capítulo 17 | pintura en la pared

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Kylie no hacía otra cosa que no fuera recorrer todos los rincones de casa de los Fisher

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Kylie no hacía otra cosa que no fuera recorrer todos los rincones de casa de los Fisher.

Las paredes blancas, el suelo de mármol, el techo y sus lámparas. Aún sin tener muebles y toda la decoración que hacía la casa única, la esencia de verano embriagaba todos los rincones del lugar.

Le traía tantísimos recuerdos. Algunos que no sabía que permanecían en su mente hasta ahora.

Puede que de cierta forma, hubiera perdido su magia. La casa estaba a punto de ser vendida, para pronto pasar a ser propiedad de una familia aleatoria que no tenía ningún tipo de vínculo con ella.

Kylie siempre había amado aquella casa, con todo su corazón. Recordaba decirle a su madre lo mucho que le gustaba pasar tiempo en la vivienda, riendo con Jeremiah o jugando con las muñecas de Belly. Había sido una gran parte de su vida.

E incluso si ya no tenía demasiado que ver con ella, Kylie aún sentía que algo le hacía permanecer atada a aquel lugar. Un hilo invisible, que nunca jamás se rompería.

No era sólo la casa de Conrad y Jeremiah, sino que también lo era de Steven y sobre todo, de Belly. Y puede que Kylie ya no estuviera muy involucrada en la ecuación, pero la chica seguiría recordando el lugar como el único sitio que había sentido su hogar.

— ¿Quieres ver algo divertido? – le preguntó una voz por detrás, dándole un pequeño susto. Para Kylie fue inevitable estar preparada para pegar los puñetazos que fueran necesarios.

Sin embargo, la chica inmediatamente se relajó cuando sus ojos se posaron en aquel cabello rubio y rizado, que solo podían pertenecer a una persona.

— Enseñamelo – exigió Kylie, mirando la sonrisa dulce de Jeremiah. Una de las sonrisas -por no decir la que más- bonitas que la rubia había visto en su vida.

Era extremadamente raro que Kylie y Jeremiah nunca hubieran tenido ningún tipo de sentimiento romántico por el otro. Aún siendo niños, pasaban todo el tiempo juntos, haciendo la primera tontería que se les pasara por la cabeza.

Eran cómplices, siempre estaban dispuestos a meterse en un embrollo por el otro. Incluso cuándo podían entregar al otro como culpables y librarse de las consecuencias, siempre pagaban el precio de sus estupideces juntos.

Sin embargo, Kylie siempre estuvo enamorada de Steven, y Jeremiah siempre estuvo enamorado de Belly. Era algo que los rubios sabían desde antes de comenzar a ser amigos.

Por ello, y aunque lo natural pudiera parecer que los que se hubieran enamorado fueran ellos, eso no había ocurrido nunca. Al menos, no en esta vida.

— Ven – le indicó Jeremiah, agarrando la mano de Kylie para guiarla a través del pasillo hacia la cocina.

Allí, Jeremiah se sentó en el suelo, dirigiendo su mirada a la esquina. Usando la fuerza bruta, el rubio apartó la encimera, dejando a la vista la silueta de dos manos pequeñas, que permanecían pintadas en la pared.

UMAMI ; the summer I turned pretty (cam cameron | steven conklin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora