PATRONUS (Remus Lupin)

13

Año nuevo
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CAPITULO 13

"I've never seen the sky this color before
It's like I'm noticing everythin' a little bit more"

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Eran vísperas de año nuevo. Las vacaciones estaban por terminar y los días habían estado pasando muy lento. Elizabeth sentía sus fuerzas muy renovadas, su patronus cada vez era más fuerte y lo sentía distinto, como con más luz y poder. Sin duda, el hecho de que no hubiera cientos de estudiantes alrededor lograba que los dementores no presentaran tantas ansias. El castillo estaba solo la mayoría del tiempo, los pocos estudiantes que se quedaron estas vacaciones pasaban el tiempo en sus respectivas salas comunes.

Algo muy curioso estaba pasando desde navidad y aunque Elizabeth no quisiera estar malinterpretando las cosas, estaba casi segura de que Remus la estaba evitando a toda costa. Por las mañanas el chico termina su desayuno minutos después que ella se sienta a su lado, ya no se detiene a tener charlas en los pasillos cuando se encuentran y por ningún motivo lo ha vuelto a ver por las cocinas en las noches, que es cuando a veces coincidían. En su mente trata de encontrar alguna razón por la cual pudiera estar molesto, pero nada parece encajar con este nuevo cambio de humor.

Por su parte Remus se siente verdaderamente frustrado. El día de navidad, cuando Elizabeth fue a visitarlo y se quedó el resto de la tarde y gran parte de la noche a su lado, el chico comenzó a dar nombre a sentimientos que habían despertado en el desde hace semanas. Al principio era bastante obvio que se sentía atraído físicamente por Elizabeth, desde que la vio por primera vez en el expreso de Hogwarts lo noto, al no poder despegar su mirada de ella, y es que la chica aparte de ser muy atractiva sigue siendo la misma chica con la que tuvo un pequeño amor platónico en algunos de sus años en Hogwarts, aunque jamás se lo admitiría. Sin embargo, las últimas semanas las cosas habían sido diferentes, se encontraba a si mismo pensando en Elizabeth la mayor parte del tiempo, cuando daba clases, cuando preparaba su semana, cuando tomaba duchas... y sobre todo antes de dormir, siempre estaba pensando en ella. Cuando la veía sentía sus manos empezar a sudar y tenerla cerca era algo a lo que se estaba acostumbrando, se aprendió de memoria el olor de su cabello, la forma en la que sus labios se mueven al hablar y como se acomoda el cabello detrás de la oreja, tanto que ha tenido que detenerse varias veces de hacerlo el por ella. Desde el último encuentro en su oficina donde casi pierde por completo el control de sí mismo y de no haber sido por Snape probablemente la hubiera encerrado en su recamara por horas, tener a la chica cerca se había convertido en un martirio, al principio creía que era por la tensión sexual que había crecido entre ambos, pero en navidad se dio cuenta de que no solo quería tener a Elizabeth presionada contra todos los lugares posibles, también quería tenerla cada mañana a su lado con tal de verla despertar como lo hizo esa madrugada en la enfermería, con las mejillas sonrojadas y los parpados ligueramente hinchados.

Si había algo que Remus Lupin había aprendido por sí mismo, era no dejar entrar a la gente lo suficiente para hacerle daño o para dañarlas. En toda su vida, jamás se había permitido a si mismo tener sentimientos por una mujer que no fueran más que deseo u atracción, sabía perfectamente que no estaba hecho para una relación comprometida, por lo que había pasado desde su juventud teniendo relaciones casuales basadas solamente en el sexo. Esto no era porque fuera un idiota que se aprovecha de las mujeres, al contrario, siempre que se involucraba con alguien, que tampoco era algo muy frecuente, dejaba bastante claro cuál era su postura y lo que tenía para ofrecer. La mayoría parecía satisfecha. ¿Qué podría ofrecer? Nada más que sexo. Dentro de sus posibilidades no estaba poder formar una familia, por miedo a heredar su condición, tampoco estabilidad económica, ya que apenas y podía salir adelante con sus propios gastos, mucho menos estabilidad emocional, formar parte de la vida de un licántropo puede resultar más difícil de lo que parece, constantes cambios de humor, recaídas de salud, y por supuesto, el hecho de convertirse en un monstruo sin sentido o conciencia poniendo a todo ser humano que lo rodee en peligro mortal.