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-Jungkook, ¿salimos a dar un paseo? -sugirió Reiko-. Podemos ir a comprar algo para la cena. Estoy hambrienta.

-¿Hay algo que te apetezca comer en especial?

-Sukiyaki dijo. Hace muchos años que no lo he probado. Incluso se me aparece en sueños. La carne, la cebolla, los fideos konnyaku, el töfu •[Comida Japonesa]•, las hojas de crisantemo, todo cociéndose a fuego lento.

-Si, pero no tengo la cazuela de sukiyaki.

-No importa. Yo me ocupo de eso. Voy a pedirle una al casero.

Reiko se encaminó hacia la casa principal y volvió con una cazuela, un hornillo de gas portátil y una larga manga de goma.

-¿Qué te parece? Fantástico, ¿eh?

-Y que lo digas! -dije admirado.

En la calle comercial del barrio compramos la carne de temera, los huevos, las verduras y el tofu; en la bodega, un vino relativamente bueno. Aunque quise invitarla, al final acabó pagandolo todo ella.

-Si se enteran de que mi sobrino tiene que pagarme la comida, me convertiré en el hazmerreír de la familia -bromeó Reiko.- Además, tengo bastante dinero. No temas. No me he marchado del sanatorio sin blanca.

De vuelta en casa, Reiko lavó el arroz y lo puso a cocer y yo extendi la manga de gas hasta el porche e hice los preparativos para cocinar el sukiyaki. Cuando estuvo todo listo, Reiko sacó su guitarra del estuche, se sentó en el porche, ya sumido en la penumbra, y tocó una Fuga de Bach como si estuviera probando el instrumento. Tocaba los pasajes más bonitos intencionadamente despacio, con sentimiento, escuchando cada acorde. Reiko parecía una chica de diecisiete o dieciocho años contemplando extasiada un vestido que le gustaba. Le brillaban los ojos, los labios dibujaban una sonrisa. Cuando acabó de tocar la melodía, se apoyó en una columna del porche, alzó la vista al cielo y se sumió en sus pensamientos.

-¿Puedo hablarte? -le pregunté.

-Claro. Estaba pensando que tenía hambre -dijo Reiko. - Irás a visitar a tu marido y a tu hija? Viven en Seul, ¿no?

-En Anyang. No, no iré. Ya te lo conté, no es cierto? Para ellos es mejor no relacionarse conmigo. Tienen una nueva vida y sería muy duro volver a verlos. Creo que es mejor que no vaya.

Reiko arrugó una cajetilla vacía de tabaco Seven Stars, la tiró, sacó otro paquete de la maleta de piel, lo abrió y se llevó un cigarrillo a los labios. Pero no lo encendió.

-Estoy acabada. Lo que tienes frente a ti no es más que una pálida sombra de lo que fui. Mi interioridad murió hace mucho tiempo y ahora me limito a actuar mecánicamente.

-A mí me gusta mucho cómo eres ahora. Seas o no una pálida sombra de lo que fuiste. Quizá no tenga sentido decirlo, pero estoy muy contento de que lleves la ropa de Jimin.

Reiko sonrió y encendió el cigarrillo.

-Para ser tan joven sabes muy bien cómo hacer felices a los Omegas.- Me sonrojé.

-Sólo digo lo que pienso..

-Ya lo sé- dijo Reiko riéndose.

Mientras, el arroz se había acabado de cocer. Pusimos aceite en la cazuela y empezamos a preparar el sukiyaki.. -No será un sueño? -Reiko husmeaba el aire.

-Es un auténtico sukiyaki. Te lo digo por experiencia - comenté.

Sin apenas hablar, picoteamos con los palillos de la cazuela, bebimos cerveza y comimos el arroz en silencio, Gaviota se acercó atraída por el olor y compartimos la carne con ella. Cuando nos sentimos llenos, los dos nos apoyamos en una columna del porche y contemplamos la luna.

Triángulo Amoroso- JinKook/KookMin✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora