05: S̶e̶i̶s̶ A̶ñ̶o̶s̶, C̶i̶n̶c̶o̶ M̶e̶s̶e̶s̶ y̶ D̶o̶s̶ D̶í̶a̶s̶.

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{O̶m̶n̶i̶s̶c̶i̶e̶n̶t̶e̶}

En algún lugar del tiempo y de las líneas temporales, Five, Elizabeth y Blacky subían y bajaban en cualquier parada.

Antes de que pudieran darse cuenta habían pasado un año entero ahí perdidos.

Cada parada se veía más destruida que la otra, y las actividades eran escasas.

—Es tu culpa–

—¡Ya te dije que no lo es! —se defendió el ojiverde subiendo de nuevo al tren.

—Yo solo sé que quiero volver para molestar a Ben.

Pasaban la mayor parte del día en aquel maldito tren sin saber que hacer, trataban de descifrar el mapa, se colgaban de los tubos, tomaban la siesta y hacían guerra de miradas.

Pero no había ningún momento en el que se separaran, siempre estaban juntos los tres, y eso había cambiado notablemente la relación entre los jóvenes.

—Ten cuidado, idiota.

—Cállate, estos nudos no se quitarán solos —Five peinaba con algo de brusquedad el cabello de Lizzy.

Ya se trataban como mejores amigos, reían a carcajadas juntos y a pesar de que habían veces en las que ni siquiera decían una palabra, estaban en silencio pero juntos.

—Hueles a muerto —dijo Lizzy bromeando.

—Y si tú levantas el brazo hasta las garrapatas de Blacky vas a matar —contraatacó dándole un empujoncito en el hombro.

Ella se lo devolvió, ambos se miraron con los ojos entrecerrados.

En menos de cinco minutos ya estaban rodando por el suelo del tren peleando como niños pequeños. Blacky los miró con aburrimiento.

—Idiotas.

Uno de aquellos días que parecía interminable, Elizabeth se encontraba colgada de un tubo de cabeza como un murciélago, el aburrimiento la estaba matando.

Blacky lamía sus patas delanteras acostado en los asientos y abrazado a  Cuernitos, su peluche.

Y un Five con una creciente barba estaba sentado frente a Blacky tratando de leer aquel mapa.

El sonido de algo metálico cayendo llamó la atención de Five, bajó el mapa y sus ojos captaron algo en el suelo frente a él.

Un anillo.

Pero no cualquier anillo, era el anillo de bodas de Elizabeth.

Sus labios se entreabrieron de sorpresa y lo agarró, lo examinó con cuidado. Efectivamente sí era aquel anillo de la piedrita morada que le había dado hace años.

—¿Aún lo tienes? —susurró perplejo.

Ella abrió sus ojos y miró el anillo entre los dedos de Five, soltó un sonido de sorpresa y se resbaló cayendo al suelo.

Blacky se sobresaltó por el golpe y se le quedó viendo como si fuera un bicho raro.

Lizzy se sentó con rapidez en el suelo sobándose la cabeza y mirando con preocupación a Five.

—Carajo...

—Lo tienes todavía... Juraba que lo habías empeñado o algo así.

—¿Por quién me tomas? Nuestro matrimonio no valió tan poco como para deshacerme así del anillo que me diste.

El corazón del ojiverde aumentó notablemente su ritmo al oír sus palabras.

Ella agarró el anillo y lo observó con detalle mientras su gesto se entristecía.

¿Casualidad o Destino? - Five Hargreeves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora