Pete, refugiándose entre su piel y la tela. Sus manos le hicieron estremecer.
—Sí— contestó.
—Sin ropa.
—Hace frío.
—Adentro ya no lo sentirás más— le besó la boca de nuevo. No sentiría frío, nunca lo había sentido cuando hacían el amor.
—Tú también quítate la ropa.
—Oh.
—¿Qué?— Pete se río.
—Dilo de nuevo, suena tan sensual.
—Tonto— le golpeó un hombro, mientras se quitaba la ropa. Él hizo lo mismo. Concentrándose un par de segundo en él y solo en él. Debía dejar de mirarle antes de ponerse más duro, con Pete nunca se sabía. Podía hasta correrse ahí mismo con solo mirarlo. Le ponía tanto. Tan duro. Y solo había algo que lograba calmar todo su hambre, y no era más que su cuerpo, su delicioso y pequeño cuerpo.
—Listo— le avisó.
—Si— Vegas se relamió los labios, mientras se terminaba de quitar el pantalón.
—No hagas como si nunca me hubieras visto así, me pones nervioso— otra vez se sonrojó. Pero esta vez no sabía si era porque estaba nervioso, o porque simplemente quería que él lo llevara a la cima de una vez. Que se metiera en su cuerpo.
—Te amo— murmuró él. Había sido más que solo una palabra. Había sido un impulso desde el fondo de su corazón. —No deberías estar nervioso conmigo— terminó de quitarse el pantalón, Pete bajó la mirada. Mierda, cada vez le sorprendía más el tamaño de Vegas. —No conmigo— colocó sus manos en la nuca de Pete, atrayéndolo. Le besó la boca, buscando su lengua y probando tan intensamente como podía. —Quiero hacerte el amor.
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When you're gone •VegasPete•
Ficção Geral"When you're gone the pieces of my heart are missin' you... Segunda parte de Stockholm Syndrome. Adaptación