Decir que el hombre se veía grande por la mirilla era poco, en comparación a lo gigantesco que se veía estando frente a frente. Parecía algo así como una muralla... No sólo se veía musculoso, sino que era gigantesco en todos los sentidos.
Quizá el hecho de que Artemisa fuera muy pequeña sólo hacía que se maximizara el tamaño del recién llegado.
—Me enamoré... Y me mojé otra vez.—susurró Charlotte por lo bajo y Artemisa casi soltó una carcajada ante las ocurrencias de su amiga.
—Gracias por confiar en mí.—soltó él de forma brusca en cuanto las vio. Él no era bueno con las palabras... Eran muchos años de hablar poco y demostrar más. No quería asustarla, pero sabía que estaban impresionadas con su tamaño. Aunque todo eso pasó a segundo plano cuando la vio. Sintió que su corazón se conmovió a verla tan pequeña y bonita.
Se preguntó cómo había sido su vida antes de ese momento... ¿Había sido feliz a pesar de todo? ¿Había sufrido dificultades o carencias? ¿Era estudiada?
Había recibido información de que se le veía muy feliz en su matrimonio... Pero la información para él no era suficiente.
Necesitaba conocerla.
Necesitaba verla feliz con sus propios ojos, así que no descansó hasta dar con la nueva ubicación de Artemisa. La búsqueda se tardó más de lo esperado, pero ahora eso ni siquiera le importaba porque finalmente la tenía frente a él.
—Entonces...—murmuró Charlotte, intentando interrumpir la mirada extraña que el hombre le estaba dando a su amiga. Ella se moría de curiosidad por saber cómo se veía ese hombre debajo de la máscara. A simple vista parecía ser guapísimo, aunque podía ver una cicatriz algo gruesa que bajaba desde la parte desnuda de su mejilla hasta el cuello.
—¿Puedo pasar?—preguntó él y Artemisa asintió, señalándole la sala del departamento.
Artemisa notó que él estaba un poco incómodo con la presencia de Charlotte, y no pudo evitar preguntarse si acaso lo que necesitaba hablar con ella era algo que su amiga no debía escuchar. Ella había aprendido que habían cosas que era mejor no compartir con algunas personas para protegerlos y le preocupaba afectar a Charlotte.
—¿Qué es lo que necesita hablar conmigo?—preguntó ella rápidamente. Él se aclaró la garganta y ella lo vio llevar su mano a su cabello, en un gesto nervioso.
—¿Existe la posibilidad de que hablemos solos?—preguntó y Charlotte abrió la boca un poco insultada.
Artemisa sabía que ella y su amiga tenían pendiente enterarse de los resultados de las pruebas (que, por cierto, parecían quemar su piel a través de la tela del bolsillo), pero también era consciente de que el hombre no parecía dispuesto hablar con ella a menos que estuvieran a solas.
—Charlotte... —susurró Artemisa y ella rápidamente entendió que su amiga quería que se retirara.
La castaña suspiró y asintió.
—Me iré, pero estaré afuera por si algo pasa... Te aseguro que sé gritar muy fuerte y disparar armas.—agregó lo último amenazando al pelinegro, que contuvo las ganas de reír ante esas afirmaciones.
Le gustó que la castaña fuera valiente. Estaba claro que ella no tenía idea de quién era él, pero por alguna extraña razón eso le gustó. Incluso le hizo gracia, así que al final prefirió quedarse callado.
Por un momento, esa mujer le recordó a otra igual de pequeña que tenía muy mal carácter.
Artemisa regresó su mirada al hombre, cuando vio que su amiga salía y cerraba la puerta.
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ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)
RomanceEl heredero de los Vasileiou no podía creer que su abuelo lo había vuelto a hacer. No podía creer su mala suerte. Casarse con una mujer a la que ni siquiera conocía era el menor de sus males cuando se tenía el corazón roto... Habían muchos secretos...