Capítulo 8

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Quisiera decirles que logré responder ante aquella gran revelación de Aron, en serio me hubiese gustado, pero no fue así.

Los recuerdos fueron llegando poco a poco, cientos de ellos llegaban a mi mente a cada segundo causándome un insoportable dolor de cabeza. Lo último que recuerdo es la cara de Aron volviéndose borrosa hasta que dejé de verla. Todo lo siguiente fue oscuridad y nada más.

¿Cómo te sientes hoy Abu?

Bien mi niña, el dolor se hace más fuerte cada día pero no puedo hacer nada más que sonreír, te dije que lucharíamos juntas ante este guerrero silencioso y aquí estás a mi lado, ¿que más puedo pedir?

Había ido a visitar cada día a mi abuela al hospital. A veces charlábamos por horas sentadas en su camilla y otras salíamos al jardín trasero del hospital a tomar el sol como hoy.

Abu es hora de regresar, ya debes almorzar.

Cariño no tengo hambre.

Pero tienes que comer algo abuela. Vamos, te prometo leerte otro capítulo de Las Mil y Una Noches.

Pues quién se puede oponer a ello —me dedicó un intento de sonrisa.

Llegamos a la sala y mientras ella se comía todo su almuerzo a regañadientes, yo le leía otro capítulo de su libro preferido.

Nani quiero presentarte a alguien.

—¿Has conocido a algún chico apuesto aquí en el hospital? —dije mirándola y guiñándole un ojo sin poder evitar sonreír.

Me dio un golpecito en el brazo con el codo y mi sonrisa se convirtió en una carcajada.

¡Auch! eso dolió no seas tan violenta.

Tienes cada ocurrencia cariño —negó con la cabeza—. Te quiero presentar a un chico, sí, pero no es de mi edad sino de la tuya —bueno eso no me lo esperaba.

Al poco tiempo entró un chico muy guapo en silla de ruedas en la sala acompañado de la enfermera, tenía su pelo negro revuelto y cuando levantó la mirada vi un par de ojos verdes preciosos. Me miró y sonrió.

Hola Vivian, aquí le traigo a su compañero de lecturas como siempre —dijo la enfermera dejando al chico con nosotras.

Muchas gracias —dijo mi abuela sonriéndole a la enfermera y al chico.

Hola Viv.

Hola Aron bienvenido al club de lectura, te presento a mi nieta Mariana.

Un placer Mariana —dijo tomando mi mano y besándola—. Me alegra poder conocerte al fin, tu abuela no paraba de hablar de su preciosa nieta.

Me sonrojé por completo mirando al suelo y luego a mi abuela que nos miraba encantada desde su camilla.

Así que todo esto lo había planeado ah, me las iba a pagar esta viejita.

Hola Aron, el placer es todo mío.

Y así lo conocí, comenzamos a pasar mucho tiempo juntos los tres en el hospital. Éramos un club de lectura muy activo y era hermoso ver cómo se divertía mi abuela con nuestras ocurrencias. También pasábamos tiempo solos los dos y surgió una química increíble, nos llevábamos muy bien y me contó que estaba hospitalizado debido a que tenía que ser operado por una fractura en su pie derecho.

Una semana después a mi abuela la dieron de alta, los médicos decían que tenía una leve mejoría y que podía seguir el tratamiento desde casa visitando en hospital una vez por semana.

La despedida... Pues no fue nada bonita, lo iba a extrañar demasiado. Seguimos en contacto mensajeándonos cada día pero jamás lo volví a ver. El club de lectura no era lo mismo sin él.

¿Lo extrañas Nani? —dijo mi abuela viendo que estaba perdida en mis pensamientos observando la lluvia caer desde mi ventana.

Mucho Abu.

Yo igual cariño, pero tienes que entender, tal vez no era su tiempo y el destino no quería verlos juntos ahora. Puede que más adelante la vida los una nuevamente, ya te lo he dicho un montón de veces, la vida es un pequeño carrusel.

Volví a concentrarme en ver la lluvia caer desde mi ventana y en pensar si lo que decía mi abuela era cierto y volvería a ver a Aron algún día.

Al abrir los ojos estaba en mi habitación, Julie estaba dormida a mi lado en la cama y al verla volví a la realidad.

¿Qué fueron todos esos recuerdos?¿Era por eso que me resultaba tan familiar la cara de Aron aquel día que lo vi por primera vez en la recepción?¿Por eso él aseguraba que me conocía muy bien?

Claro que sí, habíamos sido muy amigos dos años atrás. En aquellas dos semanas que estuvimos juntos compartimos momentos muy bonitos e íntimos. Teníamos una conexión muy especial y... ¡Joder! Había conocido a mi abuela, había formado parte de nuestro club de lectura.
¿Cómo puede ser posible que no recordara eso?

Recordé lo que me dijo mi psicóloga, que mi cerebro borraba instantes dolorosos para evitar que sufriera recordándolo pero, ¿por qué había borrado eso? Eran momentos hermosos que había pasado junto a Aron y mi abuela, no eran para nada dolorosos.

Me senté en la cama aún aturdida y Julie despertó.

—¿Qué me pasó? —pregunté.

—Te desmayaste hablando con Aron cariño y él te trajo en brazos hasta la habitación luego de llamarme.

—¿Aron? —no lo podía creer— ¿Dónde está él ahora?

—Se ha ido Nan, no podía esperar que despertaras, es bien tarde y mañana tenemos clases. Ya podrás agradecerle después lo que hizo por tí.

Más que agradecerle, tendría que disculparme con él por no haberlo reconocido antes. Tendría que hablar con él de lo que había pasado años atrás y remover mi pasado y no sé si estaba preparada para ello. Remover mi pasado traería mucho dolor y no sé si estaba lista para eso.

—Ven querida vamos a dormir, mañana nos espera un día pesadísimo, comienzan las clases de verdad.

Las palabras de Julie me sacaron de mis pensamientos. Volví a acostarme y ella al ver que yo estaba bien se fue a su cama e hizo lo mismo.

Dándole vueltas a todo aquello en mi cabeza no lograba dormir así que tomé mi teléfono que estaba junto a la lamparilla de la mesita de noche y me puse mis audífonos para escuchar a mi calmante preferido: "Morat", y así conciliar el sueño. Al encender la pantalla vi que tenía un mensaje nuevo así que lo abrí:

Número desconocido: Hola insoportable, lamento no poder quedarme contigo hasta que despiertes y ver que estás bien, mañana nos espera a ambos un día largo e intenso. Prometo intentar animarte el día, ¿vale? Y que sea un poco más llevadero para ambos. Ya hablaremos de ese pequeño desmayo en mis brazos, te veías incluso más hermosa. Dulces sueños Nan.

Payasito ;) .

Miré al techo con una sonrisita en mis labios.

No respondí, simplemente no podía. Me puse mis audífonos y escuché música hasta quedarme dormida. El día de mañana prometía muchas cosas, por lo menos una de ellas parecía ser buena.

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