⚠️ Contenido Explícito.
Me desperté al sentir algo de luz reflejándose en mi cara.
Al girarme me encontré sola en aquella habitación del hotel y solté un pequeño suspiro pensando en que se había pirado sin ni siquiera decirme nada.
Me senté en la cama agarrando las sábanas con mis manos en un intento de cubrir mi cuerpo y entonces la puerta se abrió haciendo que pegase un chillo y me envolviese en las sábanas rápidamente.
Vi a Gavi entrando por la puerta y entonces solté un suspiro sintiéndome aliviada.
Aunque después casi me da algo al fijarme en él.
Llevaba un chándal Nike de color gris, combinado con unas Air Force blancas y llevaba el pelo algo revuelto y levantado.
Agradecí estar sentada en la cama en aquel momento.
– Por fin despiertas.– murmuró acercándose.
Lo miré totalmente embobada hasta que se agachó dejando su cara a mi altura y tragué saliva.
– ¿Has dormido bien?– preguntó.
– S-Sí.
– Genial. Le he dicho a una de las recepcionistas que te comprase algo de ropa para salir de aquí. Vístete. Nos vamos a desayunar.
Le vi acercarse a una silla y me pasó una bolsa.
Me levanté sin ningún tapujo y entonces entré al baño, me di una buena ducha y entonces salí ya vestida.
Cuando salimos de la habitación empezamos a caminar por el pasillo y entonces sentí su mano agarrar la mía y apretar el agarre para dirigirme al parking.
Nos montamos en su coche y después le vi ponerse sus gafas de sol Ray Ban, arrancó y nos metimos en carretera.
– ¿Tienes hambre?– preguntó.
Dirigí mi vista de sus manos a su cara rápidamente.
– Mucha.– respondí.
Volví a fijarme en sus manos. Eran finas y se le notaban las venas al cambiar de marchas.
Su mano izquierda controlaba el volante hábilmente y sinceramente apreciaba el detalle de ver lo perfectas que tenía las uñas. Era consciente de que solía cortárselas a menudo.Cuando quise salir de aquel trance ya habíamos aparcado y sonreí al ver una pequeña cafetería.
Nos bajamos y caminé a su lado.
Entramos y le vi ir hasta la mesa del fondo.
Nos sentamos uno al lado del otro y tras mirar la carta le pedimos al chico que nos atendió.
– ¿Qué tal está tu hermano?– preguntó.
– Ya sabes.
Asintió con una sonrisa y después me pasó sus gafas de sol para que se las guardase.
– Esta mañana pensé que me había dejado tirada.– admití.
– Ada, no haría eso jamás.
Sonreí y entonces sentí su mano meterse por debajo de la mesa y más tarde la sentí acariciar el hueso de mi rodilla.
Levanté la mirada encontrándome de golpe con la suya y entonces apreté las piernas en un reflejo.
– ¿En qué pensabas en el coche, nena?
– N-Nada.
– Ada... Amor...
Cogí aire cuando su mano se coló por debajo de la tela de mi falda y me tapé la boca con una mano.
– ¿En qué pensabas amor? ¿En cómo te toco aquí?– susurró en un tono para que solo le escuchase yo mientras tiraba un poco de la tela de mi tanga.
El camarero llegó hasta nosotros y nos trajo el desayuno.
Cuando se fue miré a Gavi y le supliqué con la mirada que dejara todo estar.
Pero se me olvidaba el detalle de que estábamos hablando de Pablo Páez Gavira.
Nunca alzaba la bandera blanca.
Agarré la taza del café y le di un pequeño sorbo. Después partí un trocito de tortita que habíamos pedido y lo llevé a mis labios.
Tuve que tragar rápidamente porque su mano se coló por mi tanga y entonces introdujo un dedo en mi interior.
– ¿Está rico, amor?– preguntó.
Asentí tragando saliva.
– Dame un poco.– murmuró.
Agarré el tenedor y agarré otro trozo de tortita y se lo acerqué a la boca.
Empezó a masticar mientras introducía otro dedo y sonreía.
– Muy rico. ¿Te gusta el rojo cariño?
Lo miré mientras bebía café.
– Porque igual vas a necesitar chillar por él.
Fui a decir algo cuando sus dedos se abrieron en tijeras y me agarré a los brazos de la silla.
– Amor, aliméntame.– imploró.
Volví a darle otro trozo de tortita y cerré los ojos apretando todo lo físicamente posible las piernas.
– Quiero que subas un poco las piernas. Voy a quitarte el tanga.
Le obedecí y entonces le vi guardarse la tela en uno de sus bolsillos del pantalón.
Me llevé una mano a la boca cuando los sacó y los volvió a meter.
– Desayuna, Ada.
Lo miré fusilándole con la mirada y entonces bebí de mi café.
Introdujo un tercer dedo y tosí casi ahogándome.
– ¿Es esto lo que querías mientras me mirabas en el coche, nena? ¿Querías que te tocara así? ¿Aquí? No sabía que eras tan morbosa, cariño.
– G-Gavi... Por favor...
Agarré la única mano que tenía sobre la mesa y se la apreté.
Entonces empezó a mover sus dedos a una velocidad indescriptible.
Yo empecé a moverme un poco en el asiento.
Y entonces exploté.
Estaba a punto de soltar un gemido, pero Gavi me acalló dándome un beso.
Sacó su mano de mi falda y entonces se limpió con una servilleta.
– Pídemelo Ada, y te lo daré cuando lo quieras.– murmuró.
Lo miré cogiendo aire y entonces terminamos de desayunar.
Dejamos la cafetería y nos volvimos a montar en el coche.
– Mañana tengo partido.– murmuró.
– Allí estaré.– respondí inconscientemente.
Le vi esbozar una sonrisa y entonces agarró una de mis manos, la llevó hasta sus labios y la besó suavemente.
– Ada. Te quiero.
Le di una sonrisa y después saqué sus gafas de sol de mi bolso.
Las agarró sonriendo y se las puso mientras conducía concentrado.
Una de sus manos se dedicaba a cambiar las marchas y a apretar mi muslo cuando se le antojaba.
Y sinceramente no podía quejarme de ello.
– Oye. ¿Vas a devolverme mis bragas?– dije sonriendo.
– No pienso hacerlo. Es mi obsequio.
– ¿Tu obsequio?– pregunté.
– Sí. Por ser tan tentadora y no decir nada sobre ello.
Me eché a reír y entonces acabé mirando por la ventana.
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dioh mío 😩
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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒 +18 | Pablo Gavi
Novela JuvenilAda no cree en los cuentos de hadas, ni de princesas aunque puede que no lo tenga fácil cuando se encuentra con Pablo Gavi.