Pues sí que Julie tenía razón, este ha sido sin duda alguna el peor día de mi vida.¡Dios! Cuántas clases y profesores, mi cabeza estaba a punto de explotar por intentar asimilar tanto contenido en un solo día.
Por fin la tortura terminó cuando el profesor dio por concluida la última clase del día, no sin antes orientarnos un montón de trabajos para entregar la próxima semana, claro.
Salí del aula echa un lío y al levantar la mirada ahí estaba él, apoyado en una pared del pasillo como si esperara algo, ¿ese algo era yo?
No te comiences a ilusionar tonta.
Después de todo lo sucedido no estaba lista para hablar con él, puede que no fuese el mejor momento para desenterrar mi pasado.
—Hola —dije mirándome las manos nerviosa.
—Hola —dijo él sonriéndome—. ¿Cómo estás?
—Bien supongo, siento lo de ayer.
—No pasa nada tranquila.
Puso algo frente a mí obligándome a levantar la mirada del suelo para descifrar qué era, me sorprendió ver una rosa de papel con mi nombre en cada pétalo.
—Para mi insoportable favorita.
—Gracias —dije sonrojándome—. Un momento, ¿quién eres y dónde has dejado a mi payaso?... Así que eres tú quien deja notitas de origami en mis cuadernos —miré la flor incrédula.
—¿Mi payaso?
¿Eh? ¿Yo dije eso?
Pestañeé varias veces.
—O sea ... al payaso que... bueno ya me entiendes.
—No te entiendo pero igual, me ha gustado el calificativo de "mi payaso". Sí era yo, la verdad la palomita fue para pedirte disculpas por asustarte aquel día en la mañana, simplemente no me gusta verte triste, tú no eras así.
—Pues este si que es el Aron que recuerdo.
—¿Me recuerdas? —dio un paso atrás pasmado.
—Sí, y siento mucho no haberte recordado desde el primer momento que te vi, tal vez no lo entiendas ahora pero es muy difícil para mí recordar esa época de mi vida de la cual tú formaste parte.
—¿Qué te pasó Nani?
—Por favor no me llames así, y no me lo tomes a mal pero ahora no quiero hablar de ello.
—Pues está bien ya me contarás, ¿me concedería el honor de acompañarme a almorzar señorita? —dijo extendiéndome su mano la cual tomé sin pensarlo dos veces.
—Veo que no has cambiado nada.
—Vamos, tenemos mucho de que hablar.
Y así nos dirigimos hacia la cafetería, almorzamos y hablamos de todo un poco —exceptuando mi pasado claro—. Fue muy bonito volver a hablar con Aron, fue como si la química que teníamos hace años siguiera ahí, como si nada hubiese cambiado por lo menos por su parte, yo no podía decir lo mismo, no era la misma chica de años atrás y el lo notó obviamente.
—¿Por qué dejaste de escribirme Mariana?
—Muchas cosas pasaron, no creo que este sea el momento para explicarlas —miré hacia abajo concentrándome en mi comida.
—Pues bien, prometo esperar hasta que estés lista para contarme. Solo quiero saber de alguien. ¿Vivian..? ¿Dónde está tu abuela Nan? Muero de ganas de verla, hace mucho tiempo no hablo con ella y la extraño un montón.
Y ahí estaba, el tema que había estado evitando por mucho tiempo. ¿Cómo le explicaba sin ponerme a llorar?¿Cómo le decía donde estaba la abuela?
—Yo también la extraño un montón Aron, créeme —se me quebró la voz al decir esas palabras.
—Pero qué dices. ¿Dónde está Vivian?
—Es complicado.
—¿Pero por qué?
—Porque se fue Aron. Se fue, así sin más sin decir adiós, sin pensar en lo que dejaba roto ante su partida, sin pensar en lo que dolería.
—¿Mejoró con el tiempo?
—No.
—¿Y qué pasó entonces?
—Ya te lo dije, es complicado.
—¿Por qué ya no se te ve feliz?
¿Pero que le pasaba?
—¿Lo eres tú?
—...
—Así es payasito, la felicidad es algo que buscamos desesperadamente, en otras personas, en un lugar, en un objeto. Cuando dejemos de desesperar en busca de felicidad comenzaremos a apreciar cada minuto que vivimos, miraremos alrededor y sonreiremos tan sólo con el susurro del viento en nuestro oído.
—¿La echas de menos Nani?
—¿Por qué tantas preguntas Aron, estás entrenando para detective? Y te he dicho que no me llames así, lo detesto.
—Perdón Mariana —dijo remarcando mi nombre con cierta culpabilidad en la voz— L-lo... lo siento no quise sonar insistente, ya me contarás qué pasó y porqué se marchó, algún día lo harás.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque no voy a parar hasta que saques todo lo que llevas atascado desde hace años y volver a ver el brillo de esos ojos café.
—Aron sabes que eso es impo... ¿Aron?
Y así se fue otra vez dejándome con la boca abierta y con palabras a medio decir, pero no me quedaba de otra que acostumbrarme, él era así y aunque me cueste aceptarlo Aron puede llegar a ser la única persona que logre hacer que mi día a día sea un poco menos ... ¿doloroso?.
Sentí el sonido de una notificación entrar a mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo y abrí el mensaje:
Payasito: Perdón Nan, no quería agobiarte hablando de cosas de tu pasado que tal vez te hacen daño. Lo siento mucho en serio, ya me contarás qué pasó prometo darte todo el tiempo que necesites. Pero eso sí, necesito ver a Vivian, la extraño un montón. Ah por cierto, no creas que me he olvidado de ese beso que nos dimos solo que no hablé de él por no agobiarte aún más, primero quiero recuperar a esa niña alegre que fuiste alguna vez y ya después veremos qué pasa con nosotros. Nos vemos esta noche en la fiesta de Luke Wensley, si quieres claro.
¿El beso?... ¡Oh por Dios ese beso! Lo había olvidado por completo.
Inconscientemente me llevé la mano hasta mis labios recordando esa noche y sonreí. Decidí contestarle, me había invitado a una fiesta, no era que me hiciese mucha ilusión ir pero por algo que no sé cómo explicar sentía una gran necesidad de estar cerca de Aron.
Mariana: Me lo pensaré, ¿vale? No te prometo nada.
Payasito: Como usted diga insoportable. Allí la espero.
Y así me dirigí hacia mi habitación, necesitaba despejar mi cabeza y pensar en todo lo ocurrido. Vaya que mis días se han vuelto intensos desde que comencé la dichosa universidad.
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Guerrero silencioso
Teen FictionSi de dolor se trata Mariana tiene un doctorado en ello. Lleva años cargando con el peso de la culpa de no poder salvar a los que más quiere. Vive perdida tratando de sonreír cuando en realidad está muerta por dentro, los sentimientos y las emocione...