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A Lee SeokJin le hacen la propuesta de ser el asistente personal del hijo de el empresario más importante de Daegu. Sin embargo, al aceptar, acepta de igual manera el romanticismo y la pasión que le embarga cuando mira esos ojos esmeralda, tan...
"Déjame decirte que eres como el viento, me golpeas y te vas sin decir 'lo lamento'"
Daegu, Corea Del Sur
El silencio y la paciencia es una virtud, estos a menudo no se pueden encontrar en una sola persona, mucho menos en situaciones desesperantes, simplemente perdemos el control. Pero, ¿a quién culpamos? a veces las situaciones no necesitan palabras para entenderlas, sin embargo para creer palabras necesitamos situaciones.
¿O no?
—Nunca te haría daño, vida mía— se apresuró a decir, con el labio inferior temblando.
El castaño soltó una risa seca y sin gracia.
—Esto es demasiado paradójico, Taehyung, no te atrevas a decir que no me haces daño porque si no lo hicieras, posiblemente no estuviéramos aquí con el corazón en la garganta, ¿sabes? — Dijo con resentimiento.
—Te juro por todas las divinidades que nada es lo que piensas. ¡Él me drogó! Créeme, por favor... — Confesó angustiado.
—¿Cómo podría, sin embargo?, simplemente no puedes llegar, verte besando y teniendo coito con un desconocido para mí y creerte ciegamente, Taehyung...— su voz sonaba inestable, su corazón bombeaba fuerte en su pecho y una ola de malestar abarcaba todo su ser.
Taehyung abrió suavemente sus belfos rojizos queriendo protestar, pero se encontraba en la deriva, nadie lucha contra la verdad si quiere tener dignidad. No tenía ningún tipo de excusa o pretexto que podría demostrar su veracidad, así que, sólo optó por mirar a su lado contrario con el pecho estrujado.
SeokJin, sin querer estar otra hora bajo la intensa lluvia, infló su pecho de dignidad y volteó con intenciones de marcharse.
Y esta vez, no hubo brazo ni tormenta que lo detuviera.
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—¿Noche difícil, caballero?— cuestionó el atractivo muchacho de huequillos en las mejillas de aquel bar.
—Ni se imagina— Taehyung se sentó en el taburete y apoyó sus codos sobre la mesa de roble.
—¿Con qué desea comenzar esta noche, caballero sin armadura?— Preguntó indulgente.
—Everclear 190, por favor.
—En seguida.— respondió el barman, tambaleando sus falanges en las diferentes maderas del lugar.
En cuanto se quedó en completa soledad, su ropa gateando incesantemente sobre el suelo le daba escalofríos. Vio todo el lugar perfectamente organizado, limpio y luminoso. Sin embargo, le pareció molesto, su cabeza le daba vueltas y ahí fue donde las lágrimas recorrieron su ser de cabeza a pies, soltando leves hipos de vez en cuando. Nunca se había considerado una persona sentimental, mucho menos sensible, pero esa vez se permitió ser débil, porque ya había sido fuerte toda su vida.