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―¿Dónde está Pete?― preguntó Vegas. Miró a Ken y este no supo que responder. ―Imbécil, te acabo de hacer una pregunta, ¿Dónde está Pete?― volvió a preguntar, esta vez más alterado.

―El...― Ken se aclaró la garganta. ―El salió y dijo que volvería en unos minutos.

―Debe estar cerca― afirmó Kinn.

―Damnit!― se quejó Vegas. Tenía los nervios en punta.

No, no, Pete tenía que estar bien. Si algo llegaba a pasarle no sabría de que sería capaz. 

―Todo esto es tu maldita culpa― se abalanzó hasta Ken, en el intento desesperado por desquitarse de aquella gran culpa que sentía dentro de suyo. Pero Pol lo detuvo, se interpuso entre los dos.

―¡Cálmate!― le gritó. Vegas se soltó de inmediato del agarre de Pol. Golpeó la puerta con la palma de su mano haciéndola resonar. ―Si no está aquí en unos minutos.

―Ese imbécil lo tiene― Vegas tragó saliva. ―Estoy seguro que ha sido él.

Entonces Arm no pudo contenerse sobre el torso de Pol, quien lo tomo de la cintura fuertemente. Era muy fuerte, pero había algo que lo hacía débil y era ver a Arm de esa forma. Recordar junto a el la manera en la que habían abusado de el, le dolía, le dolía muchísimo.

―¿De que están hablando?― preguntó Kinn

―Es una larga historia― contestó Pol. ―Pero estoy seguro que tú también recuerdas a Porsche Pachara.

El rostro de Kinn empalideció. ¿Porsche? Joder, ahí estaba de nuevo ese estúpido nombre.

―Sí― contestó.

―Es quien se llevó a Pete.

―¿Cómo lo saben?― intervino Ken. ―¿Qué tiene que ver Porsche con Pete?

Vegas solo se quedó pensando "¿Qué tiene que ver Porsche con Pete?"

Esa era el dilema Porsche no tenía nada que ver con el, pero sí con Vegas.

Se estaba vengando. Y estaba tocando lo más preciado para él. Nada le importaba más que tener a Pete con él en ese instante.

Sentía tanta impotencia por dentro. Le había prometido que a su lado nada llegaría a pasarle, aunque sabía que iba a ser difícil se había propuesto cumplir esa promesa hasta que el destino lo quisiera, o mejor dicho, hasta que el de algún modo dejara de quererlo si es que eso llegaba a suceder, pues él jamás lo dejaría de hacer.

Una promesa que cumpliría así fuese lo último que tuviera que hacer.

Nadie podía lastimar a Pete, su Pete. 

When you're gone •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora