Capítulo final

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Otro día sin él, ya van meses sin tenerlo, sin sentir sus caricias, sin entrelazar sus dedos con los míos, sin que sus ojos verdes me miren con esa intensidad característica.

Ha concluido el curso, nos han dado el mes de noviembre —ya pasado— y diciembre, se viene mi cumpleaños y no me da ni pizca de emoción, ¿que diría mi yo de ocho años si me viese ahora? No he dejado de hacerme la misma pregunta. ¿A dónde se fue esa niña que ansiaba cumplir un año más?

Mi teléfono vibra y alargo mi mano para alcanzarlo en la mesita de noche, me da pereza salir de mi cálida cama.

—Hola Alexa —saludo como ya es costumbre.

—Hola Nan, ¿todo bien?

—Sí, ¿cómo está Aron?

—Pues ya sabes, mejorando —dice y su tono es sospechoso.

—¿Estás segura?¿Solo eso? —insisto.

—Pues sí Nan, hablamos mañana vale, tengo un montón de cosas que hacer.

—Vale.

Alexa está cada vez más distante, este último mes se lo ha pasado evitándome, me llama pero corta rápido las llamadas. Tal vez solo estoy paranoica y ella en serio está hasta el tope ayudando a sus padres.

Me levanto y me dirijo al baño. Extrañaba estar en mi casa y tener mi privacidad. Extrañaba mi cuarto, mi cama, incluso a Loki que duerme conmigo cada noche.

Me cepillo los dientes, me doy una ducha rápida y me paro frente al espejo. He perdido kilos estos últimos meses, mi rostro se ve menos relleno. Mis risos me caen desordenados en la cara cuando me suelto el moño que tenía para mantenerlos recogidos. Los acomodo en una cola alta, me maquillo ligeramente y luego me dirijo al armario para buscar algo que ponerme. Termino con unos pantalones de algodón, un abrigo ancho y mis pantuflas de conejitos, de todos modos nadie nos visitará hoy, y no saldremos de casa hasta dentro de unas dos horas.

Abro la puerta y el alboroto de abajo me sorprende. Mi madre está viendo la tele a todo volumen mientras Marcus corre detrás de Loki sacando al pobre perro de quicio. No lo culpo, Marcus es insoportable.

Nunca se los había mencionado, es mi hermano pequeño, tiene siete años y es un completo desastre. Llegó para alborotar mi vida y darle alegría a la casa incluso en los peores momentos.

—Marcus ya deja al pobre Loki en paz —digo bajando las escaleras.

—No te metas Naná, Loki me ha robado mi sándwich favorito y no pienso perdonarlo.

—Loki no tiene la culpa de que dejes tus comidas favoritas tiradas por el suelo.

—Pero era mío.

—Sí, pero si dejas la comida en el suelo entonces aunque sea tuya se la queda el perro.

—¿Te vas a poner de su parte?

—Sí.

—Es un perro.

—Corrección, es mi perro.

—Y yo tu hermano.

—Por desgracia —digo con tono burlón haciendo una mueca.

—Oye —me reprocha.

—Mariana deja en paz a tu hermano.

—Dile que deje en paz al perro primero.

—Mariana ya estás mayorcita para esto.

—Papá no...

—¡¿Se pueden callar de una vez?! —se enfurece mi madre desde su asiento logrando que todos nos volvamos pequeñitos en nuestro lugar —. Juro que si vuelvo a oír una voz los hecho a todos al jardín. ¡Respeten mi programa favorito!

Guerrero silencioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora