ⅥⅠ

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El toque en la puerta de su oficina privada hace que deje de remover el tubo de ensayo.

Acomoda un poco su mesa rápidamente: apartando la pila de papeles de los químicos, quitándose los guantes y dejando el bolígrafo en el tintero. Guarda bajo llave su importante cuaderno de notas en un cajón azul y lo encierra en uno de los cajones de su escritorio.

—Adelante.

Una cabeza de cabello albino se asoma con una sonrisa por la puerta. Sui se adentra a la habitación agitando la carta en sus manos.

—¡Jefe, el correo ha llegado!— exclama con una sonrisa llena de dientes afilados.

Sus ojos morados miran todo el desastre y se tapa la nariz ante el olor clórico.

—Ugh, este lugar me hace llorar, sal un poco. Morirás antes de encontrar algo entre tantas pociones.

Sasuke ignora sus quejas y le quita la carta de las manos, abriendo el sobre y leyendo el contenido. A él le está doliendo la vista por las letras.

Prometida, visita. Son lo que más resaltan. Sui se asoma desde atrás, silbando fuerte.

—¿El príncipe visitara a la princesa? Eso es nuevo.

Sui cruza los brazos detrás de su cabeza, paseando por todo el laboratorio, mirando el sin fin de instrumentos que no conoce y asomándose al gran ventanal en el fondo que da vista al exterior de la ciudad. 

—Bueno, después de todo, eso es por lo que vinimos, ¿verdad?

Él voltea y le da una mirada coqueta a Sasuke moviendo las cejas, ignorando el ruido residual de las fábricas de abajo y los dirigibles en el aire.

Sasuke gruñe y Sui salta hacia atrás ante la mirada enfadada de su príncipe irritable.

Ah, en verdad... solo nosotros, piensa el guardia con burla.

—No pongas esa cara, jefe. Es la primera vez que se conocen—, Sui intenta que su joven señor encuentre valor.— Y, por los retratos, se aprecia que ella es muy bonita.

Después de todo, aunque ellos querían ver a la chica Sasuke no estaba en la ciudad por esa razón en particular, aquello era solo un aditamento para que lo dejaran marcharse de su tierra natal y pudiera quedarse el tiempo que deseara en Londres.

—¿Alguna otra carta?— Sasuke pregunta mientras se aleja de él y termina arrojando la carta a la pequeña chimenea cercana.

—Si te refieres de parte Mijn Grote Dame, no, no hay ninguna,— menciona, toqueteando el globo terráqueo y el caleidoscopio como un niño.

Suigetsu.

—¿Si, jefe?

—Prepara el auto.

Sui espabila y hace una pose militar, llevándose una mano a la cabeza y gritando:

—¡A la orden, My Lord!


Sasuke puede asegurar que viajar por Londres puede ser a veces difícil entre coches, carruajes, cabrioles y omnibuses.

El olor del humo del carbón de las casas y el vapor es más perceptible cerca del rio principal. Sasuke tiene que contentarse con cerrar las ventanas y cortinas, sintiendo como su estómago se revuelve con cada bache e intentar cerrar los ojos para conciliar el sueño.

Su ceño se frunce otra vez cuando el auto vuelve a hacer un sonido molesto y el motor parece querer explotar.

—Sui, ¿Qué sucede con este auto?— regaña a su chofer desde adentro.— Se ha estado deteniendo desde que salimos de la mansión.

Meine bien-aimé young gentleman [SasuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora