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Cuando, treinta minutos después, me acerqué a la entrada del bloque, escuche que Reiko estaba tocando la guitarra. Subi la escalera, llamé a la puerta. En la habitación no había rastro de Jimin; Reiko estaba sola, sentada sobre la alfombra, tocando la guitarra. Me señaló la puerta del dormitorio. Con ese gesto, me indicaba que Jimin se encontraba allí. Luego depositó la guitarra en el suelo, se sentó en el sofá, me pidió que tomara asiento a su lado. Distribuyó entre las dos copas el vino que quedaba en la botella.

-El está bien- dijo dándome unos golpecitos en la rodilla-. Si está solo un rato, acostado, se tranquilizará. No te preocupes. Se ha emocionado. Mientras tanto, ¿qué te parece si damos un paseo?

-Me parece bien -dije.

Reiko y yo caminamos despacio por un sendero iluminado por la luz de las farolas hasta llegar al lugar donde estaban la pista de tenis y la cancha de baloncesto, y allí nos sentamos en un banco. Ella sacó una pelota de baloncesto de color naranja de debajo del banco y la hizo girar unos instantes sobre la palma de su mano. Me preguntó si sabía jugar al tenis. Le respondi que no se me daba bien, pero que habia jugado varias veces, si.

-Y al baloncesto?

-No soy muy bueno que digamos

-¿Y tú en qué eres bueno, aparte de acostarte con Omegas? -Cuando Reiko se rió se le dibujaron unas arrugas en el rabillo del ojo.

-Tampoco puede decirse que en eso sea bueno -repuse molesto.

-No te enfades. Bromeaba. Dime, en qué eres bueno?

-No soy bueno en nada. Pero si hay cosas que me gusta hacer.

-¿Cuáles?

-Ir de excursión, nadar, leer.

-Veo que te gusta la soledad.

-Supongo que si -reconoci-. Nunca me han atraido los juegos de equipo. No les encuentro la gracia. Enseguida pierdo el interés.

-Entonces ven aquí en invierno. Hacemos esquí de fondo. Seguro que te gustaría ir todo el día de aqui para allá, por la nieve, sudando a mares. -Reiko observó su mano derecha igual que si estuviera ante un instrumento musical antiguo

-¿Jimin se pone así a menudo? -pregunté.

-De vez en cuando. -Ahora Reiko se estudiaba la mano izquierda-. Se excita, llora. Pero no pasa nada. Es sólo eso. Está exteriorizando sus emociones. Lo preocupante es cuando no logra sacarlas fuera. Se acumulan en su interior y se inquieta. Las emociones van petrificándose y muriendo dentro de uno. Eso sí es terrible.

-¿He dicho algo inoportuno?

-No. Tranquilo. No has cometido ningún error, asi que no te preocupes. Di lo que sea con franqueza. Es lo mejor. Aunque lo hagan el uno al otro, o aunque, como ha sucedido antes, uno acabe alterando los nervios del otro. Viendo las cosas con perspectiva, es lo mejor que pueden hacer. Si deseas que Jimin se recupere, hazlo. Tal como te he dicho al principio, se trata no tanto de querer ayudarlo como se desea curarte a ti mismo mientras lo ayudas a curarse. Así es como funcionan aquí las cosas. En resumen, tienes que ser sincero. En el mundo exterior la gente no suele hablar con franqueza, no es cierto?

-Si- dije.

-Hace siete años que estoy aquí y he visto entrar y salir a mucha gente -siguió Reiko-. Quizás a demasiada. Por eso, viendo a alguien, sé instintivamente si se curará. En el caso de Jimin, no estoy segura. No puedo imaginarme qué será de el. Tanto puede recuperarse el mes que viene como tardar muchos años. Así que, en cuanto a el, no puedo darte ningún consejo. Sé sincero y ayudense el uno al otro.

Triángulo Amoroso- JinKook/KookMin✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora