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Entré a la habitación llena de sellos y cerré la puerta detrás mío

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Entré a la habitación llena de sellos y cerré la puerta detrás mío. Hice una mueca al ver el brujo. Feo, muy feo. Puaj, y completamente calvo. Y verlo sin camisa tampoco era un privilegio. Mejor terminaba con esto pronto antes de que el arrepentimiento me dominase y me fuese a echar una siesta. 

Me acerqué y chasqueé los dedos. La soga desapareció cuando el brujo se creyó la ilusión.

-Mira, no me interesa ni tu nombre ni tu vida. Solo estoy aquí para exprimirte toda la información que tengas. Y para acelerar esto, te voy a informar de lo que va a pasar. Mis Ojos pueden detectar si estás mintiendo o ocultando algo, así que desembucha o vas a probar lo que es tu peor pesadilla. Supongo que sabrás quien soy y que no estoy mintiendo. Pero, por si acaso, te lo diré de nuevo. Mi nombre es Airi Igarashi, última de mi clan y con la técnica Illusion en mis manos, capaz de hacerte sufrir a unos niveles inhumanos y no me da miedo hacerlo. Te recomiendo que empieces a hablar si no quieres saber cómo terminaron todos los brujos a los que interrogué y callaron, tuve que pagar su psiquiatra encima. Y no me apetece hacerlo contigo. -activé mis Ojos y lo miré. Me fijé en su corazón y en la rapidez a la que iba mientras el hombre empezaba a hablar. Por la velocidad en la que latía, no estaba mintiendo. Parecía ser que su jefe no le había contado más detalles que la distracción de los profesores a cambio de los huesos de Satoru para hacer un pechero. 

Puaj.

Asqueroso.

Completamente asqueroso.

Venir había sido una completa pérdida de tiempo.

Ese brujo solo era un simple peón desechable que ya habían tirado. Inútil e inservible para mí. Como una Pesadilla Maldita era algo que me daba demasiada pereza y era una pérdida de energía, me limité a volver a atar sus manos contra el techo e irme sin decir nada más.

Y había dado un discurso para nada.

Mi vida apestaba en ese momento.

Me dirigí a la cocina para hacerme un café y ver lo que quedase del partido de béisbol que los chicos estaban teniendo. 

Iba a hacerme mi segunda taza cuando Ijichi entró

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Iba a hacerme mi segunda taza cuando Ijichi entró. 

-¿Café?

-No gracias, Igarashi-san. -me encogí de hombros, él se lo perdía. -Hay una maldición de grado dos en Yokohama que requiere su presencia.

-Que manden a unos grado 2 para terminarla.

-Hace una semana mandaron a uno de grado 2 y otro de 3 y fueron encontrados muertos cuatro días después.

-Vaya. -Ijichi me pasó el informe y lo ojeé mientras me llevaba mi segunda taza de café a mis labios. 

No había mucho. Solo el área general y el recuento de treinta desapariciones alrededor. Suspiré.

-Iré cuando me termine esta taza y una tercera. -decidí mientras me sentaba en la mesa y sacaba mi móvil para curiosear un rato. Ijichi asintió y supuse que declaró que esa maldición estaba bajo mi cargo en esa tablet suya. 

Me tomé mi tiempo, la policía también necesitaba tiempo para despejar la zona por lo que apresurarme no serviría de nada. Me debatí internamente si debía comer algo por si tenía hambre en la misión, luego lo descarté ya que era un grado dos. No debería tomarme más de media hora.

Terminé con m tercera taza de café en veinte minutos y me levanté.

-Vamos Ijichi. Abre el camino. -me levanté dejando la taza en el fregadero y seguí al hombre. Vi por el rabillo del ojo a Maki mandar la pelota al cielo por una de las ventanas en los pasillos y sonreí, aquello nos daría la victoria. 

-Momo Nishimiya ha sido autorizada para usar su técnica durante el partido.

-Oh vamos. -bufé cuando Ijichi aplastó mi canto de victoria interno sin piedad. -Igualmente ganaremos. -me encogí de hombros.

El mensaje que Satoru me mandó veinte minutos después cuando estaba en el coche lo confirmó. Sonreí y guardé el móvil en mi chaqueta de uniforme, prefiriendo observar la vegetación mientras llegábamos a Yokohama.

-Ijichi, ¿se ha descubierto la causa de la muerte de las víctimas de la maldición?

-No Igarashi-san. Solo que todos fueron encontrados sin líquido cefalorraquídeo.

-Ya veo...

Las maldiciones que preferían un tipo de sustancia siempre eran las peores. 

Llegamos a la Universidad Nacional de Yokohama. 

Al menos no era un hospital, esos eran siempre asquerosos.

-Te encargo el Velo, Ijichi.

Y silbando, me adentré al campus de la institución. Exorcicé fácilmente a las maldiciones de grado cuatro y tres que me topé en el camino, incluso vi una de grado dos en algún pasillo. 

Finalmente, noté la presencia de un grado uno en una de las aulas. Parecía ser que habían etiquetado incorrectamente esta maldición y por eso no había podido ser exorcizada correctamente. Suspiré, la rabia hacia los altos mandos controlada, y me conformé con insultarlos mentalmente.

Con eso en mente, abrí la puerta corrediza y me tomé directamente con unos ojos rojos giratorios. 

Bueno, mierda.

Cerré los ojos instintivamente.

Hubo un pico de energía maldita y luego nada. 

Abrí los ojos.

Un cuerpo ensagrentado me recibió.

Yo escribiendo Yokohoma todo el rato

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Yo escribiendo Yokohoma todo el rato. Luego abro Maps para ver cuánto se tarda en llegar desde Tokio y me doy cuenta de que se escribe Yokohama. Quedé con cara de estúpida.

Y sí, voy a cortar el capi aquí. Es cortito, pero el próximo será una monstruosidad (preveo que serán unas 3000 palabras) así que be ready. Y no, no me he olvidado del Ojo de Diamante. 



𝐈𝐋𝐋𝐔𝐒𝐈𝐎𝐍 [JJK] ˢᵃᵗᵒʳᵘ ᵍᵒʲᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora