Llevaba varios días yendo de un lado a otro con Lucas.
Y ya de paso pues aprovechaba para hacer unas compritas.
– ¿Puedes comer bien?– pregunté.
Vi a mi hermano limpiarse todos los morros de kétchup y después me miró sonriendo.
Negué con la cabeza y sonriendo. Era imposible con él.
Aunque solamente era así conmigo, porque con Gavi era un amor siempre.
Gavi y yo aprovechábamos cada segundo libre para enredarnos en su cama, y sinceramente no podía quejarme.
Es decir, era gloria pura.
Esta noche tenía partido y quería vernos a ambos allí, así que no había podido negarme.
Sara había estado viniendo a la casa de Gavi a vernos y a veces se quedaba a dormir.
Después de comer fui con Lucas a un supermercado y estuve cogiendo cosas cuando de repente siento un tirón en mi camiseta.
Miré hacia abajo y vi a mi hermano con una caja de...
"Ay no..."
– ¿Qué es esto?
Me señaló el vibrador y lo miré fijamente.
– Eso es una cosa que usan las mujeres para hacerse un masaje.
– ¿Masaje?
– Sí cielo, un masaje.
Le arrebaté la caja y lo agarré de la manita para continuar con las compras.
Después cuando llegamos a casa vi a Lucas echar a correr hasta Gavi, que lo cogió en brazos enseguida.
Me acerqué con las bolsas y ambos estuvieron ayudándome a colocar todo.
– Gavi, ¿sabes qué hemos visto en el supermercado?
– El que colega.
– Un aparato para dar masajes.
Miré a Lucas con los ojos abiertos y después mi mirada fue hasta Gavi, que me miró fijamente.
– Eso está bien colega, los masajes molan.
Mi hermano asintió totalmente ajeno al verdadero uso del aparato y después se fue dejándonos solos en la cocina.
– ¿Un aparato para masajes?
Sonreí al escuchar detrás de mí y pegado a mi espalda.
– Ya ves.
– Yo puedo darte mejores masajes.
Iba a hablar pero entonces su mano bajó hasta mi intimidad y la movió un poco en círculos.
Me agarré a la encimera y cerré los ojos.
Unos ruidos interrumpieron el momento y Gavi se apartó para girarnos y ver a Lucas arrastrar una alfombra.
Fui hasta él y lo cogí en brazos para poder ducharlo.
Quería alejarme de Gavi en aquellos momentos.
O eso o acababa dándole traumas a mi hermano. Y me negaba rotundamente.
Después de duchar a Lucas nos fuimos a cenar.
Gavi estaba preparándose para el partido.
Entré en su habitación y me acerqué sonriendo.
– Buena suerte.– murmuré.
Él me dio una sonrisa y entonces se acercó a mí.
– Espero que me des la misma suerte que a tu hermano.
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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒 +18 | Pablo Gavi
Novela JuvenilAda no cree en los cuentos de hadas, ni de princesas aunque puede que no lo tenga fácil cuando se encuentra con Pablo Gavi.