—Yo no te he hecho nada... ¿Por qué quieres atacarme?—preguntó Artemisa con la voz temblorosa.
Mientras hablaba, intentaba conseguir la manera de escaparse.
Pensó en correr e intentar huir de él, pero al ver el arma que tenía apuntándola decidió que lo mejor era no arriesgarse. Tenía poco tiempo embarazada, pero ahora lo único en lo que podía pensar era en proteger a su bebé.
—¡Cierra la maldita boca y sube al auto!—ordenó él en un arranque de furia e hizo un movimiento brusco con el arma, señalando hacia la camioneta que estaba estacionada justo frente a la casa.
—Déjame conseguir un abrigo.—pidió Artemisa y Ulises soltó una carcajada.
—¿De verdad creíste que ese truco funcionaría? ¡No soy ningún estúpido para confiar en ti!... No buscarás una mierda, sólo sal disimuladamente y finge que estás yéndote de buen agrado conmigo.—indicó él y Artemisa sintió que sus esperanzas cayeron a sus pies, pues definitivamente no había forma de escapar de ese hombre mientras siguiera estando armado. —¡Muévete!—la apresuró y ella caminó hacia afuera de la casa sintiendo que sus piernas amenazaban con ceder y hacerla caer.
Caminaron hasta la camioneta de Ulises y él la hizo entrar de forma brusca.
Luego se colocó en el asiento de piloto y ella vio cómo manejaba con una mano mientras seguía apuntándole con la otra.
—No es necesario que sigas apuntándome, por si no te has dado cuenta estoy siendo muy colaboradora.—soltó ella en un arranque de valentía.
—Cierra la maldita boca, si no quieres que te haga un bonito orificio en el cráneo.—amenazó él furioso.
Actuaba tan iracundo que Artemisa tenía la leve impresión de que había consumido algún tipo de estupefaciente. Pensando en eso, decidió que lo mejor era quedarse callada de una vez por todas.
Sólo que no se esperó que segundos después el mismo Ulises la sorprendiera con sus palabras.
Parecía odiar el silencio dentro del auto, pues lo escuchó mal decir en voz baja varias veces, como si estuviera hablando solo y de pronto la miró de soslayo y se aclaró la garganta.
—Esto no estaría pasando si hubiese conseguido la manera de atrapar al monstruo de tu padre de otra manera.—soltó de pronto y Artemisa lo miró con el ceño fruncido. —Oh, pero el maldito era tan escurridizo... Estuve buscándolo durante muchos años, incluso había comenzado a rendirme; hasta que te pasaste delante de mí, ibas colgada del brazo de tu esposo. Tu cabello parecía relucir entre las personas de la empresa... Había ido al lugar con la esperanza de encontrarme a tu padre, pero el tipo parecía escurrirse entre mis manos como la arena... Hasta que por fin di con él. Estaba reunido con otros socios, y ¿Cuál fue mi sorpresa al ver algo que nadie pareció notar además de mí? ¡El parecido entre ustedes es impresionante! No se trata de los rasgos, sino de los gestos, además del cabello...No entiendo cómo los demás no lo notaron con ese color de cabello tan extraño que tienen...Pero tampoco los culpo, ninguno de ellos es un detective especializado en interrogatorios como yo.—dijo y soltó una carcajada, de pronto pareciendo muy divertido con sus propias palabras. Artemisa quería gritarle, estaba tan asustada y furiosa al mismo tiempo... Pero estaba decidida a no hacer nada que pusiera en riesgo a sus pequeños.—Oh, pero honestamente no fue el cabello lo que me hizo atar cabos sueltos, no... Lo que me hizo darme cuenta de que había algo extraño fue la reacción de tu padre. Midas Luchzt parecía estar deseando que se lo tragara la tierra ese día. En todas sus fotografías y videos recopilados, jamás le vi una expresión como la que tuvo ese día. Intentó mantenerse estóico, pero te rehuía la mirada. Parecía culpable... Y eso fue suficiente para mi.—explicó sonriente, mostrándole a Artemisa cuán desquiciado estaba.—Con eso tuve un incentivo para investigarte. Sorpresa, sorpresa; resultó que prácticamente no existía información sobre ti. Como si no existieras. La nueva esposa del Vasileiou era todo un reto... Hasta que se me ocurrió investigar tu nombre junto con el apellido de Midas en el registro. Debo admitir que jamás tuve una corazonada tan certera. Gracias a eso pude dar contigo. Artemisa Luchzt...—canturreó su nombre como si disfrutara dejarlo salir de su boca.—Es un nombre bonito. Artemisa... Tengo mucha curiosidad; ¿Cómo terminaste casada con un Vasileiou? ¿Cómo fue posible que tu padre aceptara una unión como esa cuando parece odiar a los Vasileiou con todo su ser?—preguntó y Artemisa no supo qué responder.
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ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)
RomanceEl heredero de los Vasileiou no podía creer que su abuelo lo había vuelto a hacer. No podía creer su mala suerte. Casarse con una mujer a la que ni siquiera conocía era el menor de sus males cuando se tenía el corazón roto... Habían muchos secretos...