𝐈𝐋𝐋𝐔𝐒𝐈𝐎𝐍 [JJK] ˢᵃᵗᵒʳᵘ ᵍᵒʲᵒ

19

Bienvenidos al capítulo más largo hasta ahora.

Mi nacimiento fue uno que no desearon. No fue porque fuese uno no planeado, sino porque nací sin energía maldita. En el momento en el que estallé en mi primer llanto mis padres lo supieron y por ello me tuvieron que desechar. Mi padre era el sobrino del jefe de los Igarashi en aquel momento y solo tenía dos primos en su contra para heredar el puesto. Pues en el clan Igarashi el heredero era aquel que tenía más potencial en cuanto a hechicero. Una niña sin energía maldita no era útil para mi padre desde un punto de vista externo, y mantenerme solo habría significado debilidad. Aunque aquello yo no lo sabía.  

Así que siempre pensé que ser tratada como una muñeca de la que todos se burlaban cuando salía era algo injusto cuando era una de las hijas de uno de los posibles herederos del clan. Pues mis padres nunca me habían tratado como una sirvienta como lo hicieron con mi primo segundo, fríamente sí. Pero nunca me descuidaron y a veces los pillaba mirándome con cariño, así que nunca dudé de su amor por mí. Por eso nunca entendí las burlas hacia mí. Fue cuando tenía cuatro años que me lo explicaron. 

No tenía energía maldita, por ello era inferior. 

Me mordí el labio y lo acepté, nunca mencioné que podía ver las maldiciones incluso sin energía maldita. 

Fue ese el error de todos.

Los portadores de los Ojos de Diamante necesitaban un suceso de gran impacto emocional para despertarlos y poder usar la energía maldita y la técnica a la perfección. 

Y como hacía siglos que no había un portador de Ojos de Diamante, muchos se habían olvidado de ese pequeño detalle. 

Mi vida continuó, cada vez más miserable una vez que presionaron a mis padres para que me tratasen como mi primo. Más tarde descubrí que la orden había sido dada por los altos mandos de los clanes principales ya que al primer hijo de mi tío abuelo se le había "deslizado la lengua" al informar de mi trato en medio de una reunión entre clanes. Poco a poco mi infancia fue opacada en el corto lapso de un año. Fue en ese entonces, cuando ocurrió.

El asesinato de mi primo. 

Uno de los pocos que nunca cambió su actitud cariñosa hacia mí. 

Asesinado por su propio padre al ser una burla del clan.

Grité y lloré cuando vi el cuchillo en el abdomen de mi primo de nueve años al abrir la puerta de su habitación. Lágrimas de sangre cayeron al suelo cuando la última palabra de Keiji Igarashi fueron mi nombre susurrado con cariño.

Mis ojos se tornaron azul celeste con toques de azul marino. Las ventanas se hicieron añicos cuando grité y caí de rodillas ante el cuerpo de mi primo. La sangre impregnó mis manos. 

-Una escoria junto a otra, que... -no dejé que terminara cuando levanté la cabeza y lo miré. En el momento en el que sus ojos notaron mis Ojos de Diamante quiso retroceder, pero fue tarde. Lo encerré en una ilusión, en una pesadilla.