06: 𝗘𝗹 𝗗𝗶́𝗮 𝗤𝘂𝗲 𝗡𝗼 𝗢𝗰𝘂𝗿𝗿𝗶𝗼́.

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{Elizabeth}

Hace un tiempo indefinido...

Estaba charlando amenamente con una compañera en la cafetería, nos contábamos como iba nuestro día y que haríamos en la tarde.

La Encargada me exigió más papeleo, así que probablemente salga bastante tarde hoy. Me dio suficientes documentos como para revisar en un mes —sorbió de su jugo cansada, y eso que apenas eran las nueve de la mañana.

—¿De nuevo? Te dije que debías hablar con ella, eso es abuso y explotación laboral.

Claro que lo hice, ¿Por qué crees que me dio más trabajo que la vez pasada?

Negué enojada, no era algo nuevo que la Encargada fuera exigente, más aun con ese cargo. Solo que me molestaba bastante que se creyera con el poder de pasar sobre los demás solo por tener un puesto más alto.

Además, creía que tenía el derecho de tratarnos como basura por eso.

Con razón Blacky siempre me decía que anhelaba el día en que pudiera morderle el trasero, a lo que yo le respondía que si no quería llenarse la boca de silicona que no lo hiciera.

Lo siento, sé que una no puede meterse con las mujeres, está mal insultar y estar en contra de las tuyas, pero me era inevitable cuando de esa mujer se trataba.

¿Y a ti te ha seguido molestando?

Es la Encargada, desde que tengo uso de razón nunca ha dejado de molestarme.

Tienes razón, pero espero que te sirva de consuelo que lo hace porque no soporta que todos aquí te quieran y a ella no.

Yo le sonreí agradecida para luego terminar de comer mi trozo de pastel de manzana. Iba a darle un mordisco cuando su brazo zarandeando el mío me interrumpió.

¡Mira!

¿Qué cosa?

Volteé a ver donde ella estaba señalando pero no vi nada fuera de lo normal.

Ya veo —ella soltó un chillido de emoción—. Perdón, ¿Qué se supone que debería estar mirando?

—¿Cómo que qué? Es Five Hargreeves, tonta. Ahí en la máquina expendedora.

Volví a mirar a donde me estaba diciendo, frente a la máquina de bebidas había un hombre de espaldas. Vestía un elegante traje azul marino y un sombrero, estaba insertando la moneda en la máquina.

«Mi oportunidad ha llegado»

Me sacudí las manos y me limpié la boca con un servilleta mientras me levantaba.

Iré a presentarme, ¿Me veo bien? ¿No tengo migas ni nada?

Estás perfecta como siempre, anda. Te deseo suerte.

Me abrí paso entre las mesas bajo la atenta mirada de algunas personas, pero estaba acostumbrada así que no me importó mucho.

Iba pensando como podría presentarme porque podía tener fama de ser bueno en el trabajo, pero también la tenía de carácter fuerte.

Ya muy cerca de llegar alguien se interpuso en mi camino obstaculizando mi paso.

Elizabeth, querida —me dijo con esa falsa sonrisa amable en su cara.

Encargada...

Necesito hablar contigo a solas, por favor.

¿Tiene qué ser ahora? Es que estaba por hacer algo —intentaba asomarme para confirmar que seguía ahí.

¿Casualidad o Destino? - Five Hargreeves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora