IX

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Gavi y yo no habíamos coincidido mucho estos días, porque él tenía entrenamientos y yo estaba de un lado a otro con Lucas.

Mi hermano había empezado a compincharse con Sara para hablarme de Gavi durante todo el día.

Aquel día Lucas había insistido en ir a casa de un amigo del fútbol a comer, así que no me quedó más remedio que dejarle.

Sabía que la madre me avisaría si pasaba algo, así que por esa parte estaba tranquila.

Estaba cociendo unos macarrones cuando escuché la puerta cerrarse.

Me quedé mirando el agua hervir intentando no girarme.

Pero entonces entró en la cocina y mis ojos se desviaron a su camiseta de tirantes, sus brazos bronceados por el sol y sus músculos.

Tragué saliva y entonces le di la espalda para coger un vaso.

– ¿Y Lucas?

– Está comiendo en casa de un amigo.

Me atreví a mirarle y casi me da algo.

Tenía el pelo revuelto y sudado.

"Joder"

– ¿Qué estás cocinando?

– Pasta.

Le vi beber agua y empecé a pensar que esto no iba a ser bueno para mi bienestar mental.

Iba a decirle que se fuera a la ducha y entonces se quitó la camiseta.

Miré la cacerola y vi los macarrones hirviendo.

Así me encontraba yo.

Había procurado no cruzarme con él, pero ahora estábamos los dos aquí, en la cocina. A solas.

– ¿Vas a hacer algo después?– preguntó.

– Sí. Quedar con Sara.

Mentira. Pero no quería quedarme con él, así que seguramente acabaría yendo a casa de Sara para contarle todo esto.

– Yo iré a casa de Pedri a jugar al FIFA.

Asentí y después salí de la cocina para ir a por mi móvil.

Le escuché abrir el grifo de la ducha y solté un suspiro de alivio.

Bajé de nuevo y terminé de hacer la comida.

Le dejé un plato y yo me fui al jardín.

Estaba sentándome cuando me llamaron por teléfono.

Lo cogí y empecé a escuchar a Sara hablando con un chico.

– ¿Qué pasa?

– Dime que esta tarde estás libre.

– Para ti siempre guarra.

– Gracias. No quiero quedarme a solas con Gavi.

– Uhh. ¿Al corderito le da miedo enfrentarse al lobo?

– Sara...

La escuché reírse y después me dijo que podía ir a verle sobre las siete.

Acepté agradeciéndoselo y tras terminar de comer llevé mi plato a la cocina.

Gavi estaba allí, comiendo viendo el móvil.

Dejé todo en el friegaplatos y subí al baño.

Me duché tranquilamente y después salí enrollada en la toalla.

Gavi subió las escaleras y me miró fijamente.

Lo miré y salí corriendo a la habitación.

Cerré y solté un poco de aire.

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒 +18 | Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora