—Disculpa, mi intención no era asustarte... Es que te vi desde el otro lado de la playa y pensé en pedirte tu número telefónico. —dijo el hombre con suavidad.
Artemisa se dio cuenta de que él había leído claramente su lenguaje corporal.
Estaba tensa, pero no era su culpa, por primera vez alguien (además de su esposo y la familia de su esposo) había tenido contacto con ella.
Además, después de tantos años en cautiverio era imposible no tensarse ante el toque de un extraño.
Artemisa pensó en que de seguro eso era algo muy normal para cualquier otra chica... Pero, lamentablemente, no lo era para ella.
—Está bien, no se preocupe. —susurró ella y observó el rostro del hombre con atención. Era simpático, se veía amable y usaba unos lentes de pasta gruesa que le hicieron pensar en que a nadie le quedaban tan bien como a su esposo.
—Entonces... ¿Me das tu número?—repitió el hombre, haciendo que Artemisa se sintiera avergonzada.
Ella ni siquiera sabía qué responder, así que decidió ser sincera.
Abrió su boca para darle su respuesta al hombre, pero la cerró rápidamente cuando vio como una sombra gigantesca la cubría y luego el chico levantó la mirada luciendo intimidado.
—¿Te está molestando, Cielo?—preguntó Kal y Artemisa saltó cuando sintió cómo el brazo de Kal la rodeaba y su mano se posaba abierta sobre la piel de su vientre.
El calor de la mano de Kal sobre su piel hizo que el cerebro de Artemisa hiciera cortocircuito.
—Ehhhmm. Yo... Si. —balbuceó Artemisa sin saber qué decía. El extraño abrió los ojos exageradamente, asustado por la afirmación de Artemisa.
Cuando ella procesó las palabras que habían salido de su boca, negó con la cabeza rápidamente.
—Quiero decir ¡No!, él no me está molestando. —dijo y el chico ni siquiera esperó a que Artemisa siguiera hablando. Se giró sobre sus talones, y la pareja lo vio alejarse rápidamente del lugar.
Kal recogió el vestido de Artemisa de la arena y luego la miró a los ojos desde su altura.
Artemisa no supo cómo interpretar la mirada, pero lo que sí pudo hacer fue ver claramente cómo los ojos de Kal parecían ser de un azul tan oscuro como el mar durante una tormenta.
Eso le dio una sensación de calor al vientre de Artemisa.
—Vamos. —gruñó él, que para sorpresa de Artemisa, la tomó de la mano para llevarla consigo hacia las olas.
El gesto de Kal hizo que Artemisa sintiera que su corazón estaba apunto de estallar de la felicidad. Ella no quería ilusionarse en vano, pero su esposo parecía estar muy celoso y eso la hizo sentirse positiva sobre su relación.
Quizá Kal no es tan imposible de tentar, pensó ella emocionada justo cuando el agua les llegaba a las caderas.
Estuvieron nadando por al menos tres horas más, tiempo que fue suficiente para que Kal se diera cuenta de lo buena nadadora que era su esposa.
No necesitó preguntarle acerca de cómo había aprendido a nadar, pues Artemisa notó que él la observaba con curiosidad y decidió contarle un poco sobre su vida.
—Cerca de la casa, dentro del bosque, había un lago. —soltó ella de pronto, como si eso explicara todo.
Kal asintió, continuando con su expresión de seriedad que no se había ido de su rostro desde que ocurrió el episodio con el hombre que se acercó a ella en la playa.
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ESPOSA RECHAZADA (Saga Vasileiou II)
RomanceEl heredero de los Vasileiou no podía creer que su abuelo lo había vuelto a hacer. No podía creer su mala suerte. Casarse con una mujer a la que ni siquiera conocía era el menor de sus males cuando se tenía el corazón roto... Habían muchos secretos...