—No. —respondió Kal en un susurro, haciendo que el corazón de Artemisa se partiera en mil pedazos.
No llores, debes mostrarte frívola. No llores, se dijo.
—Entiendo... Entonces, ¿Vas a pedirme el divorcio? —preguntó ella con la voz rota.
—No. —respondió él de nuevo. Su voz apenas era un murmullo, porque ni siquiera sentía la convicción en sus palabras.
—¿Qué no sabes dar otro tipo de respuesta ? ¿Sólo conoces las de una sílaba? —se quejó ella y él suspiró.
—¿Qué tal si somos amigos ? —ofreció tendiéndole la mano.
—¿Amigos? —repitió ella, sintiendo que esa palabra le sabía amarga e ignorando olímpicamente la mano extendida de su esposo.
—Piénsalo. La mejor forma de llevar esto en paz, aún cuando ni tú ni yo estamos de acuerdo, es siendo amigos. —balbuceó, siendo consciente de que ni siquiera él se sentía cómodo de usar esas palabras... Pero es que no se le ocurría otra forma de llamar a eso que ellos dos podían tener. En primer lugar, estaba seguro de que Artemisa lo veía como a un hermano mayor, y en segundo lugar; él no estaba dispuesto a tocar Artemisa de otra manera que no fuera amistosa... Aunque ella le causara mil estragos a su cuerpo.
Se dijo que no merecía verla como mujer, ni pensar en ella de esa manera.
Mientras él hablaba consigo mismo, Artemisa se quedó pensativa.
Ella sentía que no podía darle respuesta a las palabras de Kal, porque sería obvio en su voz que estaba a punto de echarse a llorar.
Justo en ese instante, Kal se dio cuenta de que habían llegado al restaurante que andaban buscando
—Ya estamos aquí. —le dijo él y Artemisa asintió. Por muy loco que fuera, ella cedió ante el impuslo de tomar la mano que él le ofrecía.
Caminaron tomados de la mano hasta la entrada del restaurante.
Kal se dijo que era un gesto inocente y amigable que él mismo había iniciado... Un gesto del cual ahora se arrepentía, porque el simple tacto de la mano de Artemisa en su mano hacía que su corazón se sacudiera dentro de su pecho.
Una vez que estuvieron dentro del restaurant, el tiempo comenzó a pasar volando.
Artemisa pidió algo ligero para cenar, pues al principio tenía mucha hambre pero luego de su última conversación con su esposo en lugar de hambre sentía un vértigo horrible en el fondo del estómago. Un nudo en la garganta amenazaba con exponerla ante Kal, dejándolo ver que estaba a punto de echarse a llorar.
Comió con cierta desgana, prácticamente jugando con la comida en el plato.
Kal terminó de comer rápido, así que intentó buscar un tema de conversación que le sirviera para interactuar con Artemisa.
—Keelan me dijo que aquí en la isla habían excursiones guiadas y que eran bastante interesantes para adquirir conocimientos sobre la zona. Me dijo que habían un lugares pintorescos y actividades como las que probamos en la playa... Debo confesar que me llama la atención el snorkel y el buceo. —dijo él y le dio un sorbo a su vaso de zumo de naranja.
—Suena divertido. —respondió ella secamente.
—Artemisa, esto no puede continuar así. —dijo Kal con voz seria, sorprendiéndola. Su voz sonó peligrosamente a regaño y eso a la rubia no le gustó para nada.
—¿No puede continuar cómo? —preguntó ella tajante.
Kal suspiró, notando el enojo en la voz de su esposa.
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ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)
RomanceEl heredero de los Vasileiou no podía creer que su abuelo lo había vuelto a hacer. No podía creer su mala suerte. Casarse con una mujer a la que ni siquiera conocía era el menor de sus males cuando se tenía el corazón roto... Habían muchos secretos...