La Dama de Las Rosas

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Fairy Tale

Lo ultimo que vieron sus ojos fue el carruaje negro alejándose y la enorme puerta siendo cerrada por sus sirvientes.

Ella vive al otro lado del rio, pasando el puente del Támesis, en uno de los barrios más acaudalados: West end. Por lo que el viaje de vuelta de su prometido será largo y aburrido, espera que con los recuerdos de su cita sean suficientes para mantenerlo despierto y agradable.

—Señorita.

Su nana se acercó, sin replicarle algo. Seguramente estaba igual de fascinada con su príncipe como para regañarla por alguna falla en su comportamiento.

—Chiyo, ¿es él mi verdadero amor? Porque yo creo que sí. ¿Crees que le gusto?

Busca la aprobación de su niñera con voz anhelante y dulce. Algo que la haga aterrizar a la tierra y saber que todo es real. 

—Estoy segura que es así. Eres la chica más linda y educada que he criado, tus esfuerzos y sacrificios valieron la pena.

Su voz fue suave, muy diferente a la voz regular que usaba todos los días con ella.

Asintió a su nana y se dirigió a su habitación, estaba abrumada y sentía las piernas débiles. Conocer a su prometido había sido toda una odisea, y, sin embargo, él era mejor de lo que ella pudo imaginar.

Sasuke von Fan era hermoso, gentil y un noble hombre de buenas maneras, alguien que era fácil admirar y saber que sería un gran esposo.

—Mi príncipe—, susurra con las mejillas rojas.

Con el corazón latiéndole desbocado contra el pecho, acercó ambas manos para sentir su cálida piel.

Él era un príncipe, su prometido y, en unos cuantos meses, su marido. El solo pensamiento de compartir su vida a su lado le creaba una sonrisa risueña a sus labios.

Aunque no pudieron acercarse y tocarse correctamente, siempre pudo sentir su ligero calor. La frialdad de su mirada y su expresión estoica ocultaba la maravillosa persona que era. Podía afirmarlo con lo poco que congeniaron.

No debo preocuparme, él será bueno conmigo.

Se convencía constantemente a sí misma, quería matar y deshacerse de sus propias inseguridades.

Se había esforzado tanto, no iba a echar a perder el sacrificio de todos esos días encerrada entre estas cuatro paredes sólo por estúpidas tropiezos e inseguridades sin fundamento.

Atravesó las puertas abiertas de su habitación, encontrándose con sus sirvientas dentro, ellas hicieron una reverencia al verla y sonrieron para ella.

—Señorita Sakura.

—Por favor, déjenme sola.

Ellas asintieron, salieron todas juntas formando una fila y cerraron las puertas.

Una vez en silencio y a solas, llegó hasta el borde de su cama. Se quitó la crinolina tan rápido como pudo y por fin un peso exorbitante dejó que atraerla hacia el suelo.

Se sentó en su cama, hundiendo su bonito vestido rosa y se quitó los zapatos y las calcetas.

—¡Ay!

Ella subió sus pies a la cama y notó la rojez en ellas, sus esquinas doloridas e hinchadas, resopló y se tragó sus gemidos ante la lamentable vista.

En lugar de mirarse sus pies y prestar atención a sus heridas, con una enorme sonrisa se acercó hasta el cabecero y alzó las almohadas. Metió la mano debajo de sus sabanas y saco un pequeño libro de tapa verde.

—Aquí estas.

Ella sonrió dulcemente al ver la tapa desgastada, acariciando el material robusto con una mano.

Abrió la cubierta y las páginas amarillentas aparecieron una tras otra, el titulo resaltaba en bonitas letras cursivas: 

La princesa del castillo de diamantes

 Érase una vez, en un reino muy lejano, una hermosa princesa de cabello largo y brillante que vivía sola en un enorme castillo de diamantes; no tenía puertas, sólo ventanas. Ella siempre estaba resguardada dentro de las paredes, sin conocer el mundo exterior.

No sabia como había llegado allí, ni quién la había dejado en ese lugar.

Todos los días subía a la torre más alta, mirando desde la ventana hacia el pueblo cercano. 

En medio del hermoso bosque que protegía a su castillo había un enorme desfiladero, por lo que nadie podía venir hasta su hogar...

Su vida era como un hermoso cuento de hadas.

Donde ella era la princesa, Sasuke el valiente príncipe y el castillo su mansión, aunque no era de diamantes, si no de rosas.

Había esperado mucho por su príncipe, hoy por fin pudo conocerlo después de una larga espera.

Fue amor a primera vista, como la princesa de su cuento de hadas.

Pero ella amaba a su príncipe, Sasuke, desde su niñez, cuando vio por primera vez su apariencia en la pintura que le enviaron los reyes de Fan desde Países bajos.

Sin embargo, era un poco diferente a la princesa del cuento. Ella tenia 18 años, no 16; llevaba el cabello corto, no largo; vivía en una mansión, no en un castillo; trabajaba duro para ser una buena noble y no era una princesa, pero se convertiría en una; y su príncipe no sonreía a menudo, pero era gentil.

Sasuke von Fan era alguien que le provocaba sonrojos y que se sienta constantemente nerviosa por tenerlo a su lado, las mariposas volaban a su alrededor y sentía que su estómago cosquilleaba, sentía las piernas débiles cada vez que estaba cerca de él y era un hombre alto y de aspecto fuerte por lo que se sentía segura y protegida.

Admira su gallardía, sus hermosos modales, su imponente presencia, su afilada mirada, su bellísima apariencia y su buena familia.

Tenía todo lo que una mujer esperaba de un esposo acaudalado y de renombre.

Estaba feliz de haber encontrado a un hombre como él.

Desea poder enamorarse aún más de él en el futuro, hasta que pueda volverse su verdadero y más puro amor.

Y, con cada día que pasasen, buscar la felicidad, amarse todavía más y, como en un final de cuento de hadas, casarse y vivir felices para siempre, hasta la eternidad.

Incapaz de salir de las nubes, expresa su emoción en innumerables bailes alrededor de su habitación al son de una melodía imaginaria, la expectación por compartir su vida con Sasuke es vertiginosa. 

Como dictaba la cortesía, Sasuke enviaría una breve carta a su prometida a lo largo de la semana siguiente, agradeciéndole la invitación y destacando algún aspecto de la breve reunión.

Meine bien-aimé young gentleman [SasuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora