-Itadori, vamos. -dije mientras entraba al edificio. El chico estaba hablando con una madre de los desaparecidos. Antes de entrar, le hice una seña a Ijichi para que pusiese el Velo. No quería problemas.
Mientras caminábamos para ingresar al pasillo del centro, Megumi invocó a un lobo de Jade, Shiro, para guiarnos e informar sobre la presencia de alguna maldición. Al entrar, noté que esto no era de dos pisos como se notaba afuera. No había de ser un genio para saber que estábamos dentro de una expansión territorial y que la salida había desaparecido. Maldije de nuevo a los estúpidos peces gordos. Itadori y Nobara entraron en pánico pero gracias al cielo Megumi los calmó alegando que Shiro encontrará la salida.
Bufé cuando sentí una gran cantidad de energía maldita en algún lado del lugar. Tras adentrarnos en el edificio, vimos unos cuerpos que habían sido víctimas del vientre. En aquel momento, Itadori deseaba salvarlos pero Fushiguro lo detuvo. Siendo lo que parecía ser el inicio de una discusión. A mi lado, Nobara intentó detenerlos. Cuando aún estaba hablando, noté energía maldita por algún lado. Antes de que pudiese advertir a los chicos, algo tragó a la chica al lado mio. Al notar como se formaba un vacío en mis pies, rápidamente lo convertí en una ilusión. Apretando los labios, maldije de nuevo mientras debatía si seguir a Kugisaki o quedarme con los chicos. No pude decidir antes de dar una patada a la maldición que se había posado al lado mio. Por el rabillo del ojo, noté como el perro de Megumi estaba muerto.
-Chicos, salid de aquí y buscad a Nobara.
-Pero sensei...
-Dejádmelo a mi. Esta maldición será como un juego de niños. -les dije guiñándoles un ojo mientras volvía realidad unas flechas explosivas para lanzarlas a la maldición y así distraerla. Yuuji intentó quedarse pero para mis suerte, Megumi se lo llevó a rastras. Sonriendo mostrando mis dientes, me preparé para acabar con ese estúpido vientre maldito y luego decirles unas no muy bonitas palabras a esos viejos peces gordos.
-Bueno, acabemos con esto rápido. Me quiero largar de aquí para tomarme mi café diario. -me desplacé rápidamente para darle un buen tortazo pero el vientre era rápido. Esquivó mi ataque y intentó darme un puñetazo cargado de energía maldita que, obviamente, falló.
El ser saltó hacia atrás mientras reía. En ese momento supe que podría ser una maldición de grado especial pero comparado con otros de su mismo rango, esta maldición era muy débil.
-Extensión de domi... -no pude acabar cuando noté una poderosa presencia detrás mio. No acabé de extender mi dominio para poder defenderme de ese ataque. Serrando dientes, me levanté ya que me había agachado para utilizar la menor cantidad de energía posible.
-¿Y tú quien narices eres? -le pregunté a la maldición con un volcán en su cabeza. Su apariencia era patética pero notaba que tenía bastante energía maldita en su interior. Con eso, deduje fácilmente que era otra maldición de grado especial. Observé atentamente a ambas maldiciones. La que más problemas sería la de cabeza de volcán pero no debía descuidarme demasiado de la otra.
-Que remedio... -suspiré cerrando los ojos. Sin abrirlos, esquivé sus ataques hasta que noté que habían pasado ya diez minutos. Cansada de tanta estupidez, volví a comenzar a extender mi dominio. Pero la intervención de mis alumnos me detuvo. Abriendo los ojos, me posicioné delante de los chicos para convertir en ilusión el ataque del vientre.
-Os dije que os marcharais. -les dije fríamente. Estaban poniendo en riesgo su propia vida por una nimiedad.
-Eso les dije pero ni me escucharon. -el único que respondió fue el azabache. Soltando un suspiro, conté mentalmente hasta diez. Yuuta no era tan problemático. Por una parte, agradecía su preocupación pero por otra, deberían no cuestionar tanto las órdenes de un superior(aunque yo fuese de las primeras en desobedecerlas, irónicamente).
-Bueno, no vamos a hacer nada si discutimos. Luego hablaremos de esto. Por ahora, acabaremos con estas maldiciones.
-Sensei, solo hay una maldición.
-¿Cómo? -sorprendida, busqué a la maldición cabeza volcán. Maldiciéndome por lo bajo, me enfoqué en la maldición que debíamos matar. Ya luego pensaría en cabeza volcán.
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𝐈𝐋𝐋𝐔𝐒𝐈𝐎𝐍 [JJK] ˢᵃᵗᵒʳᵘ ᵍᵒʲᵒ
FanfictionAiri es una de las mejores entre las mejores. Con tan sólo 27 años, es una hechicera de grado especial considerada una de las mejores entre estos. Por pedido del director del Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio, vuelve a Japón tras años...