Muchas veces he oído hablar del día después de haber bebido, dicen que te duele horrores la cabeza, regresas todo lo que tienes en el estómago, no recuerdas nada, no quieres salir de la cama...
Lo llaman resaca querida.
Como sea, muchos hablan de la resaca y ahora entiendo que es horrible, pero va más allá del calificativo de horrible tener que ir a clases después de haberte bebido hasta la última gota de alcohol de un bar.
Ojeras, mal aliento, cabello despeinado... ¿bonito maquillaje verdad? Pues sí, era un desastre esa mañana, un desastre el cual contrastaba perfectamente con los uniformes impecables y el cabello bien arreglado de mis compañeros.
Estaba haciendo un inmenso esfuerzo por no quedarme dormida pero el profesor no colaboraba, no entiendo cómo le hacen para hablar con tanta paciencia.Vagos recuerdos de la noche anterior fueron llegando a mi cabeza, no puedo creer que haya cometido tantas locuras en solo una noche.
Recuerdo que bebí hasta no poder más, recuerdo la sonrisa de Julie al verme moviendo las caderas como bailarina de burdel, recuerdo ir a la barra a pedir algo más fuerte y... un chico de ojos azules y cabello rubio llega a mi mente tratando de llevarme a la pista a como de lugar, también recuerdo a Aron empujando al muchacho y pegándome a su pecho, luego todo se vuelve oscuridad. ¿Qué diablos pasó anoche? ¿Cómo termine en brazos de la persona que quería olvidar? ¿Quién era ese chico de ojos azules?
Luke, se llamaba Luke.
Cierto, creo haber escuchado ese nombre antes del bar.
La clase termina, todos los alumnos salen. Hago mi mayor esfuerzo por levantarme y pasar desapercibida, llego hasta la puerta y...
—Señorita Londres necesito hablar con usted.
Casi lo logro.
—Dr Parker, ¿algún problema?
—Tome asiento por favor.
Me siento delante de él evitando todo contacto visual, sé que mi aspecto de hoy no es el mejor pero ¿acaso eso es de su incumbencia?
—La he notado un tanto distante estos días, apenas está comenzando el curso pero necesito que se centre, que preste atención en clases y que estudie un poco, la próxima semana comienzan los parciales. ¿Entendido o necesito ser más claro?
Lo miro de arriba abajo, Dr Alarick Parker, recién graduado, veinticinco años de edad. Graduado en esta misma universidad con los mejores resultados y título de oro. Un metro ochenta aproximadamente, piel pálida, labios carnosos, ojos grises, cabello castaño...
—Ya usted lo dijo doctor, la próxima semana —vuelvo a centrarme en la conversación.
—Mire, entiendo que como cualquier otro estudiante está pasando por un proceso adaptativo. Sé que es difícil yo también tuve su edad, verá que paso a paso todo se hace más fácil pero necesito que ponga de su parte.
—Claro, ¿ya terminó?
—Mariana...
—Ya entendí el mensaje doctor, ahora si me disculpa tengo cosas que hacer.
—¿Cómo emborracharte por ejemplo?
—Lo que hago en mi tiempo libre no es de su incumbencia —lo miro con las cejas enarcadas y me cruzo de brazos.
—Lo digo porque me importas... —tose aclarándose la voz— porque me importan mis estudiantes.
—Pues ya entendí su consejo, ya veré si lo tomo o no, ¿puedo irme?
—Por supuesto —señala la puerta.
Me mira con cara de fastidio, parecía realmente interesado en ayudarme pero ya para regaños tengo a mis padres. Es raro ver esta fase del profesor, en lo que va de curso siempre se ha mostrado frío e indiferente con los estudiantes no entiendo a qué se debe este cambio.
Tal vez le gustas.
Oh vamos no digas estupideces.
Me encamino a la puerta y al salir al pasillo encuentro al chico que desordena mi sistema nervioso. Me mira fijamente con esos hermosos ojos verdes que tanto me gustan y una sonrisa se le forma en los labios mostrando sus hermosos hoyuelos.
Intento seguir de largo por su lado pero me toma del brazo.
—¿Qué quieres? —digo sin titubear.
—Esa no es forma de hablarle a la persona que te llevó en brazos desmayada hasta el auto de Steven.
—Pues gracias pero no pienses que solo por ello te voy a perdonar lo que hiciste.
—Eso no ha pasado por mi mente, sé que no eres una chica que olvida fácil y que eres terca y difícil de persuadir —hace una pausa y me mira los labios— por eso me gustas tanto.
Bum bum bum bum.
Golpe bajo, mi corazón se acelera y mis mejillas se encienden. Lo miro directamente a los ojos y veo en ellos algo de malicia. ¡Se divierte con la situación mientras yo casi me desmayo!
—Tengo que irme —doy media vuelta cerrando los ojos y rezando porque no siga con ese tema.
—No sabía que te habías vuelto una cobarde.
Enfadada me doy la vuelta para encararlo pero se ha acercado cortando toda distancia entre los dos y choco de frente con su pecho, me toma el mentón obligándome a mirarlo y así sin más posa sus labios sobre los míos en un desesperado beso.
Un sinfín de emociones recorre mi cuerpo, lo tomo de la nuca profundizando el beso mientras me voy derritiendo poco a poco en sus brazos. Miento si digo que no extrañé esto. Me suelta dejándome aun perpleja y me sonríe volviendo a mostrar sus hermosos hoyuelos.
—¿Cenamos esta noche?
—Aron no creo que...
—A las ocho paso por ti insoportable.
Me da otro beso y se va, dejándome atontada en medio del enorme pasillo con mil preguntas sin respuesta, con la rabia del engaño aún recorriéndome el cuerpo, con las mejillas sonrojadas y con mis labios rojos pidiendo más de esos besos.
¿Qué me está pasando? ¿Por qué a pesar de lo que me hizo no puedo seguir enfadada y quiero creer sus excusas?
Creo que alguien se está enamorado.
¡No! Claro que no, eso es imposible... ¿Verdad?
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Guerrero silencioso
Teen FictionSi de dolor se trata Mariana tiene un doctorado en ello. Lleva años cargando con el peso de la culpa de no poder salvar a los que más quiere. Vive perdida tratando de sonreír cuando en realidad está muerta por dentro, los sentimientos y las emocione...