Fue inesperado.
El bebé había estado bien los primeros dos días, y, de repente, hoy en la mañana ya comenzaba a sollozar desde la madrugada, alertándolo de que algo estaba mal.
El único médico que pudieron costear había dicho algo horrible y que lo hizo buscar refugio donde fuera: el bebé no sobreviviría más allá de este día.
La noticia le dejó el cuerpo temblando e impactado, lleno de impotencia por no poder hacer nada más. Naruto se sentía devastado, estúpido y tan, tan inservible.
A pesar de estar bajo su cuidado, por su descuido y despreocupaciones el bebé había enfermado.
—Soy tan... tan inútil. —Se repetía constantemente, cada que Naruto iba a verlo no tenía corazón para mirar a su bebé sin controlar su necesidad de llorar.
En todo momento Naruto se encontraba pasando delicadamente la toalla por la frente infantil para intentar bajar la fiebre. Las manos le tiemblan cada vez más fuerte y lo único que podía hacer era estar todo el día metido entre las cuatro paredes queriendo enmendar su error.
Ya casi había perdido a Konohamaru cuando era un niño, debido a que lo instó a jugar bajo la lluvia, no quería pasar por esa terrible experiencia nuevamente.
Naruto no podía creerlo, tampoco había podido encontrar consuelo en su padre y sus hermanos. Así que, en su desesperación, por primera vez y sin ser obligado a ir, se encontró yendo con sus propios pies al único lugar donde podía rebajar su orgullo y pedir y pedir incansablemente por un milagro.
Era lo único que le quedaba, porque por más que pidió a otros doctores venir ninguno acudió a su llamado.
《Nuestro Padre siempre está con nosotros, ten fe.》fue una frase recurrente que Iruka siempre decía. Si era así, si era tan cierto entonces era el único que podía ayudarlo.
Le daría todo a Él con tal de que salvara a su pequeño hermano. Él no podía ser tan cruel como para abandonarlo, no después de todo lo que hizo para mantenerlo con vida y darle una pequeña alegría.
Naruto llegó cansado, con las piernas temblando y jadeando como un perro. La catedral de San Pablo era enorme, pero era el lugar más grande y con tanta fe que incluso un tonto podría encontrar salvación y consuelo en ella, incluso si era para mentirse.
Y él era un tonto de entre tantos.
Las personas se apartaron al verlo, Naruto continuó corriendo sin importarle cuánto ruido hacia con sus botas desgastadas y que tan alto se levantaba la falda de su vestidura. Tenía que llegar... tenía que llegar hasta el centro del lugar.
Al ver que no había nadie frente al vitral, Naruto cayó de rodillas, apoyándose del suelo con ambas manos, respiró aliviado de poder tener un lugar al que sujetarse en medio de tanta desesperación y miedo.
Cuando recuperó el aliento Naruto se arrodilló de forma correcta, llevó sus manos hacia su pecho, sacó su crucifijo, bajó ligeramente la cabeza y cerró los ojos. Por primera vez en su vida, Naruto rezó desde el fondo de su corazón, depositando su fe en Dios, esperando encontrar alguna respuesta; esperando ser iluminado.
Apretó con fuerza la cruz de plata, no había nada que deseara más ahora que el pequeño se recuperara. Si había algo que pudiera hacer, cualquier cosa, lo haría sin dudarlo.
Iruka dijo que lo mantendría estable, y los niños se habían marchado desde que despertaron intentando reunir tanto dinero cómo pudieran de sus ahorros y buscando un buen doctor por todos lados.
Naruto no sabía que hacer, estaba indeciso e inseguro. Jamás había estado en una situación así.
《¿Que debo hacer? ¿Como debo actuar?》se preguntaba con los ojos y manos fuertemente apretados.
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Meine bien-aimé young gentleman [SasuNaru]
RomanceTodo comenzó por una simple obligación universal para un príncipe soltero: Matrimonio. Y para conocer a su prometida tenia que viajar a Londres, la cuidad del vapor. Encontrarse con él, quien no estaba en los planes de boda, fue como cambiar de un...