CAPÍTULO 17

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Artemisa se dio cuenta de que lo último que quería era estar cerca de Midas.

Por mucho tiempo, ella había anhelado estar cerca de su padre; pero ahora, lo único que sentía era repugnancia y cierto rencor sordo en el pecho, por la forma en la que él había tratado desde la infancia. Como si ella fuera el peor de sus males.

Cuando entraron al despacho, Midas caminó hasta su escritorio y se sentó detrás del mismo, en su asiento.

Él no se preocupó por invitar a Artemisa a sentarse, y ella tampoco lo hizo, pues lo último que quería era sentirse cómoda dentro de ese despacho que tenía la personalidad de su padre marcada por todos lados.

—Hoy vas a casarte. Necesito que estés lista en la tarde, debes ser puntual... La boda es a las cinco de la tarde. —soltó él, de forma torpe.

—¿La boda? —preguntó Artemisa sin entender nada, su voz subió una octava al final de la pregunta.

—Llegó la hora de que por fin me libre de ti. —soltó Midas con rencor y los ojos de Artemisa rápidamente humedecieron. Las palabras de su padre se sentían como una daga clavándose en su pobre corazón maltrecho.

—¿De qué estás hablando, papá? —preguntó ella con la voz rota.

—No quiero volver a verte en mi vida... Hoy vas a casarte, y yo voy a librarme de ti. Fin de la historia. —respondió él con frivolidad.

Artemisa no quería llorar delante de él, pero no pudo evitarlo.

Las lágrimas descendieron por sus mejillas, Midas la observó sin sentir ni un poco de consideración por ella y la forma en la que se sentía.

Cualquier otro padre habría hecho hasta lo imposible porque las lágrimas nunca mancharan las mejillas de su hija... Pero un monstruo como Midas, en lugar de conmoverse con su llanto, parecía disfrutar de hacerla sentir mal.

—Pero... ¡Y-yo no me quiero casar! —susurró ella, encontrando su voz que parecía estar atascada en el nudo que tenía en su garganta.

—Me importa una mi3rda lo que quieras o no. Vas a casarte... Con el nieto de uno de mis socios. —respondió él sin más y ella sintió que todo el mundo se le sacudía.

—¡¿Como que voy a casarme?! —preguntó, alzando la voz como nunca antes le había alzado la voz a su padre.

—Lo harás. Así que asegúrate estar lista a la hora que te indiqué... Usarás el vestido de tu madre. Me encargué de que una de las criadas lo sacara para ti. —dijo Midas y se levantó de su asiento. —Más te vale que estés listas a tiempo. No me provoques haciéndome esperar, porque sabes muy bien de lo que soy capaz si decides hacerme perder el tiempo. —agregó mirándola con odio, al tiempo que salía de su despacho y la dejaba con la palabra en la boca.

Ella ni siquiera supo cómo reaccionar... ¿Qué se suponía que debía decir ante ese tipo de noticias?

¡Ni siquiera sabía por qué razón su padre estaba casándola obligada!

Oh, pero lo que sí entendía era que no había marcha atrás. No iba a arriesgarse a morir por otra paliza.

¿Dónde estás cuando te necesito, Greta?, se preguntó preocupada de qué a la anciana le hubiese pasado algo.

Las lágrimas siguieron humedeciendo sus mejillas como si fueran riachuelos haciendo su camino hacia abajo.

Artemisa estaba segura de que su padre era capaz de todo y no pudo evitar pensar que, de seguro, Greta se había opuesto al matrimonio, revelándose contra Midas y provocándolo.

ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora