CAPÍTULO 58

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Estaba más que seguro de que lo que escuchaba eran pasos y la verdad era que Kal tenía un muy mal presentimiento.

Ni siquiera se sentía capaz de levantarse y mirar por la rendija de la puerta.

Quizá las personas podían considerarlo un cobarde al no querer ver de quién se trataba... Pero no merecía ser juzgado, no después de haberse encontrado con la primera mujer por la que sintió algo en su vida.

Samantha había regresado como si viniera de entre los muertos, y Kal sabía que ese tipo de cosas sólo le pasaban por mala suerte... Sabía que en cualquier momento Angelique podía regresar.

Lo sabía y era algo un poco contradictorio.

No quería verla ni en pintura, pero él pensaba que si llegaba a pasar, podía estar tranquilo porque ya no sentía nada por ella... Pero eso no quitaba que temiera por la reacción de Artemisa.

Su esposa era lo más valioso que tenía... Y en ese momento su corazón sabía que jamás podría amar a otra mujer como la amaba a ella.

Los pasos se escucharon cada vez más cerca, y él supo que estaba sucediendo otra vez. Lo mismo que había pasado la noche antes de irse a la luna de miel.

Miró hacia las ventanas y vio que aun se filtraba algo de luz por las cortinas.

Era extraño porque aun quedaba un poco de luz del sol.

La madera del porche de la casa crujió cuando la persona caminó sobre ella y Kal no pudo evitar tensarse completamente. Estaba seguro de que la persona había llegado a la puerta.

Justo en ese momento Artemisa salió de su letargo, y él escuchó cómo comenzaban a forcejear con la cerradura de la puerta.

En la vió despertar y rápidamente le hizo señas para que guardara silencio.

Artemisa, que era tan inteligente como rubia, captó rápidamente lo que su esposo le intentó comunicar.

Ella se quedó muy quieta y escuchó el forcejeo de la cerradura.

—¿De nuevo?—susurró ella y Kal asintió.

Se pusieron de pie rápidamente y él tiró de ella contra su pecho.

—Iré yo.—susurró.

—No. Estás desnudo.—dijo ella con el ceño fruncido.

—Tú también lo estás.—se quejó el.

—Pues al menos yo no tengo un séquito de personas detrás de mí. —atacó ella, demostrándole que aún estaba bastante celosa por lo sucedido con Samantha en la oficina.

El pensó que lo mejor era conseguir su ropa (que estaba esparcida por toda la sala) y vestirse de una vez por todas, para evitar un problema con su esposa.

Lo que Kal no se esperó fue que Artemisa se pusiera su ropa interior rápidamente y se acercara a la puerta mientras él se vestía... Mucho menos que se asomara por la mirilla, para ver quién estaba afuera.

—Es una mujer... —dijo en un susurro y Kal sintió que su corazón se detenía al escuchar eso.

¿Por qué sentía que todo estaba en su contra? ¡Él sabía que en realidad podía terminar siendo cualquier mujer, pero aún así no dejaba de tener un mal presentimiento!

Al ver la expresión en el rostro de su esposo, Artemisa entendió que él estaba más que simplemente preocupado. Se veía como si hubiese estado esperando que ese momento sucediera, pero no de una buena manera.

Eso le dio mala espina a Artemisa, así que ella (sin darle chance a Kal de pensar en lo que estaba haciendo, ni pensar ella misma en que estaba desnuda) se apresuró a la puerta y quitó el seguro para luego girar el pomo.

ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora