XIII

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Llevaba varios días yendo de un lado a otro con Lucas.

Y ya de paso pues aprovechaba para hacer unas compritas.

– ¿Puedes comer bien?– pregunté.

Vi a mi hermano limpiarse todos los morros de kétchup y después me miró sonriendo.

Negué con la cabeza y sonriendo. Era imposible con él.

Aunque solamente era así conmigo, porque con Gavi era un amor siempre.

Gavi y yo aprovechábamos cada segundo libre para enredarnos en su cama, y sinceramente no podía quejarme.

Es decir, era gloria pura.

Esta noche tenía partido y quería vernos a ambos allí, así que no había podido negarme.

Sara había estado viniendo a la casa de Gavi a vernos y a veces se quedaba a dormir.

Después de comer fui con Lucas a un supermercado y estuve cogiendo cosas cuando de repente siento un tirón en mi camiseta.

Miré hacia abajo y vi a mi hermano con una caja de...

"Ay no..."

– ¿Qué es esto?

Me señaló el vibrador y lo miré fijamente.

– Eso es una cosa que usan las mujeres para hacerse un masaje.

– ¿Masaje?

– Sí cielo, un masaje.

Le arrebaté la caja y lo agarré de la manita para continuar con las compras.

Después cuando llegamos a casa vi a Lucas echar a correr hasta Gavi, que lo cogió en brazos enseguida.

Me acerqué con las bolsas y ambos estuvieron ayudándome a colocar todo.

– Gavi, ¿sabes qué hemos visto en el supermercado?

– El que colega.

– Un aparato para dar masajes.

Miré a Lucas con los ojos abiertos y después mi mirada fue hasta Gavi, que me miró fijamente.

– Eso está bien colega, los masajes molan.

Mi hermano asintió totalmente ajeno al verdadero uso del aparato y después se fue dejándonos solos en la cocina.

– ¿Un aparato para masajes?

Sonreí al escuchar detrás de mí y pegado a mi espalda.

– Ya ves.

– Yo puedo darte mejores masajes.

Iba a hablar pero entonces su mano bajó hasta mi intimidad y la movió un poco en círculos.

Me agarré a la encimera y cerré los ojos.

Unos ruidos interrumpieron el momento y Gavi se apartó para girarnos y ver a Lucas arrastrar una alfombra.

Fui hasta él y lo cogí en brazos para poder ducharlo.

Quería alejarme de Gavi en aquellos momentos.

O eso o acababa dándole traumas a mi hermano. Y me negaba rotundamente.

Después de duchar a Lucas nos fuimos a cenar.

Gavi estaba preparándose para el partido.

Entré en su habitación y me acerqué sonriendo.

– Buena suerte.– murmuré.

Él me dio una sonrisa y entonces se acercó a mí.

– Espero que me des la misma suerte que a tu hermano.

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒 +18 | Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora