XXII

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Narra Gavi

Salí de allí y fui a por Lucas.

Después el mismo doctor nos llevó hasta la habitación y me miró fijamente.

Asentí sabiendo que no iba a poder tirarme a sus brazos y agarré a Lucas con fuerza.

El doctor nos abrió la puerta y entonces entré.

La vi pegada miles de cables y entonces volví a echarme a llorar.

– ¿Por qué lloras?– murmuró Lucas.

– Por nada enano.– dije soltándole.– No seas bruto con tu hermana, está malita y no puede jugar contigo por ahora.

Lucas asintió y se acercó con cuidado hasta la camilla.

Se subió a una de las sillas que había y entonces miró a su hermana.

– Hola Ada, Gavi me ha dicho que no te encuentras bien. ¿Por qué no tomas el Dalsy? Seguro que se te pasa como a mí.

Me acerqué con cuidado y la miré.

Tenía la cara algo pálida y las ojeras un tanto moradas.

Agarré una de sus manos y la sentí algo fría pero no lo suficiente como para asustarme.

Estuve un rato escuchando a Lucas hablarle a su hermana del entrenamiento, hasta que decidí por primera vez que iba a llamar a mi madre para que lo llevase con ella a casa y pudiera descansar.

Estaba claro que no iba a dejarla pasar.

Quería que la conociera con una sonrisa en la cara y ese brillo tan característico en los ojos.

No así.

Mi madre llegó poco después y me alegraba saber que Lucas quería dormir.

Cuando se fueron me quedé sentado en la silla en la que había estado Lucas y acaricié su mano con cuidado.

A veces miraba el electrocardiograma para comprobar que todo seguía en orden.

Hasta que empezaron a cerrárseme los ojos.

Y acabé quedándome dormido.




Unas horas después me desperté al sentir un ruido y entonces vi a Ada mover la mano que yo tenía agarrada.

Entonces la miré y le vi abrir los ojos.

Al principio tuvo que parpadear varias veces para poder verme, pero entonces al verme se echó a llorar.

Apreté su mano un poco y entonces me acerqué a ella.

– He pasado tanto miedo.– dijo con un hilo de voz.– He tenido miedo de perderos.

– Estamos bien Ada, Lucas está en casa de mi madre, durmiendo. Se ha pegado un buen susto cuando te hemos encontrado.

La vi llorar y entonces me acerqué para quitarle la máscara de aire y darle un beso rápido antes de volver a colocársela.

– La policía va a encontrarles cielo. Te lo prometo.

Ada intentó incorporarse un poco.

Y con mi ayuda y tras varias quejas de dolor acabó abrazándose a mí y acariciándome la espalda de arriba a abajo con cuidado.

– ¿Sabes el miedo que he pasado?– solté.– Creía que te perdía, Ada.

– Lo siento.– murmuró.

– Joder no me pidas perdón, esto no ha sido culpa tuya.

La miré a los ojos y entonces acaricié su cabeza un poco.

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒 +18 | Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora