Era imposible no excitarse viéndolo así.
Desnudo y haciéndoselo, mejor, mucho mejor que antes. Lo tomo fuerte de las caderas mientras el seguía moviéndose sobre él.
Respiró entrecortado. Vegas se tensó. Todo su cuerpo estaba tenso y en disposición a lo que Pete hiciera. Le encantaba. Todo, todo lo que hacía con su monumental miembro, lo muy duro que lo tenía.
Entonces sintió que se correría. Cada apretón de la entrada de Pete lo hacía rebosar de placer, cada fricción lo hacía tocar el cielo.
―Oh fuck, baby― jadeó él.
Pete se movía más rápido. Sus paredes estrechas superaban las expectativas de Vegas. Jamás lo había visto así.
Cada vez que el miembro de Vegas salía de entre sus entrañas, deseaba que volviera a entrar tan rápido como había salido.
Lo llenaba tanto. Y él estaba duro. Duro. De pronto el soltó un soplido. Estaba cansado, se acostó sobre él, Vegas le acaricio el cabello, ligeramente cubierto por una capa de sudor. Pete abrió los ojos.
―¿Por qué no me lo contaste antes?― le preguntó de pronto. Y no quiso levantar la mirada.
―No quería perderte.
―¿Y por qué no hiciste nada?― volvió a preguntarle. Vegas respiró hondo. Ese momento tenía que llegar.
―Yo, yo no estaba en mis cinco sentidos― murmuró tímido. Pete pasó su dedo índice por los bíceps de Vegas. Jugueteando con ellos. Sentía melancolía. Mucha. ―Estaba ebrio, esa noche fue la peor de todas, y yo me comporté como el más imbécil de todo el mundo, no hice nada, lo merezco, merezco que Porsche me haya odiado tanto, pero tú no tenías que pagar por esto― se inclinó para besarle la frente.
―¿Hay algo más que no sepa?
Vegas permaneció callado. Pete levantó la mirada.
―Necesito saberlo.
―Mis padres están vivos― le dijo. Frío. Seco. Sin nada de sentimientos. ―Sí te secuestré hace varios meses es porque mi papá estaba organizando algo grande, confiaba en mí y necesitaba el dinero para hacer negocios con otras personas. Además no podía permitir que le hiciera daño a Macao― Pete se quedó callado.
―¿Quien es Macao?― pregunto, Pete con extrañeza.
―Es mi hermano menor, después de lo que pasó contigo, mi padre mando a Macao a un internado en Inglaterra.
―¿Cómo estás seguro que tú hermano está bien?― pregunto con algo de preocupación en su voz.
―Lo está, estoy seguro― inquirió él. Le acaricio suavemente el brazo derecho. ―No he vuelto a saber de mi padre, desde la última vez que me dio órdenes. Pero Macao está bien.
El volvió a quedarse callado.
De pronto quiso llorar de nuevo.
Quiso llorar porque debía, porque le dolería lo que haría.
Porque de pronto tuvo ganas de conocer al hermano menor de Vegas, de quedarse.
Porque solo el sabía lo que pasaría luego.
Y quizá sería la decisión más dura que tomaría.
Y quizá Vegas se olvidaría de el.
Pero tal vez, era lo mejor para los dos.
Y él lo escuchó llorar. Ahora fue Vegas quién se posicionó sobre su cuerpo. Las lágrimas de Pete se incrementaron.
Y en parte también eran por todas las cosas que habían pasado juntos. Por las cosas que habían vivido.
Por lo mucho que había a llegado a amarlo en tan poco tiempo. Ahora lo conocía. Conocía sus debilidades, sus miedos, sus culpas, sus secretos, cada defecto, pero también cada inigualable virtud que tenía. Y es que solo el, solo Pete conocía la verdadera persona que había dentro de él.
―¿Me odias?― le preguntó él. El no negó ni afirmó nada. Solo se dedicó a mirarlo a los ojos, mientras Vegas suavemente volvía a penetrarlo.
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Vegas despertó esa mañana. Era uno de los únicos días en los que no se levantaba temprano como de costumbre. Era temprano, si, pero... ¿por qué Pete no estaba dormido a su lado? Abrió un poco más los ojos. Llovía. Y las gotas de lluvia se paseaban por su ventana tan ligeramente como el viento que corría.
Y Pete no estaba. Miró la hora 6:15 am.
Sus manos tocaron la huella de su cuerpo aún en la cama. Su olor se conservaba. Se levantó, buscando por todo el suelo alguna prenda de vestir que el le había quitado anoche.
Encontró unos jeans. Pero no los de Pete. Ni aquel suéter color azul que tanto le gustaba, ni sus zapatos, ni nada. Y es que ahora entendía que todo estaba vacío.
Que no había nada en esa habitación que le perteneciera a Pete. Solo eran sus cosas.
Salió de la habitación entonces. Con la esperanza de encontrar aquella maleta fuera de la habitación, tendida en el suelo después de lo de anoche.
Pero no había nada.
Las cosas estaban en su sitio. Y era como si todo lo que había pasado ayer no hubiera sucedido nunca.
Y siguió caminando.
Pete tenía que estar en alguna parte. Sus ojos lo buscaron desesperadamente, su casa no era tan grande y podía divisarlo todo. Tragó saliva al verlo hablar por teléfono en la ventana principal, observando la lluvia y con la maleta en las manos.
Pete se volteó, terminó de dictar la dirección y colgó. Una ligera sonrisa se extendió sobre sus labios y entonces Vegas entendió lo que sucedía.
―Me tengo que ir― susurró el.
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NOOOOO, NO TE VAYAS PETE!PD; En la historia original obviamente no existe el personaje de Macao, ya que no mencionan a la familia del personaje principal, pero honestamente yo amo mucho a Macao y más la relación que tiene con Pete y por eso quise ponerlo c:
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When you're gone •VegasPete•
General Fiction"When you're gone the pieces of my heart are missin' you... Segunda parte de Stockholm Syndrome. Adaptación