Jimin me llamó el sábado y concertamos una cita para el domingo. Si es que a aquello puede llamarse una «cita>. A mi no se me ocurre otra palabra.Igual que la vez anterior, recorrimos las calles, entramos en una cafetería, tomamos una taza de café, reemprendimos la marcha, cenamos al atardecer, nos despedimos y nos separamos. Fiel a su costumbre, el no soltó más que algunas frases sueltas, pero, como no parecía importarle, no me esforcé en mantener una conversación. Cuando nos apetecía, hablábamos de nuestras vidas cotidianas o de la universidad, pero siempre de una manera fragmentaria, sin hilvanarlo con nada. No mencionamos el pasado. Paseamos todo el tiempo. Es una suerte que Seúl sea una ciudad tan grande; por más que la recorras, siempre hay algún sitio a donde ir.
A partir de entonces, quedamos casi todos los fines de semana, y siempre dábamos el mismo paseo. El ibadelante, y yo lo seguía unos pasos detrás. Jimin lucía gorros de lana en el pelo, pero siempre mostraba las orejas. Puesto que siempre lo veía de espaldas, ésta es la imagen que hoy mejor recuerdo. Cuando se sentía avergonzado, jugueteaba con el gorro. Y se secaba las comisuras de los labios antes de decir algo. Mirándolo hacer estos gestos, poco a poco empezó a gustarme. Estudiaba en una pequeña universidad privada en las afueras de Seúl, conocida por la enseñanza del inglés. Cerca de su apartamento discurría un canal de riego de aguas cristalinas por donde solíamos pasear.
Jimin me había invitado alguna vez a su apartamento y había cocinado para mí. No parecía sentirse incómodo estando a solas conmigo. Era una única estancia, sobria y provista de adornos. Si no fuera por los gorros de lana colgando en el rincón de la ventana, nadie hubiera dicho que allí vivía un chico. Llevaba una vida muy austera y sencilla, y apenas tenia amigos. Quien lo conoció en el instituto no hubiera podido imaginarlo. Antes Jimin llevaba ropa ajustada dejando ver su esbelto cuerpo y siempre estaba rodeado de gente. Mirando su cuarto, me dio la impresión de que, al igual que yo, había querido alejarse de la ciudad y empezar una nueva vida en un lugar donde nadie lo conociese.-Elegí esta universidad porque nadie de la escuela pensaba venir aquí -me dijo Jimin sonriendo-. Todos nosotros ibamos a estudiar en universidades más elegantes.
No puede decirse que la relación entre Jimin y yo no progresara. Poco a poco, el fue acostumbrándose a mí, y yo a el. Cuando finalizaron las vacaciones de verano y empezó el nuevo curso, automáticamente Jimin reemprendió sus paseos a mi lado, como si fuera lo más natural del mundo. Lo interpreté como la señal de que me aceptaba como amigo; por mi parte, no puedo decir que me desagradara pasear con un chico tan guapo. Y seguimos deambulando por las calles de Corea. Subiendo cuestas, cruzando ríos, atravesando las vías del tren... Caminamos sin rumbo, andando por andar, cual si fuera un rito para aliviar las ánimas en pena. Si llovia, paseábamos bajo el paraguas.
Llegó el otoño y el suelo del patio de la residencia se cubrió con las hojas del olmo. Al ponerme el primer jersey me llegó el olor de la nueva estación. Gasté un par de zapatos y me compré otros de antes.
No logro recordar de qué charlábamos. Probablemente, de nada que valiera la pena. Seguimos sin mencionar el pasado. El nombre de Taehyung apenas salia en nuestras conversaciones. Hablábamos poco, pues entonces ya nos habíamos acostumbrado a estar sentados en una cafeteria frente a frente en silencio. Dado que a Jimin le gustaba oír las historias de Tropa- de-Asalto, yo se las contaba a menudo. Tropa-de-Asalto tuvo una cita con una chica (una compañera de clase de geografia, cómo no), pero regresó al atardecer con aire abatido. Sucedió en junio.
-Jungkook, cuando sales con una chica, ¿de qué hablas?», me preguntó. No recuerdo qué le respondi.
De todas formas, no era la persona más indicada para aconsejarle. En julio, mientras él no estaba, alguien arrancó la fotografia del canal de Amsterdam y pegó otra del Gol- den Gate Bridge de San Francisco. He aquí la razón: querían averiguar si Tropa-de-Asalto sería capaz de masturbarse mirando el Golden Gate Bridge. Cuando les dije que lo hizo encantado de la vida», alguien sugirió sustituirla por una de un iceberg. Cada cambio de fotografia provocaba en Tropa- de-Asalto un desconcierto terrible.
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Triángulo Amoroso- JinKook/KookMin✓
Romantizm🌷 KookMin 🌷 Historia Terminada ✓ Mientras aterriza en un aeropuerto Europeo, Jungkook escucha una canción de los Beatles que lo hace retroceder a su juventud, a Corea de los años noventa. Recuerda entonces con melancolía a Jimin, el novio de su me...