—Entonces, es él... —murmuró Bemus sin poder creerlo.
—No entiendo cómo ha conseguido escapar tantos años... Pero con sinceridad te digo que yo sí creo que sea él. —aseguró el detective y volvió a fijarse que nadie dentro del lugar le estuviera prestando atención a su conversación.
—Entonces... ¿Las mazmorras...? —comenzó a preguntar el anciano, sintiendo que se le revolvía el estómago.
—Creo que las usa para encargarse de lo enemigos de los protectores de la noche... Piénsalo; lo dejan ir vivo y mantenerse oculto, mientras que él se encarga de la suciedad a cambio. —explicó el detective, dejando caer sobre la mesa su teoría.
—Es increíble... Aunque, ahora que lo pienso, de ser así, entonces nunca ha logrado abandonar la mafia. Sólo estaría fingiendo haberla abandonado. —puntualizó Bemus con el ceño fruncido.
—Sí, también puede ser posible... Honestamente, a estas alturas creo que todo lo referente a "ellos" es posible. —murmuró el hombre con indignación y Bemus lo vio manipular una de las fotografías que había puesto sobre la mesa. —No solo eso. —dijo el detective y tocó la foto en la que se veía la manga manchada de sangre de Midas. —Tengo algo más que contarte. Es sobre el secreto mejor guardado de Midas Luchzt... Creo que lo descubrí mientras hacía la investigación para ti, por error. —agregó en un susurro.
—No sé por qué siento que es mucho peor que lo demás. —balbuceó Bemus nervioso.
—Midas... Él tiene una hija. —soltó.
—¿Estas bromeando? —preguntó el Vasieliou, sintiendo que no se lo creía.
—Es una mujer joven a la que nadie conoce... O al menos eso fue lo que pude ver mientras espiaba desde el bosque. Rubia, de ojos azules y cuerpo muy delgado... Casi en extremo para la edad que estimo que tiene. —indicó el detective y Bemus sintió que cada vez Midas le parecía peor persona.
—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó Bemus, intentando ser realista. Pensó que no podían estar tan confiados a menos que hubieran realmente razones de peso.
—Lo llamó "padre" justo antes de que se la llevara a rastras hacia las mazmorras. —soltó con pesar, recordando cuantas ganas de intervenir sintió ante esa escena. La parte más difícil de su trabajo era investigar los secretos sucios de las personas sin intervenir, ni ser descubierto, cuando se trataba de casos de injusticias.
Bemus Vasileiou sintió que el estómago se le retorcía.
¿Qué clase de monstruo llevaba a su hija a unas mazmorras?
—¿Crees que él golpea a su hija? ¿Para qué habría de llevársela a ese lugar? —preguntó Bemus, temiendo lo peor.
—No sólo lo "creo", lo sé. —dijo el detective y le dio un gran trago a su vaso de agua. —Los seguí... Él la golpea en las mazmorras, Bemus... Debo confesar que de alguna manera me tranquilizó... —admitió y Bemus abrió los ojos de forma desmesurada.
—¡¿Cómo puedes decir que te tranquilizó?! ¡Golpea a su hija! —exclamó el anciano en un susurro indignado.
—Créeme; por muy horrible que sea, esa chica está en una mejor situación que muchas otras jovencitas que son abusadas por sus padres... ¡Esto es la mafia, Bemus! ¿Qué crees que sucede en un ambiente como ese? ¡Llámame loco, pero de verdad que me tranquilizó que el hombre sólo la golpeara! —exclamó, recordando las cosas horribles que había visto a lo largo de los años, gracias a su trabajo.
—¿Algo más? —preguntó Bemus, decidiendo que lo mejor era respetar la posición y forma de pensar de cada quien.
—Él está un poco loco, Bemus. Mientras la golpeaba, lo escuché decir muchas veces que no iba a permitir que ella lo dejara de nuevo. La llamó varias veces por el nombre de su difunta esposa. —dijo el detective.
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ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)
RomanceEl heredero de los Vasileiou no podía creer que su abuelo lo había vuelto a hacer. No podía creer su mala suerte. Casarse con una mujer a la que ni siquiera conocía era el menor de sus males cuando se tenía el corazón roto... Habían muchos secretos...