CAPÍTULO 44

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Artemisa no podía creer lo que estaba haciendo.

Se sintió avergonzada luego de su pequeño momento de valentía.

Los primeros segundos del roce, ella no recibió respuesta de Kal así que pensó que lo mejor era romper el beso casto que estaba compartiendo y prepararse para el rechazo de Kal... Pero no fue así.

Justo cuando ella se separó para romper el beso, Kal la rodeó con sus brazos y la acercó más contra su cuerpo.

Kal no podía creer lo que estaba haciendo, pero no podía parar. Llevaba mucho tiempo resistiéndose a esa química que sentía con Artemisa y de pronto sintió que lo que ella había hecho era el empujón que faltaba para darle rienda suelta a las ganas que tenía de besarla.

Ella abrió la boca del asombro y él aprovechó eso para comenzarla a besar de verdad. Rápidamente notó la torpeza de Artemisa al ser su primer beso, eso lo emocionó porque así se sentía él mismo.

La besó con cierta inseguridad... De pronto se sentía como si él jamás hubiese besado a otra mujer.

Como si tuviera que hacerlo de la mejor manera para que esa diosa que tenía entre sus brazos quedara satisfecha con su beso.

No fue necesario esforzarse tanto, porque los labios y el sabor de Artemisa lo tenían hechizado.

Él ni siquiera podía dejarse llevar por la pasión bravía que sentía en el cuerpo, porque en ese momento necesitaba con urgencia saborearla lento.

Había esperado tanto... Había luchado contra el deseo y la tentación. Todo para nada. Un simple roce de los labios de Artemisa había enviado su autocontrol al demonio.

No podía resistirse más.

Tomó su labio superior entre los suyos y tiró de él lentamente, saboreándola como si fuera el dulce más adictivo que había probado.

Artemisa soltó un gemido por la lentitud tan tierna con la que Kal la estaba besando y él sintió que ese ruidito delicioso bajó directamente a sus testículos.

Como acto reflejo, él bajó su mano por la espalda de Artemisa y sintió que su cuerpo hormigueaba ante el deseo de posar su mano en el trasero de su esposa... Gracias a ese pensamiento carnal, él ni siquiera se dio cuenta que sujetó el labio de Artemisa entre sus dientes y ella gimió con más fuerza.

Ese gemido lo hizo regresar a la realidad.

Kal soltó el labio de Artemisa avergonzado y rompió el beso de forma abrupta.

—Yo ...—intentó disculparse él cuando despertó de su hipnosis y su cerebro procesó lo lejos que estaban yendo las cosas.

—Creí que ya se habían ido. —dijo una voz alertándolos y haciendo que los dos se separaran rápidamente, como si fueran un par de adolescentes que habían sido atrapados con las manos en la masa.

Se pusieron de pie con torpeza al ver al guardia que los había dejado pasar al interior del faro.

Kal rápidamente se puso detrás de Artemisa, para cubrir el monstruo que se marcaba contra la tela de su pantalón.

—¡Ya nos vamos!—le respondió al hombre al tiempo que tomaba a Artemisa de la mano y la guiaba escaleras abajo.

El guardia de seguridad soltó una carcajada al ver cómo se iban apresurados, pensó que irían a otro lado a terminar lo que habían comenzado... Pero eso estaba muy lejos de la realidad.

No tenía idea de que Kal se iba a arrepintiéndose de cada segundo de ese beso, pues ahora que ya conocía el sabor de Artemisa se le iba a hacer más difícil contenerse.

ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora