Final 1

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Este es uno de los dos finales que escribí para esta historia siguiendo la tendencia de Star Fox Command. Ninguno de los finales es "oficial", sino que la idea es que el espectador pueda elegir como termina la historia: si con un final cerrado y definitivo, o con uno que deja mas libertad de interpretación.


Fox McCloud surcaba los cielos en solitario rumbo al polo sur del planeta. A primera hora de la mañana había recibido un mensaje indicándole que se dirigiera hacia esa ubicación en específico y completamente solo. La curiosidad le impulsaba a averiguar de que se trataba, pero la propia naturaleza del mensaje también lo hizo ponerse alerta. La falta de un emisor y lo escueto del mensaje no eran propios de la comunicaciones de origen militar, significando que quien envió el mensaje era alguien externo, alguien que no debería tener acceso a esa red de comunicaciones.

Su primera opción era que Wolf O'Donnell, su eterno rival, buscaba nuevamente retarlo a un enfrentamiento singular. No era la primera vez que lo desafiaba, pero incluso él era más detallado cuando lo hacía, si fuese su rival se lo haría saber en lugar de quedarse en el anonimato, no era propio de él, por lo que debía ser alguien más. No descartaba que se tratase de un intento por emboscarlo, podía tratarse de algún piloto enemigo frustrado por un encuentro anterior y que buscaba la revancha, pero eso no explicaba cómo podría haber ingresado a la red de comunicaciones con lo encriptada que estaba.

Por más vueltas que le daba al asunto no era capaz de encontrar una explicación con la suficiente lógica. A medida que las horas pasaban y él continuaba volando rumbo al polo la intriga fue siendo desplazada por otros pensamientos que le incomodaban todavía más. No podía dejar de pensar en lo difícil de la situación actual, el conflicto estaba estancado y la escasez de suministros era cada vez más preocupante. Por más que se esforzaban todo parecía ser en vano, y eso lo había tenido decaído últimamente.

Por fin empezó a sobrevolar el gran campo de hielo que era el polo sur de Kew, por lo que salió de sus pensamientos para poner más atención a las coordenadas, hasta que tras unos minutos divisó una silueta en el suelo que solo podía ser de una nave, difícilmente visible dado el fuerte viento nevado que la ocultaba. Fox aterrizaría a varios metros por seguridad dado el clima. Tras descender de su nave y ser golpeado por la velocidad del viento, Fox se pondría una capa para protegerse del frio y empezaría a caminar rumbo a la otra nave. A medida que se acercaba y la nave que tenía delante se hacía cada vez más visible se percató que junto a esta empezaba a ser más notoria una segunda silueta, más pequeña y delgada, la silueta de alguien, de pie esperando. Fox de inmediato se puso alerta, con la mano sobre la funda de su blaster listo para desenfundar y disparar si era necesario. Con cada metro la distancia se fue recortando hasta que pudo ver con cierta claridad el rostro de quien tenía delante, pudiendo distinguir un pelaje bicolor azul y blanco. Le tomó un momento reconocerla pero pudo recordarla como la zorro que le había ayudado varias semanas atrás con ese cañón antiaéreo. Verla hacía despertar algo en él que lo incomodaba, muy en su interior había recuerdos amargos que parecían volver a aflorar cuando la veía sin que él pudiese evitarlo, y es que era tan parecida, pero sabía que solo era su mente confundida por la inmensa coincidencia, y de la que no podía culpar a nadie más que a sí mismo.

Fox no sabía con qué actitud debía acercarse a ella, ¿debía ser amigable y aprovechar de agradecerle de nuevo por ayudarle? ¿o debía ir con la misma seriedad y profesionalismo que había intentado mantener desde que estaba en el planeta? A medida que se acercaba la silueta se hacía cada vez más distinguible pese a estar bajo una túnica que solo dejaba ver ese rostro del que no podía apartar la mirada. Finalmente quedaron uno frente al otro, a solo un metro de distancia, en completo silencio. Él estaba en forma, descansado, sano y bien alimentado. Ella por otra parte se veía fatal, el cabello sucio, delgada, con el rostro demacrado y con una gruesa capa de vendaje cubriéndole la frente. Pero aun así mantenía un temple serio. Fox veía en ella el vivo reflejo del dolor y el sufrimiento que generaba esta guerra, y el simple hecho de que, pese a eso pudiese seguir de pie, la hacía merecedora de su respeto y admiración.

Fox intentó recordar su nombre, para al menos poder dirigirse a ella apropiadamente. Rebuscó tanto como pudo en su cabeza, sabiendo que en algún momento algún oficial con el que había trabajado lo había mencionado. Cuando recordó que su nombre era Kursed, Fox no tardó en extenderle una mano de forma amistosa. Esta, sin embargo, lo corregiría con una voz apagada y rasposa, y en su lugar se presentaría a sí misma con un nombre que él no había escuchado en años, un nombre que lo dejaría paralizado y le daría un vuelco en el corazón.

Kursed: Una historia de Star FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora