ᏟᎪᏢᏆ́ᎢᏌᏞᏫ 24

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Ya eran aproximadamente las diez de la mañana del día siguiente cuando empezábamos a ver los arrecifes de coral de Watatsumi. Las tres estábamos fascinadas por las maravillosas e hipnóticas vistas que la isla proporcionaba, las diferentes tonalidades de morado y rosa bañaban las tierras y se difuminaban en el mar de aguas cristalinas. Justo cuando iba a hacer un comentario sobre el hermoso panorama que teníamos en frente, el sonido de unas pisadas a unos metros detrás de mí me hicieron ponerme alerta.

- Esperad. Nos están siguiendo.

- ¿Segura? Yo no he notado nada.

- Te digo que si Lumine. ¡Salid ya, que con nosotras no va lo de jugar al escondite!- Acto seguido, un grupo de hombres con uniformes y lanzas se acercó a nosotras. Lumine y yo en seguida sacamos nuestras armas, ella su espada y yo mis dagas. Sin embargo, en aquel instante un joven un poco más alto que Kazuha se acercó lentamente a nosotras, sus llamativas orejitas y su cola llamaron mi atención, debía de ser alguna especie de híbrido.

- ¡Hola! Perdonad a mis hombres, se sobresaltan realmente fácil. No queríamos importunaros, podéis bajar las armas, no queremos pelear. Y vosotros, bajad las armas.- Dijo, dándole una mirada fugaz a su escuadrón.- Vosotras debéis de ser las amigas de Thoma.

- Así es, yo soy Lumine, y ellas son ________ y Paimon. Es un placer.

- Encantado de conoceros, mi nombre es Gorou y soy el General de las tropas de Watatsumi. Supongo que habrán venido a conocer a su excelencia la Sacerdotisa de Watatsumi, pero ahora mismo se encuentra en una misión. Hasta entonces, os enseñaré la zona y os acompañaré a un lugar tranquilo para que podáis descansar, imagino que tenéis que estar exhaustas si venís desde Narukami.

- Muchas gracias Gorou, es muy amable que te preocupes, pero hemos descansado en nuestro viaje hasta aquí, así que no tienes que preocuparte demasiado por nosotras, lo llevamos bien.- Dije sonriéndole, es cierto que a cualquiera le agotaría tanta travesía, pero estamos acostumbradas a viajar por todos lados, así que en cierto modo se ha convertido en un estilo de vida al que solo los aventureros pueden sobrevivir.

Seguimos charlando con el general cánido de camino al núcleo de la isla, en el se encontraban las casas de los lugareños y justo en el centro se situaban los aposentos de la Sacerdotisa Divina, así como la base de operaciones de la Resistencia, donde los altos mandos se reunían con la Sacerdotisa para tomar decisiones estratégicas militares.

Pasaría una hora y media desde que llegamos hasta que la Sacerdotisa llegó para recibirnos en sus aposentos, Paimon quiso quedarse a explorar el barrio residencial en busca de restaurantes o tabernas en los que pudiésemos comer, desde luego, esta hadita es de lo que no hay. Por nuestra parte, el sitio era precioso, desde donde estábamos situadas podíamos tener una vista panorámica de toda la isla, era casi irreal. Gorou nos llamó para que entrásemos a hablar con su excelencia, quien resultó ser una chica de aspecto benevolente, casi angelical, piel pálida, pelo rosa casi albino que terminaba en ligeros difuminados azul celeste recogido con un lazo y ojos de un azul oceánico. Ella era realmente preciosa.

- Encantada de poder conocerlas, mi nombre es Sangonomiya Kokomi, y soy la Sacerdotisa Divina de la Isla Watatsumi, también dirijo las operaciones estratégicas de la Resistencia. Pero por favor, olvidaros de todos esos títulos, me gusta entablar relaciones con la gente sin que tengan en cuenta mi estatus o mi cargo como sacerdotisa.

- Es un placer señorita Sangonomiya- Esta me interrumpió, disculpándose.

- Solo Kokomi, por favor, no necesitas ser tan formal.

ƐL ARƬƐ ƊƐ ƝO QUƐƁRARSƐ - ƵнσηgƖι x RєαɗєяDonde viven las historias. Descúbrelo ahora