Vivir en la ciudad del vapor es estresante.
Todo huele mal; todo el tiempo es húmedo; todos son estúpidos; todos son superficiales y oportunistas; todos son más basura que los desgraciados que viven en los muelles.
Si al morir las cosas vuelven a ocurrir, será de una forma diferente. El destino es el mismo, los recuerdos permanecen, para la mayoría de gente de esta tecnológica ciudad es como soñar.
Nunca pensé que vería por tercera vez al idiota cabeza hueca, en realidad, no pensé que podría volver a verlo nunca más. Pero allí estaba, pasando frente a mis ojos una y otra vez.
Todos los días que salía a la ciudad por algún asunto particular él estaba allí de alguna u otra forma. Me pregunte muchas veces si era algún tipo de truco o maldición estar viendo a la misma persona cada vez sin poder alejarla.
Fueron situaciones hilarantes, algunas ridículas y otras preocupantes. Como el de ayer: Cuando mi auto paso frente a la comisaria de Scortland Yard.
Naruto había estado allí frente al lugar junto a otras personas, todas con apariencias desalineadas, trabajadores de fabricas, algunos mas pobres y desgraciados que otros, y a algunos periodistas entrometidos esperando construir un nuevo bloque de comidillas para la ciudad.
Él estaba sosteniendo pancartas y gritando con fuerza lo mismo, una y otra vez con esa voz estridente:
"¡No más trabajo infantil forzado!"
Era admirable, lo era, pero también era un idiota que podía fácilmente enfrentar a la gente y no pensar en las consecuencias, le faltaba el don del sentido común y quizás un nuevo cerebro.
Naruto no se detuvo en ningún momento, siguió gritando y luchando por lo que creía justo incluso cuando el capitán de la policía gritaba y empezaba a arrestar a todos por el bullicio que hacían.
Yo quería bajar, fue un impulso estúpido y momentáneo que hizo a mi juicio nublarse, atestada de una bruma que no pude comprender, pero el lugar estaba abarrotado e iba a ser difícil intervenir si me reconocían y los periodistas y mujeres lo acapararan de lado a lado, y no sabría si Naruto se lo tomaría bien.
Me estaba contagiando de su estupidez. Me pregunto de verdad si es cierto lo que dijo padre.
La gentuza suele ser estúpida.
Él es una prueba viviente; Una molesta y que me recuerda sus palabras. Lo odio.
No hubo día en que no me lo encontrara por casualidad: Naruto es escandaloso, con un vocablo abrasante y actitud desafiante, podría gritar desde el otro lado de la cuidad y sabría que es él.
Lo he estado observando; preguntándome que es tan diferente de los demás, que cosas son las que lo vuelven él e intentando comprender su molesta amabilidad pero también a su atrapante estupidez.
Irremediablemente me siento atraído. Él es... fascinante; como el interior de un invento sofisticado. No lo entiendo; lo odio, no saber que esta pensando.
Es la primera vez que no puedo controlar todo, me siento perdido con facilidad y es frustrante. Quiero conocerlo más, que tantas expresiones y sentimientos puede mostrar.
Mi propio razonamiento es endeble, de algún modo siento que él podría ser admirado por los demás. Es increíble su persistencia y observarlo sin palabras; ver lo que Naruto pide con tanta pasión y responsabilidad en la conjetura de policía, a pesar de que es arrestado.
—Idiota.
Los recuerdos vienen uno tras otro, sin que pueda detenerlos.
Otra vez.
¿Por qué no desapareces?
El recinto esta casi totalmente a oscuras y lo único que lo ilumina es el farol de gas en el escritorio, así que es fácil que todos mis pensamientos se abalancen en mi cabeza como una profunda y enorme ola de nieve.
Sacudo la cabeza y continuo escribiendo sobre las hojas, mojando la pluma en el tintero.
Mis dedos pálidos acarician mis labios, se que es tonto pero no puedo controlarme; una sonrisa relaja mi rostro y me da un sentimiento de afabilidad que nunca había experimentado.
¿Porque? Se siente... bien.
Naruto era alguien muy interesante, con esa boca suya tan suelta y malhablada, esa actitud desafiante, un cuerpo que no concuerda con su personalidad, la mirada azulina que cambia con facilidad expresando sus emociones abrumadoras y, sobre todo, un aura tan cálida como el sol y su presencia tan refrescante como un viento de verano.
No hay nada que parece que envidie, tiene una personalidad única, encantadora y embriagante, una risa contagiosa y es alguien honesto sin dobles intenciones que es fácil de provocar.
Es muy diferente a todos los que haya conocido.
Naruto, ¿Quién eres en realidad?
¡Ding!
El sonido me sobresalta y mi vista desenfocada por fin vuelven a la realidad, mire por un instante la esquina del escritorio y note el reloj de péndulo; son más de las 10 pm.
Agito la cabeza para salir completamente de mis inútiles ensoñaciones y vuelvo a mirar mi trabajo. Hay diferentes notas esparcidas por la mesa; Scontland Yard, Academic Science, Family's Cavaneri, East End y Family's Roseheart-Spring.
Alzo las hojas, frunciendo el ceño al ver el mapa de la ciudad y las calles que había tachado. Es extraño, se supone que el mapa es reciente pero hay cosas que son incorrectas y la mayoría son calles y viviendas.
Las guarde enseguida en el sobre y la cerré, detrás de ella escribí el nombre de un viejo conocido londinense que se que me ayudaría, espero que él sea menos quisquilloso y se apresure a enviarme un informe completo.
No hay tiempo para las distracciones. El tiempo se agota.
—Maldita sea, se me olvido completamente.
Rápidamente guardo la carta en uno de los cajones del escritorio y la cierro con llave, me levante de la silla bruscamente y agarro el farol. De tanto pensar en esta persona se me había olvidado que mañana tenía un edicto de compromiso con uno de los compañeros de trabajos filiales de mi padre y no he hecho nada importante.
Jamás me había pasado.
—Debo estar volviéndome loco...
Seguramente se debe a mi falta de concentración por el sueño y todo el papeleo e investigación que he hecho últimamente sobre esta caótica ciudad.
Mas te vale ser útil, detective.
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Meine bien-aimé young gentleman [SasuNaru]
RomanceTodo comenzó por una simple obligación universal para un príncipe soltero: Matrimonio. Y para conocer a su prometida tenia que viajar a Londres, la cuidad del vapor. Encontrarse con él, quien no estaba en los planes de boda, fue como cambiar de un...