CAPÍTULO 70

2.8K 278 11
                                    


Cuando entró, el olor de Artemisa lo rodeó con fuerza, haciéndolo sentirse en casa por primera vez en los últimos dos meses que tenían separados.

Kal no había pensado mucho en la casa, pero en ese momento se dio cuenta de que no podía volver a alejarse de Artemisa.

No ahora que sabía que ella era su hogar, no cuando su casa podía volverse un lugar vacío y frívolo si ella no estaba ahí.

Casi tropezó con las bolsas de compras que se encontraban justo en la puerta. Las recogió y las llevó a la cocina, intentando armarse de valor para hablar con su esposa.

Caminó de regreso a la sala y escuchó un llanto suave, casi silencioso.

En ese instante supo que su esposa estaba llorando en alguna parte de la casa... En ese momento supo que tenía esperanza.

Artemisa estaba llorando por él, aun lo quería.

Su corazón experimentó una sensación indescriptible. Estaba contento porque sentía que tenía oportunidad con ella, y al mismo tiempo triste porque nadie, ni siquiera él mismo, merecía el llanto de su esposa.

Se quitó su chaqueta y los zapatos dejando todo ahí y comenzó a caminar hacia la habitación.

Lo único que quería era tener a su esposa entre sus brazos... Incluso si ella sólo quería golpearlo del enojo.

Él llegó rápidamente a la habitación de Artemisa.

La encontró sobre la cama. Vio que su cuerpo se sacudía suavemente por el llanto y eso le rompió el corazón.

De alguna manera ella pudo sentirlo llegar, porque él la vio detener el llanto y tensarse.

—Quiero que te vayas. —soltó ella con la voz rota, sin siquiera voltearse.

Kal se preparó mentalmente para ser golpeado, rasguñado o rechazado por su esposa.

Se armó de valor y subió a la cama, acostándose detrás de ella.

Eso fue suficiente para que ella comenzara a llorar de nuevo, haciendo que los ojos de él se humedecieran. La rodeó con sus brazos desde atrás y se aferró a su cintura con sus brazos.

Le subió un poco la camiseta y posó la palma de su mano contra su vientre desnudo. Él sintió cómo Artemisa se desarmaba ante su toque y comenzaba llorar con más fuerza.

La escuchó soltar hipidos y el nudo de su garganta amenazó con asfixiarlo.

Sin darse cuenta, de un momento a otro, Kal se encontró llorando igual que su esposa.

Lloraron como dos pequeños que no sabían cómo manejar lo que sentían... Como si comunicarse no fuera un opción. Sólo tenían el llanto para expresar cómo se sentían.

Era el sentimiento más grande que habían compartido, después lo que sentían al hacer el amor, por supuesto.

Los dos lloraban de tristeza por haber estado peleados y, al mismo tiempo, de felicidad por estar juntos de nuevo.

Kal no supo cuánto tiempo estuvieron llorando así, con él aferrándose a ella desde atrás.

Sólo fue consciente de que ella comenzó a moverse. Pensó que iba a apartarlo, pero se llevó una sorpresa cuando sintió cómo Artemisa se giró y quedaron frente a frente.

Ella lo miró por algunos segundos y él aprovechó de observarla también.

Tenía la nariz roja y las pestañas húmedas, pero para él se veía más hermosa que la última vez que la vio.

ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora