Gavi y yo habíamos hablado de irnos a Roma unos días para aprovechar que le daban las vacaciones.
Lucas no había querido acompañarnos, así que nos habíamos ido solos.
El primer día nos habíamos dedicado a hacer turismo y petar las galerías de fotos.
Después al llegar por la noche fuimos a comprar una botella de vino y nos la acabamos ventilando.
Aquella mañana me levanté corriendo y entonces fui al baño a vomitar.
Gavi llegó hasta mí y entonces agarró mi pelo y acarició mi espalda intentando reconfortarme.
– Recuérdame que no vuelva a beber más vino.– murmuré incorporándome.
– Ya está cielo, no pasa nada.– dijo.
Me lavé los dientes y después me fui hasta la cama para sentarme.
– ¿Qué quieres que hagamos hoy?– preguntó.
– No lo sé. Podemos ir a comer.– murmuré.
– Me parece correcto.
Le di una sonrisa y tras ducharme me vestí y salimos agarrados de la mano.
En el camino nos encontramos a periodistas siguiéndonos y tuvimos que echar a correr para despistarlos.
Cuando conseguimos dejarlos atrás entramos en un restaurante y nos sentamos para comer.
Decidimos pedirnos pasta y lasaña.
Después a Gavi se le antojó un helado y caminamos por las calles de Roma tranquilamente.
En una pequeña plaza vimos a unos niños pequeños jugando con el balón y Gavi se unió a ellos como otro niño que era.
Me senté en un banco a verle jugar con los niños y sonreí.
Gavi se dedicaba a enseñarles cosas a los niños y estos aplaudían la mar de emocionados.
No sé cuanto tiempo estuvimos allí, pero al volver al hotel Gavi se acercó a mí por detrás.
– Roma te sienta bien, nena.– murmuró en un tono grave.
Sonreí sintiendo un escalofrío al escucharlo hablar en mi oído.
– Voy a bajar a buscar algunos snacks, ahora subo.– murmuré sonriendo.
Fui a la máquina expendedora y después salí del hotel en busca de una farmacia.
Al encontrarla entré y fui hasta la sección que buscaba.
Compré todo lo que necesitaba y volví al hotel.
Cuando llegué Gavi estaba en la cama semidesnudo y lo miré sonriendo.
Le tiré la bolsa de los snacks y después entré al baño.
Abrí la caja y solté un suspiro al ver el test de embarazo.
Cuando lo hice, lo dejé sobre el lavabo y entonces me senté a esperar.
Gavi tocó a la puerta unos minutos después y entonces me puse nerviosa.
– Estoy limpiándome la cara.– solté.
Cuando pasaron diez minutos vi el test y entonces sentí que me mareaba.
"¿Como se lo explico a Gavi ahora?"
Salí del baño y entonces lo miré fijamente.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos me eché a llorar.
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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒 +18 | Pablo Gavi
Novela JuvenilAda no cree en los cuentos de hadas, ni de princesas aunque puede que no lo tenga fácil cuando se encuentra con Pablo Gavi.