Una fina lluvia comenzaba a caer sobre las ruinas de la que alguna vez fue una urbe ajetreada. Kursed salió a caminar sola por las calles de lo que antes era un vecindario, ahora convertido en un lugar vacío y sin vida por la guerra, pues tenía mucho en lo que pensar. Las patas le mataban, no recordaba cuando fue la última vez que se quitó las botas y su tobillo era lo que más le molestaba. Siguió avanzando hasta llegar a lo que solía ser un pequeño almacén local. El escaparate había sido destrozado producto de los combates y bombardeos, y la gran mayoría de lo que había en el pequeño negocio había sido saqueado, se habían llevado agua, alimento y todo lo que se creía que podía ser útil. En el suelo aún quedaban algunas cosas que nadie se había llevado, cosas que nadie consideraba necesarias o que se habían quedado atrás y nadie quiso volver por ellas. Entre todo, Kursed pudo reconocer una cajetilla de cigarros entre las botellas rotas y las cajas aplastadas. Se la quedó mirando por unos segundos antes de recogerla y revisarla. Estaba nueva, algo aplastada pero no había sido abierta. Dudó por unos segundos pero finalmente se decidió a abrirla. Se sentó sobre una de las escalerillas de la entrada del almacén con un cigarrillo ya en la boca y lo encendió mientras la lluvia se intensificaba. Kursed había dejado de fumar hace unos cuatro años más o menos, pero ahora eso ya daba igual. Dio la primera inhalada y sintió el sabor del tabaco llenar su boca mientras volvían a su mente los recuerdos de las tardes que pasaba con Sasha fumando cajetillas enteras. Aquel sabor que no había sentido en tanto tiempo ahora le parecía más fuerte de lo que ella recordaba, quizá por el tiempo que estuvo sin fumar. La razón por la que empezó a fumar en primer lugar era para liberarse del estrés que al principio le causaban sus trabajos como cazarrecompensas, después de terminar un trabajo solía fumar uno o dos cigarrillos, pero luego empezó a aumentar la cantidad independientemente de que el estrés se lo requiriese, al punto de que el propio Pasha la instó a dejarlo al ver como las papeleras tenían más colillas que papel en su interior, y solo por él es que ella intentó deshacerse de ese mal hábito. Por eso mismo las bocanadas de humo también le trajeron de vuelta los recuerdos de las infernales noches que pasó bajo los tortuosos efectos del síndrome de abstinencia. Ahora esa necesidad inicial de consumir tabaco había vuelto. Estrés, insomnio más que de costumbre, cansancio, era más que suficiente como para justificar el retomar su viejo habito.
Después de descargar los datos pasó toda la noche leyendo montañas de texto. Al revisar la información que había robado se encontró con varios archivos, pero casi al instante su atención se dirigió a una carpeta con el nombre de "Fox McCloud". Lo que leyó fue muy parecido a lo que había escuchado antes sobre él. Estuvo así durante horas, revisando cada carpeta con la que se encontraba sin pasar a la siguiente hasta cerciorarse de que no se le escapaba nada. Finalmente, al fondo de todo, había una última carpeta que tenía por nombre "Krystal". Se quedó viendo a la pantalla por un momento, considerando si realmente sería buena idea entrar ahí, y luego de dar un respiro profundo se decidió. Al abrirla lo primero que se encontró fue una fotografía de una joven zorro de pelaje azul y rostro alegre. Tal imagen se le hiso espeluznante, se sentía incomoda viendo esa sonrisa, incapaz de creer por un solo segundo que la mujer que había en la pantalla alguna vez fue ella, que era ella en realidad. Decidió descender en el texto con tal de no seguir viendo esa foto, pero lo que leyó no la hizo deshacerse de la incomodidad pues sus sospechas habían sido correctas, quien quiera que haya sido Krystal, había tenido un vínculo muy cercano con ese McCloud, más cercano de lo que a ella le hubiera gustado.
Ya tenía las respuestas que quería, quizá más de las que quería ¿Por qué no se sentía mejor entonces? ¿Por qué seguía sintiéndose vacía? Admitió para sí misma que todo esto la tenía al límite, pero ella había elegido esto, y era algo con lo que debía lidiar. O tal vez no. A medida que seguía inhalando y exhalando el humo volvió a Kursed el rostro de Ruby, la loba de aquella luna boscosa, y se preguntó por primera vez ¿realmente valía la pena todo por lo que había pasado, y por lo que estaba pasando ahora? De forma casi involuntaria, quizá influenciada por el breve momento que le estaba otorgando el perderse en el humo del cigarro, empezó a recordar y a reflexionar. Estaba tan cegada por la ira que había acumulado contra Wenko que ahora no sabía si realmente quería seguir con esto. El siguiente rostro en aparecérsele fue el de Rain, ahora realmente le hubiese gustado abrazarla. Luego cruzaron por su mente Kord y Sasha. Si los hubiese ayudado como le rogaron ¿seguirían con vida? ¿habría podido salvarlos? Y Pasha... Todos habían muerto por ella, o de eso estaba convencida. El cigarrillo se terminó, y de forma casi automatizada encendió otro. El rostro de Ruby se le había quedado dando vueltas. Perder a Pasha la había destrozado, la muerte de sus amigos también le dolía, pero Ruby era quien más concentraba su culpa, porque ella no tenía nada que ver en lo que Kursed estaba metida, ella era inocente, una desdichada que lo había perdido todo mucho antes de conocerla, y aun así había sido capaz de sonreír, pues vio en Kursed una chispa de esperanza, una mano de ayuda que nadie le había tendido antes. Y ella le había mentido, la había tratado primero como un estorbo y luego la usó como sebo ¿Qué clase de persona hace eso?
Recordar a la lobo también le hizo recordar el relato que había contado sobre la razón de su amnesia, y todos los detalles que había omitido: Cuando su nave fue golpeada por una roca y ella quedó a la deriva en el espacio, fue Wenko quien la encontró flotando al borde de la muerte. De no ser por el pirata habría muerto, pero entre la muerte y una vida de esclavitud y prostitución, Kursed hubiese elegido la muerte sin duda. Quien la salvo de tomar esa decisión fue Pasha, el oso abordaría la nave de Wenko para saquearla, pero en lugar de un botín la encontró a ella, asustada, desorientada y sin recordar ni su nombre. El oso se la llevaría y la tendría bajo su cuidado. Kursed nunca supo que lo impulsó a eso, pero en lo que a ella respecta, y pese a que nunca quiso admitirlo pese a las burlas de Sasha, Pasha había sido como un padre para ella. Si Kursed veía al oso con esos ojos quizá el oso la veía a ella de la misma forma, la dulzura y cariño con la que había sido tratada solo podían ser la misma que la de un padre con su hija. Fue durante su rescate que el oso recibiría la herida que lo haría cambiar el enfoque de su oficio, pero él nunca se quejaría o la culparía por eso.
El cigarrillo se terminó y Kursed estaba abriendo la cajetilla para encender otro más, sin llevar la cuenta de cuantos iban ya. Cuando puso el nuevo cigarrillo en sus labios y acercó el encendedor se dio cuenta de que le temblaban las manos. De no ser por la lluvia se habría dado cuenta de que también le corrían lagrimas por los ojos. Sus labios también empezaron a temblar, y sintió que su pecho se empezaba a contraer. Estaba sola, simbólica y físicamente, no había nadie que la viese así que ¿qué más daba? El cigarrillo cayó de su boca al suelo en cuanto empezó a sollozar, un llanto silencioso que nadie podía oír más que ella, suave pero tan cargado de emociones reprimidas voluntariamente. Sus ojos se inundaron de lágrimas mientras permanecía sentada con la cabeza inclinada hacia abajo. No recordaba cuando fue la última vez que lloró, se sentía liberador, pero también le era doloroso. Como en ocasiones anteriores, trató de usar el alcohol como forma de alivio, pero se percató de que en su cantimplora apenas quedaba licor como para un par de sorbos, que se bebería de un trago mientras se preguntaba en qué momento beber se había convertido en su terapia. Estaba frustrada, ya ni siquiera sabía que hacer, quería dormir una noche completa aunque sea solo una vez, comer algo que fuese realmente comida, quería que todo se acabase de una vez, pero sabía que a estas alturas era imposible, estaba tan hundida en todo esto que si simplemente se marchaba esa decisión la perseguiría hasta en la muerte. Debía darle un punto final a esto ella misma, la pregunta era ¿Cómo? ¿Qué debía hacer con McCloud? Era la única razón por la que había venido a este planeta y ahora no tenía la más mínima idea.
Una vez que su llanto cesó y ya creía sentirse más tranquila decidió volver al almacén al ver que la lluvia seguía intensificándose, mientras intentaba pensar en que hacer. Al regresar se topó con un ambiente igual de deprimente que cuando llegó la primera vez. Buscó por todo el lugar pero no pudo encontrar por ningún lado a Dorn, ya era el tercer día desde el incidente en el puerto, a estas alturas no tenía muchas esperanzas en volverlo a ver.
Ahora sabía que debía tomar una decisión, debía decidir cuál sería su siguiente paso, pero la confusión y el caos que era su mente le impedía pensar con claridad. ¿Qué debía hacer? El siguiente paso podría ser el definitivo, ¿llegar hasta el final con lo que tenía pensado desde el principio? ¿o podía buscar otro camino? Por un fugaz momento pasó por su cabeza la idea de que quizá pudiese haber una forma no violenta de terminar con todo, estaba tan cansada que incluso pensó en simplemente ir y revelar quien era, o quien se supone que era. ¿Y qué pasaría entonces? ¿Qué pasaba si volvía a usar el nombre de Krystal? ¿era siquiera posible recuperar una vida de la que ni siquiera tenía recuerdos? ¿y cómo podría vivir de esa forma sabiendo todo lo que arrastraba detrás de si? De nuevo empezó a sentirse agobiada, solo quería irse a dormir y no pensar en nada, pero no podía seguir evadiendo el asunto, debía tomar una decisión ya.
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Kursed: Una historia de Star Fox
FanficEsta historia intenta ser una continuación del final "Star Wolf Returns" de Star Fox Command ¿A quien cresta pudo haberle gustado Command? Yo me pregunto lo mismo, pero si e de admitir que algunos de sus finales tienen bastante potencial. Kursed nun...