No sé si incómoda sería la palabra perfecta para describir la noche, más bien fue rara...Nunca había dormido con absolutamente nadie —excluyendo a Loki mi perro, aunque creo que él no cuenta realmente— así que Aron fue el primero aunque no en las condiciones idóneas, es raro tener a Julie y Steven a tan pocos metros de distancia.
Mi compañero de cama dormía como un angelito aunque me estaba prácticamente aplastándome abrazado de brazos y piernas a mí cosa que no me hacía mucha gracia, no soy muy fan al contacto físico. Intenté quitármelo de encima pero fue inútil era demasiado pesado así que opté por lo que creía sería más fácil: despertarlo.
Lo sarandeé varias veces pero no movía ni un músculo, solo fruncía el ceño aún con los ojos cerrados, vale no parecía ser tan fácil como creía.
¿En qué pensábamos exactamente cuando le pedimos que se quedara a dormir?
Pues obviamente en no quedarme sola toooda la noche y en cosas no aptas para menores de edad así que mejor ni las menciono, ahora realmente me arrepiento.
Pervertida.
Mi teléfono comenzó a sonar sacándome de golpe de mis pensamientos y haciendo que Aron diera un salto en la cama, por lo menos sirvió para despertarlo.
—Calla eso por favor —dijo poniendo la almohada encima de su cabeza.
—Buenas días a ti también.
Levantó la cabeza y me miró confundido, no parecía saber dónde estaba exactamente o que hacía aquí.
—¿Mariana?
—¿En serio Aron, te sorprende?¿No recuerdas...?
—Bueno ahora estoy empezando a recordar, no me culpes vale, me acabo de despertar.
—Como digas.
Puse los ojos en blanco y salí de la cama dirigiéndome al cuarto de baño para responder el teléfono. Al otro lado de la línea mi padre, tan oportuno como siempre, ¿que no veía la hora?
—Hola papá.
Silencio.
—¿Hola?¿Es en serio Mariana? Llevas toda una semana en la universidad y ni siquiera has llamado a casa para contar cómo te está yendo, además por qué has tardado tanto tiempo en responder.
—Aparte de que son las 7:00 am y estoy en mi día libre papá, porque estaba ocupada teniendo una charla en sueños con mi almohada preguntándole si debería o no llamar a mis padres.
—¡Marianaaaaaa!
—¡Que estaba durmiendo papá! No seas tan pesado y no grites puedes despertar a mi compañera de cuarto, tengo puesto el altavoz. Además apuesto a que no ha sido idea tuya, ¿te ha obligado mamá a llamarme verdad?
—Dame eso —se siente un forcejeo al otro lado de la línea y lo que me faltaba, mi madre toma el móvil—. Mariana para ya de hablarle así a tu padre, ¿acaso te hemos enseñado eso?¿tan mal te hemos educado?
—Lo que me faltaba clases de moral a esta hora —me pellizqué el puente de la nariz frustrada—. Pues buenos días para usted también doña Mariam.
—¿Quieres que la doña se pase ahora mismo por la universidad?
Oh no, eso no.
—Bueno ya para mamá. ¿Podemos llevar la fiesta en paz?
—Así me gusta. ¿Cómo te va mi niña?
—Pues todo bien mamá —volteé nuevamente los ojos en blanco.
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Guerrero silencioso
Teen FictionSi de dolor se trata Mariana tiene un doctorado en ello. Lleva años cargando con el peso de la culpa de no poder salvar a los que más quiere. Vive perdida tratando de sonreír cuando en realidad está muerta por dentro, los sentimientos y las emocione...