Cousins Beach siempre ha sido un lugar especial para Kylie.
El lugar donde pasó los primeros años de su vida. Dónde creció. Donde se formó como persona. Donde experimentó por primera vez lo que era la amistad, así como el amor.
El lugar en donde g...
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— He decido quitar la casa del mercado. – anunció Julia, recibiendo ovaciones de felicidad por parte de todos los presentes.
— ¡Sí! – celebró Skye, abrazando a su madre por la espalda. Estaba muy feliz de que finalmente hubiera entrado en razón.
Jeremiah alzó a Belly en el aire, sintiendo una oleada de emoción recorrer su cuerpo.
Tanto que habían intentado, y lo único que necesitaban al final era contar con Laurel.
— Pero no celebremos aún. – aportó Laurel. Al Julia decidir que retiraría la casa de las ventas, todo parecía muy sencillo, cuando la realidad era muy diferente. — Aún necesitamos convencer a tu padre de que compre la casa a Julia.
— Y además, tenemos otro problema – añadió Julia de brazos cruzados, mirando a Conrad fijamente.
— ¿Qué problema? – preguntó el mayor de los Fisher, que no entendía que más había que hacer además de convencer a su padre.
— Hoy venían los compradores. – anunció Julia, haciendo que todos los presentes se miraran entre ellos con terror.
— ¿Pero no hay problema, no? – preguntó Jeremiah confuso. No entendía donde estaba el inconveniente en toda esta situación. — Si quitas la casa del mercado, no podrán comprarla. No hay nada que puedan hacer para cambiarlo.
— Lo sé. Pero han venido a Cousins sólo por ello, y estaban preparados para hacer la transacción. – explicó Julia, quien se estaba comenzando a sentir mal por sus clientes. Pensaban que iban a obtener la casa al fin, y resulta que la oferta ha cambiado. — Además, le debo algo desde hace tiempo.
Laurel miró a Julia, sin tener ni idea de a quién podría estar endeudada la hermana de su amiga. — ¿Quién es?
Pero antes de que a Julia se le diera la oportunidad de contestar, el timbre de la casa sonó.
Con una pizca de terror de que fuera el comprador misterioso, Jeremiah se acercó a la puerta, abriéndola con miedo.
Sin embargo, cuando sus ojos se posaron en la preciosa Kylie, se tranquilizó de inmediato.
— Buenos días. – saludó Kylie sin apartar la mirada de Jeremiah, de manera que no pudo notar el hecho de que Julia y Laurel también estaban presentes. — Sé que el día de ayer fue difícil, así que os he hecho galletas. Cómo sé que Skye era intolerante también he hecho otras sin gluten.
Sin pensarlo dos veces, Steven corrió hacia Kylie, y la envolvió en un abrazo tan fuerte que la rubia no tenía opción de siquiera soltarse del agarre. Así que, sin mucha otra opción, la chica escondió su cabeza en el pecho de Steven, un tanto confundida ante el repentino acercamiento.
— Yo también... ¿Me alegro de verte? – dijo Kylie, sin entender porque Steven parecía tan cariñoso. No era el tipo de persona aficionada a las muestras de afecto, se podría decir.
