Capítulo 25

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Una semana, dos días y exactamente 13 horas.

Sí, las he contado. Todas y cada una incluyendo los segundos, son tantos que ya perdí la cuenta.

Lo extraño... Lo extraño como no se imaginan.

Extraño escucharlo reír, extraño que me moleste, sus idas y venidas, sus locuras, sus detalles...

No me he apartado de la camilla. Lo veo dormir imaginando que en cualquier momento va a despertar y lo voy a abrazar bien fuerte para que nunca se vuelva a ir, para que no me deje sola de nuevo.

-Mariana, ¿aún aquí cariño? Ve a descansar. Ben y yo nos quedaremos a cuidarlo y Alexa viene en la tarde.

-Muchas gracias Anne pero prefiero quedarme con él.

La madre de Aron tampoco se separaba de él, lo echaba de menos tanto o más que yo, su ausencia duele demasiado.

Ben se asoma a la puerta, Anne se le acerca y me mira con ojos llorosos.

-Cariño, necesitamos hablarte de algo.

Me tenso completamente, creo que lo que me van a decir no me va a gustar para nada.

Comienza Anne.

-Mariana, sé que estás muy apegada a nuestro hijo, sé que lo has ayudado un montón y has sido la razón de su cambio, sé qué quieres estar a su lado durante toda la recuperación pero...

-¿Qué pasa?

-Nos vamos a llevar a Aron a nuestra ciudad, allí será atendido por los mejores médicos y además estaremos más cerca de casa. Viajar hasta aquí nos toma nueve horas y nos estamos alternando para cuidarlo y atender nuestros negocios en la ciudad, es muy complicado -me dice Ben.

-Entiendo...

No puedo retenerlo aquí, entiendo que será mejor atendido en su ciudad y ahora necesita más a sus padres.

-Lo puedes ir a ver cuando quieras cariño y te mantendremos informada -me dice Anne.

-¿C-cuando... Cuándo se lo llevan?

-En la tarde.

La respuesta me rompe con cada letra, me niego a tenerlo lejos pero debo dejarlo ir, es la única forma de que se recupere y no le queden secuelas del accidente.

Me dejan a solas con él, lo observo con los ojos cerrados pasando las manos por su cabello, sus labios... Muero por ver nuevamente sus ojos verdes y su sonrisa, siento que sin él me he quedado sin vida.

Me voy apagando poco a poco, volviendo a ser esa chica sin luz, sin vida, sin alma, justo lo que era antes de que él apareciera en mi vida. Lo necesito como necesito el aire para respirar, él es mi luz en la oscuridad.

En la tarde me despido de sus padres y de mi chico con lágrimas en los ojos. Se van dejándome vacía.

Vuelvo a mi habitación donde me espera Julie con los brazos abiertos. La puse al tanto de todo y ella mejor que nadie sabe cómo me destroza su partida. Me da ánimos pero es en vano, no hay nada que pueda hacerme sentir mejor.

Salgo a hacer mi rutina de ejercicios diarios, paso por la cafetería por un energizante y una chica pelirroja se me acerca agotando mi paciencia.

-Hola -me dice, lo cual ignoro pagando mi bebida-. ¿Mariana verdad?

-¿Qué es lo que quieres Victoria?

-Solo quiero saber cómo está mi Aron.

-¿Tuyo? -digo con una sonrisa irónica- nunca ha sido tuyo.

-De hecho siempre ha sido mío, desde el momento en que te alejaste de su vida y él apreció en la mía. Desde el momento en que llegó a mi casa en busca de refugio, desde el momento que me hizo suya y él fue mío, sigo siendo su novia.

-Dejaste de serlo en el momento que se acercó nuevamente a mí.

-No, llegaste a su vida para ser la otra, la que busca cuando quiere sexo, cuando quiere pasar el rato o cuando no estoy.

Me toco inconscientemente el collar que adorna mi cuello y me lleno de valor, lo que dice no tiene sentido.

-¿Eso es lo que cree tu mente enferma? ¿Eso te dices cada mañana frente al espejo? Estaba contigo porque no podía tenerme a mí, porque yo no estaba cerca. Estaba contigo porque yo quería. Estaba, ¿lo entiendes? En tiempo pasado. Tal vez en algún momento fueron novios, o eso era lo que creía tu cabecita, pero ahora está conmigo y te quiero a kilómetros de él. No te le acerques porque no sabes lo que soy capaz de hacer por él. No le hagas más daño, ya tu hermano le ha hecho demasiado.

No escucho respuesta de su parte, tomo mi bebida y me alejo. Me pongo mis audífonos y comienzo a correr.

En una semana no he vuelto a ver a Luke, supe que comprobaron su culpa en el accidente por lo que supongo se esté pudriendo en la cárcel. Aunque no fue él quien chocó el auto directamente fue quien lo planeó todo, así que es el mayor culpable de todo esto, es el culpable de mi soledad y de toda mi desgracia. Sabía desde el momento en que se acercó a mí en ese bar que se iba a convertir en mi mayor pesadilla. Sabía que había tentado al diablo y que eso tarde o temprano tendría consecuencias, pero no sabía que las pagaría mi chico de ojos verdes y pelo revuelto.

Corro sin parar, hasta no dar más, hasta estar agotada completamente. Descanso por un breve momento y luego emprendo la marcha nuevamente. Me he alejado de la universidad, me he alejado de toda persona. Mis pies caminan por inercia, no soy consciente del lugar donde me encuentro hasta que mis ojos divisan una vista completamente perfecta de la ciudad.

Sí, estoy en la colina. En el lugar dónde tuve la noche más feliz de mi vida.

Toco el dije en forma de luna que descansa en mi pecho recordando sus palabras, sus ojos verdes mirándome, su sonrisa, su forma de hablar de la luna. Prometió devolver el brillo a mis ojos, y lo hizo. Lástima que ese brillo se apagara junto con él.

He pasado por tantas cosas, tengo tanto dolor en mi pecho que ya comienzo a pensar que es completamente normal, que el dolor es un órgano más de mi cuerpo. Un órgano inservible como el apéndice, pero que está ahí, buscando el momento exacto para hacerse notar, como ahora.

Rompo en llanto y miro al cielo como si la respuesta a todo estuviese ahí.

-¡¿Me odias cierto?!

Grito a nadie en específico, grito al universo por conspirar en mi contra, grito a la vida por empeñarse en ser tan jodidamente destructiva.

-Te has llevado todo lo que quiero -prosigo- me has dejado completamente sola. No te bastó llevarte a mi abuela joder, tenías que llevártelo a él... -me seco las lágrimas-. Si estás intentando hacerme fuerte pues no lo soy, lo he sido lo suficiente y ya no puedo más. ¿Qué esperas de mí? No soy tu mejor guerrera, no merezco tantas batallas, todas las he perdido y sigo aquí de pie, esperando el próximo golpe, poniendo la otra mejilla para acabar golpeada aún con más fuerza. Te odio maldita vida, y me odio por resistir, por seguir aquí, de pie a pesar de todo lo malo. ¿Sabes qué? Sí, soy una guerrera porque soy como ella, porque me parezco a ella, porque me enorgullece ser parte de ella, porque me enorgullece como ni te imaginas parecerme a mi abuela. Voy a luchar como lo hizo ella, voy a pelear y a superar cada obstáculo que atravieses en mi camino. Y voy a luchar por Aron, porque él esté bien. ¡Porque me merezco mi puto final feliz y me lo voy a dar yo!

Y así, desahogándome con nadie, gritándole al vacío agarro fuerzas de dónde no las hay. Voy a luchar por mí como lo hubiese hecho mi abuela. Voy a luchar por él y voy a obtener todo lo que merecemos. Porque después de tanto caos merecemos la calma. Porque me merezco ser feliz joder, y quien mejor que yo para darme mi propia felicidad.

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Hola chicos/as, llega un poco tarde pero aquí está el nuevo capítulo, espero que lo disfruten.

Los quiero. 🖤

Laura.

Guerrero silencioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora