Capítulo 24

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Su nave tomaría tiempo en ser reparada, desde arriba ya se le había dicho que no le darían otra nave pues tenían prioridad para sus propios pilotos, pero si le brindarían los pocos repuestos que estarían dispuestos a entregarle para que ella misma llevase a cabo las reparaciones con la ayuda de quien quisiese prestársela, pues tampoco le enviarían técnicos o mecánicos. Básicamente le dijeron que se las arreglara como pudiese.

Ni siquiera sabía por dónde empezar, podían ser semanas de trabajo y había cosas que ni siquiera entendía como funcionaban. Ella volaba naves, no las construía. Se sentía tan sobrepasada por todo lo que había que hacer que le dio un profundo trago a su cantimplora antes de ponerse a trabajar. Tuvo suerte de que Dorn le dejara un par de sus mecánicos para que le ayudasen, e igualmente el contrabando que usaban para adquirir armamento le fue de utilidad para conseguir piezas extras, principalmente para el ala faltante y el cristal de la cabina, que era mejor reemplazar que intentar reparar. Aun así los repuestos fueron insuficientes y pronto se quedó sin material para poder seguir trabajando. Dado que aún sentía el cuerpo algo cansado y que el dolor en su frente le impedía concentrarse por completo, agradeció en parte la pausa, pero por otra parte no podía dejar su nave a medias. Sabía que no le entregarían más piezas de las que ya le habían dado, por lo que tendría que buscar otra forma de obtener los repuestos que necesitaba.

Pensó que si hablaba con Dorn él podría ayudarle de alguna forma por lo que decidiría ir en su ayuda. Para su asombro y desconcierto, en cuanto salió del hangar para buscarlo vio aparcada la nave de McCloud a unos veinte metros de ella. Pensó que el cansancio la estaba afectando otra vez, que su mente ya estaba demasiado exhausta y eso le hacía ver cosas, pero al sentir el frio del metal bajo su mano tras posarla sobre esta supo que la nave era real, y que McCloud estaba aquí. Eso hiso que tuviese más interés en ir con Dorn, por lo que fue hacia la habitación que era usaba como sala de mando al intuir que ahí era donde debían estar, pero al acercarse los dos soldados que hacían guardia junto a la puerta le cortaron el paso. Dorn salió a comprobar que ocurría al escuchar el forcejeo y ordenó a los soldados que la dejasen.

Dorn: Ella ha sacrificado bastante por nosotros y sus heridas son prueba de ello, se ha ganado el derecho de estar aquí.

Dorn se había vuelto el único a quien ella podía decir genuinamente que se había ganado su respeto, pese a que aún le parecía algo extraño y seguía sin acostumbrarse del todo a su actitud tan positivista, pero no era como que le afectase en algo. Luego de que los guardias se hiciesen a un lado ella pudo entrar, y ahí, del otro lado de la mesa de planificaciones junto a un oficial de rango menor, estaba McCloud. Lo primero que pensó Kursed era lo similares que eran en edad a simple vista. Sin saber porque realmente, llamó su atención el que también fuese un zorro, los habitantes de este planeta eran en su mayoría roedores y lagomorfos salvo contadas excepciones como Dorn. De pelaje castaño y cabello corto, este permaneció de brazos cruzados mientras le dirigía un saludo con un simple gesto con la cabeza. Los ojos azulados de ella se cruzaron con los ojos verdosos de él cuando ella devolvió el saludo casi por inercia. Ese breve lapso de apenas un segundo a ella pareció hacérsele eterno, incluso cuando ya no se dirigían la mirada Kursed seguía sintiéndose incomoda. Lo que Dorn le había dicho cuando acababa de llegar apoyaba sus suposiciones sobre la cercanía que debía haber entre él y Krystal, pero para ella, para Kursed, se le hacia un total desconocido, por más que intentaba escarbar en su mente le era imposible hallar un rostro mínimamente parecido al de él, y al parecer el sentimiento era mutuo.

Dorn: Lamento lo de antes, algunos son demasiado cuadrados. Es bueno ver que su recuperación esté yendo bien, dígame que necesita.

Kursed: Necesito más piezas para continuar reparando mi nave, lo que me dieron no es suficiente.

Kursed: Una historia de Star FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora