―Si quieres al final te regalo la cinta― le dijo divertido. Pete no quiso mirar lo que hacía. Cada cosa que escuchaba de su boca solo le provocaba nauseas. Sus pequeñas lágrimas no dejaban de salir. ―¿Por qué lloras?― le preguntó fingiendo estar interesado. Fue cuando se acercó a la butaca en la que Pete se encontraba sentado. ―¿Tienes miedo?
Pete levantó la mirada. Encontrándose con los profundos ojos de Porsche. Llenos de odio, de rencor, de ganas inmensas por hacer daño.
―¿Crees que mi hermano no lo tuvo?― gritó esta vez. La piel de Pete se erizó de nuevo, supuso que sus manos estarían sudando frío. Pero no lo sentía. No, no podía. La circulación en sus manos se le estaba cortando por la manera en la que se encontraban amarradas. ―¿Crees que el se sintió feliz cuando Vegas y sus amigos le dejaron marcas en el cuerpo mientras abusaban de él?― le preguntó de nuevo, esta más cerca a su boca.
Pete se sintió asqueado. ―Así vas a sentirte tú, bonito así y sabes que Vegas después podrá verlo― miró a la cámara. ―Sonríe― sonrió.
―El no estaría feliz con esto― murmuró Pete. Con un tono de voz casi nulo.
―Cállate, el me ha pedido esto. El me ha dicho que quiere observar como cada uno de esas escorias sufre tanto como yo sufrí.
―¡Estás loco, maldito bastardo!― gritó Pete. Impulsivo. Intento decir algo de nuevo, pero el puño de Porsche volvió a golpearle el rostro. Esta vez logrando romperle el labio inferior por la intensidad del golpe. El no lloró esta vez. Escupió sangre al suelo.
―El bastardo aquí, es tu querido Vegas― inició él. Sabiendo que eso sería lo que más le dolería a Pete. Escuchar la verdad. ―Porque Vegas le abrió las malditas piernas y lo folló como a ti, como a todas las putas a las que se ha tirado― la fricción volvió.
Necesitaba llorar. Descargarse. Los ojos se le llenaron de lágrimas al más mínimo segundo de escuchar su nombre.
―Seguramente te ha dicho que tú no eres otro más ¿Cuántas veces te ha abierto las piernas?
Pete le escupió en el rostro. Él se abstuvo para no golpearlo de nuevo. No ganaría nada con eso. Al contrario, solo le dio fuerzas para comenzar con su verdadera venganza.
―A Vegas le encanta el sexo― se rio. ―Y seguramente esto le gustará― se bajó los pantalones.
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Pol detuvo el auto. Había hecho un gran esfuerzo por dejar solo a Arm, mientras él acompañaba a Vegas, pero sentía que debía hacerlo para evitar otro tipo de tragedia.
―Es aquí― le indicó. Vegas bajó del auto, Pol hizo lo mismo. El lago se encontraba bajo las dos únicas casas que encontraban en esos terrenos. Los padres de Pol siempre habían tenido dinero, y esas eran unas de las casas más codiciadas del lugar.
Vegas las divisó. Como supuso. La casa de al lado era la única que se encontraba con las luces encendidas.
Decidió caminar directo hacia la casa en donde pensaba estaba Porsche.
―Necesito entrar solo― le pidió Vegas. ―Por favor y quiero que lo entiendas, es un tema personal. Algo que debo aclarar con él si es que en verdad está ahí dentro.
―Sé lo que es― afirmó Pol. ―Toma― se regresó al auto y abrió uno de los estantes de este para sacar una arma común. ―Está cargada.
Vegas asintió. Esto no le daba miedo en lo absoluto. Matar era sencillo. Sencillo para él. En realidad todo lo era, todo, menos tener que afrontar que Pete podía resultar herido en todo esto. Esta vez Vegas se adentró.
Bastaron algunos golpes y la puerta principal cayó.
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Le desató las manos. Lo tenía desnudo frente a sus ojos. Esta vez no se había abstenido de llorar. Tenía miedo. Miedo más que nunca. Sabía que esta vez no tenía escapatoria. Esta vez no tendría dos opciones por escoger. Una vez desatado quiso salir corriendo de ahí.
El lo tiró con fuerza a la cama del costado. Se dio tiempo para acomodar la cámara, para que esta tuviera todos los detalles de lo que estaría apunto de hacer.
―Quiero que grites― le ordenó. ―Que grites tanto como mi hermano lo hizo― Pete lo miró aterrorizado desde abajo. Intentó irse de nuevo, pero él volvió a tomarlo de nuevo. Rozando su miembro y sus testículos con sus jeans. Bajó sus labios. ―¡No te muevas, zorra!― le gritó. Le besó el cuello, mientras Pete se movía, tratando de liberarse.
Pete, solo deseaba morir.
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Cruzó la cocina y la sala principal. Mierda. Sacó el arma. Aún no escuchaba nada. Pero sabía que se encontraba ahí.
¿Dónde estaba?
"¿Dónde estás? Vamos Pete, dame una señal por favor"
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Los labios de Porsche le besaron. Mientras sus manos se encargaron de bajarle los jeans con brusquedad dejándolo en braguitas.
―Vaya que sorpresa― se relamió los labios. ―Mira como me pone todo esto― bajó su propia mirada para observar la erección entre sus piernas.
Pete cerró los ojos. Los cerró tan fuerte, la cabeza comenzó a dolerle.
"Vegas" susurró en su mente. Y no supo por qué. Solo había sido un impulso provocado por sus propios nervios.
"Vegas" volvió a repetir. "Por favor, ayúdame" y algo, como si fuera algo sobrenatural, algo sin explicación le decía que debía gritarlo. Debía hacerlo.
―¡Vegas!― gritó fuertemente. Porsche se detuvo para observarlo. Lo miró con furia.
―Cállate, maldita sea― le dijo por última vez.
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"Vegas" escuchó. Era él, era Pete. De manera rápida supo que venía de la parte de arriba.
"Estás aquí mi amor, estás aquí y te prometo que no va a pasarte nada".
Vegas, subió corriendo las escaleras.
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―¿Vegas?― le gritó Porsche. Lo tomo de los brazos por un tiempo, haciendo que el perdiera la fuerza. ―¡Te vas a tragar ese maldito nombre!― le besó la boca con brusquedad, haciéndolo gemir por la fuerza.
Plantó sus manos en sus caderas, apunto de bajarle las bragas de un tirón y comenzar con su cometido.
―¡Suéltalo!― la puerta de la habitación se abrió rápidamente. ―No te atrevas a ponerle un dedo más encima― le amenazó. Porsche se volteó, desnudo sobre Pete, mostró una sonrisa victoriosa. Vegas tragó saliva. ―No lo hagas, maldito bastardo o te mato.
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When you're gone •VegasPete•
Ficción General"When you're gone the pieces of my heart are missin' you... Segunda parte de Stockholm Syndrome. Adaptación