Había pasado un mes y medio desde que se había ido de Grecia, y Artemisa se sentía cada vez más segura de que no aprender otros idiomas desde la infancia había sido uno de los peores peores errores de su vida.
No era mucho el tiempo que llevaba viviendo en el extranjero, pero sentía que cada día era un castigo. No le gustaba tener que hablar en otro idioma.
Era algo muy loco, extraño... Pero sentía que hablar en otro idioma la dejaba exhausta.
Como si hacerlo significara un esfuerzo muy grande.
Por suerte, su esposo se había encargado de cada detalle y ella no había tenido que hacer ninguna trasacción que requiriera un nivel alto de inglés.
Se preguntó si acaso Kal también hablaba inglés fluido... Suspiró enamorada.
Estaba enojada con su esposo, pero al mismo tiempo estaba segura de que no había otro hombre en la tierra que fuera tan inteligente como Kal Vasileiou.
Suspiró y se preguntó qué estaba haciendo su esposo en ese momento.
¿La extrañaba como ella a él? ¿Sufría por la distancia?
Aún seguía muy enojada con él, pero su corazón no entendía de ese tipo de cosas porque el amor que sentía por Kal era mucho más grande que cualquier enojo que sintiera contra él.
En ocasiones sentía unas ganas terribles de llamarlo y pedirle que fuera por ella, pero la simple idea de que él se negara a buscarla hacía que Artemisa se contuviera.
Seguía luchando contra ese tipo de pensamientos, pero igual no lograba impedir que al menos uno que otro pensamiento negativo se filtrara en su mente.
Sabía que estaba siendo un poco dramática, pero no podía dejar de pensar en sí misma como la esposa rechazada de Kal Vasileiou.
La esposa de la que él se deshizo.
—Otra vez estás perdida en tus pensamientos...—susurró su amiga Charlotte, al tiempo que señalaba hacia el profesor que estaba dando la clase.
—Lo siento... —respondió Artemisa y regresó su atención a la clase.
Agradeció al cielo el hecho de que la clase se terminó bastante rápido, porque no tenía mente para prestarle atención.
Salió del recinto estudiantil charlando animadamente con Charlotte.
—Eres una suertuda, no puedo creer que tu esposo te alquiló un departamento fuera del campus. —dijo Charlotte y le hizo bailar sus cejas de una manera divertida haciendo reír a Artemisa.
—¡No entiendo cómo puedes hacer eso con tus cejas!—dijo Artemisa frustrada.
Charlotte se encogió de hombros, como si no fuera la gran cosa.
—Soy la menor de cinco hijos, todos mis hermanos son varones... ¿Qué esperabas? ¡Toda la gracia que no tuvieron ellos, recayó en mí!—dijo jactanciosa y luego las dos soltaron carcajadas.
—Debe ser divertido tener muchos hermanos.—dijo Artemisa y Charlotte suspiró pensativa.
—Ahora sí. Son mis mejores amigos. Pero la verdad es que no siempre fue divertido... En mi infancia tuvimos muchos problemas. Éramos muchos hijos qué mantener y mi madre siempre volvía a enfermarse... Entonces mis hermanos tuvieron que salir a la calle a trabajar con mi padre.—explicó y se encogió de hombros.—Fueron tiempos difíciles, pero luego llegó el golpe de suerte y nos volvimos asquerosamente ricos.—agregó haciendo reír a Artemisa. —Esa es mi realidad, de lo contrario no estaría estudiando acá. Esta sería una universidad que sólo podría visitar en mis sueños, si mi vida hubiese seguido como antes.—
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ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)
RomansaEl heredero de los Vasileiou no podía creer que su abuelo lo había vuelto a hacer. No podía creer su mala suerte. Casarse con una mujer a la que ni siquiera conocía era el menor de sus males cuando se tenía el corazón roto... Habían muchos secretos...