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A Lee SeokJin le hacen la propuesta de ser el asistente personal del hijo de el empresario más importante de Daegu. Sin embargo, al aceptar, acepta de igual manera el romanticismo y la pasión que le embarga cuando mira esos ojos esmeralda, tan...
-¿Quién dijo que estaba enojado?- preguntó abultando sus labios que el contrario intentó besar pero se apartó.
-Por el hecho que no dejas que te bese, ni me miras, y tienes el ceño fruncido.
-No es verdad.
El de mirada verdosa intentó de nuevo besarlo pero se apartó de nuevo.
-¿Ves?, no dejas que bese tus lindos labios.
-Es que, eres un imbécil- respondió viéndolo fijamente con su ceño fruncido.
-¿Por qué, bonito?
-No me dijiste nada después que tuviéramos sexo y yo sí, significa que no te gustó- dijo su razón, con sus ojos poniéndose húmedos por las lágrimas que amezaban en salir.
-Ay, bonito- lo atrajo hacía él, abrazándolo, poniendo a Jin sobre su pecho, acariciando su espalda mientras que el menor ocultaba su rostro en su pecho, abrazándolo también.- Me encantó rotundamente estar contigo, tu piel y tu cuerpo me lograron enloquecer.
El menor sonrió y besó la comisura derecha de el mayor. Este, alzó más su mentón y le dió un último beso en sus dulces y esponjosos labios.
Para luego dormir abrazados, con sus corazones latiendo al unísono, con el alcohol nublando sus sentidos y conciencia.
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Eran las 5:10 am cuando Choe Jungkook fumaba a la luz de la luna, con su torso desnudo y los pantalones colgando en sus caderas. Estaba sentado en un pequeño banquillo, con su cabello desordenado y labios húmedos.
Al fumar, se sentía tranquilo, un poco de paz llenaba su organismo, la paz que lo abandonó desde hace 1 año.
La razón fue SeokJin, siempre fue él.
Si tan solo hubiera una maldita máquina del tiempo para poder regresar al 2008, y besar los encantadores labios de su ex-novio. Sin necesidad de pelear, gritarle y reclamarle por algo que sabía que no había hecho.
Dios, era tan grandisimo idiota.
Se arrepentía demasiado, los cortes en casi toda su piel lo demuestra. Sabía que no era suficiente, sabía que no podía regresar en el tiempo e impedir lo que el destino le tenía planeado.